viernes, 26 de octubre de 2007

Sobre la seducción del conocer


Aristóteles comienza el libro A de la Metafísica diciendo: “Todos los seres humanos anhelan conocer por naturaleza”. La necesidad de saber es para él tan natural como el respirar, el comer, el hablar. Otra cosa es que metamos a unos seres humanos en una escuela y concluyan que “el saber” pertenece al área de las cosas más artificiales y menos naturales de la vida.

¿Un ser vivo, un ser humano, puede sobrevivir sin saber lo que debe y precisa?

¿Hemos pensado, antes de responder a la cuestión anterior, sobre el significado de “vivo” y “humano”?

La enseñanza tiene un carácter ineludible de seducción: o quien aprende queda seducido por el mensaje, o estará condenado a iniciarse en el tedio de la vida desde su infancia y adolescencia.

Difícilmente se tendrá, se querrá o se sentirá seductor quien ejerce la educación como una profesión más dentro de la función pública del sistema del Estado.

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