domingo, 14 de octubre de 2007

¿Banderitas? NO, GRACIAS


Seamos razonables: la bandera es un trozo de tela que contiene colores, escudos o pabellones. Se trata de una pura convención, aceptada por las partes integrantes de la porción de tierra o institución que simboliza, pero la bandera es, lisa y llanamente, una convención: cámbiense los colores o los pabellones, y esa porción de tierra o esa institución permanecen siendo las mismas. Reivindicar la bandera española actual de la forma y con el tono que lo hace estos días el Partido Popular tiene un tufillo que no es difícil asociarlo con la ultraderecha más nostálgica del régimen fascista de Franco y de sus principios. En aquella época todo eran banderitas rojas y gualdas, himnos nacionales, brazos en alto, palios en las iglesias, placas por los caídos por Dios y por España, persecución de los partidos, sindicatos, asociaciones y grupos democráticos, negación de los derechos fundamentales, represión y feroz fundamentalismo basado en el discurso vacío de la nada. Sería conveniente y recomendable, pues, que todos tuviéramos muy claro que eso de la bandera es una simple convención, que puede aunar, pro que también puede dividir y enfrentar. En tal caso, volvería a entonar el himno que en su estrofa dice: “demain l’International será le genre humain”, y mi única bandera será la que me une a todos los trabajadores de la tierra.

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