miércoles, 9 de mayo de 2007

San Dinero y Santa Banca


El otro día fui a mi Banco habitual para ver qué podían hacer por mí. Me recibió el Director, don Sulpicio, con una amplia sonrisa. Nada más escuchar amablemente mis aprietos económicos, me preguntó cuánto necesitaba. Yo, temeroso de extralimitarme en mis peticiones, le pedí un crédito de 6.000 euros a interés bajo. Don Sulpicio no me dejó terminar: aclaró que entre Banca y cliente está de más hablar de intereses, y que me daba ese cantidad a pelo, gratis et amore, siguiendo la política benefactora de las entidades bancarias. En otras palabras, que me regalaba el dinero porque sí, que para eso están las empresas financieras y bancarias. Sin salir de mi asombro, le agradecí encarecidamente su amable y generosa dádiva, y don Sulpicio, también emocionado, haciéndose cargo de mis necesidades económicas, elevó la cantidad sustanciosamente: el Banco me regalaba gratuitamente 18.000 euros. Aún, se me saltaban las lágrimas de la alegría, cuando llamó a un empleado bancario que estaba conversando amablemente con otros clientes que esperaban también ser recibidos y le dijo que a la salida me diesen un coche: un Mercedes Clase CL o un Lamborghini descapotable, el que yo eligiese. Por un momento, creí que había molestado a don Sulpicio, cuando le comuniqué que me parecía un poco socialmente desequilibrado que yo obtuviera tanto en unos pocos minutos, cuando tantos seres humanos padecían tantas necesidades. Don Sulpicio, algo preocupado por mis cuitas de conciencia, llamó al Presidente del Banco Mundial explicándole el asunto, tras de lo cual el recién mencionado Presidente dio orden a todos los Bancos y Cajas del mundo para que todos sus fondos, beneficios e inversiones fuesen exclusivamente en beneficio del mundo subdesarrollado. Para colmo, don Sulpicio me garantizó que el hospital que iba a ser construido de inmediato en Mozambique sería el primero entre otros diez mil que sería costeado a cambio de la no fabricación de armamento de cualquier tipo en el mundo. Llamé esa misma tarde al Presidente del Banco Mundial y le rogué que la Fundación Mundial por Escuelas y Universidades para el Tercer Mundo llevase el nombre de don Sulpicio. El Presidente accedió inmediatamente y de muy buen grado. Hasta Bill Gates, que voluntariamente dedicaba la jornada a limpiar las calles de Maputo, se alegró sobremanera. También Bush comunicó las buenas noticias a los niños del orfanato de Bagdad donde trabajaba, y Aznar se esmeró aún más por hacer mejor las chapas y las camisetas donde estaban escritos dos lemas: “Haz el amor y no la guerra” y “Si bebes, no conduzcas”.

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