miércoles, 16 de enero de 2008

Himnos y letras


Apenas muerto Franco, nos pidieron que aceptáramos la bandera roja, amarilla y roja en nombre de la “reconciliación nacional”. Hasta entonces, habíamos visto esa bandera hasta la saciedad en todos los edificios públicos y cuarteles, en todos los actos de exaltación del régimen franquista. Poco a poco, el asunto de las banderas pasó a segundo término, hasta que Aznar y el Partido Popular llegaron al Gobierno y, principalmente con la mayoría absoluta de su segundo mandato, comenzó un diluvio de banderas rojigualdas, en ocasiones mastodónticas. Finalmente, el Partido Popular y la derecha española más nostálgica han ido sacando montañas de banderas (con el escudo constitucional y con el águila franquista), como ostentación de su identidad y como ariete contra el Gobierno socialista.

Con el himno nos ocurrió lo mismo: había que aparcar el Himno de Riego, la Internacional o el Porompompero, y aceptar, a cambio, la “Marcha Granadera”, que también Franco y su régimen habían entonado hasta la arcada como himno propio durante cuarenta años. Haciendo de tripas corazón, pues la mente es rápida a la hora de asociar la música con situaciones políticas más que adversas, el asunto del himno fue encajando lentamente en el baúl de los asuntos secundarios, y la vida continuó. Sin embargo, llevamos un tiempo escuchándolo de nuevo con frecuencia, especialmente al final de las manifestaciones que el PP, la AVT, algunas asociaciones católicas y la derecha ultramontana han ido montando durante estos cuatro últimos años de oposición PoPular al Gobierno socialista. Pues bien, ahora, a propuesta del COE y de la SGAE, ya tenemos también letra del himno nacional.

En una revista de humor leí una vez que a Noé, como si tuviera ya pocos problemas en su arca con tanto animal, le paría la hipopótama. Da también la impresión de que, con el actual panorama político español, en lugar de ir al núcleo de los problemas, buscamos la confrontación en verdaderas fruslerías, que nada arreglan, nada añaden. Sin entrar a analizar el texto mismo de las cuatro estrofas propuestas como letra del himno nacional, con independencia de que sean obra de Pemán o de un parado de Ciudad Real, hoy por hoy remover la cuestión de los himnos enfrenta mucho más que enriquece a una ciudadanía tan compleja como la española.

Por supuesto, Rajoy y los suyos se han apresurado a declarar que en el programa electoral del PP quedará incluido que la Marcha Real tenga texto, así como su correspondiente aprobación en las Cortes, mientras que el Gobierno socialista lo condiciona a la existencia de un acuerdo político amplio sobre el asunto. La cosa es que, retornando a las asociaciones mentales y emocionales que pueda suscitar, resulta difícil no vincular algunas recomendaciones del texto del COE y SGAE (a propósito, ¿la SGAE cobraría cada vez que se interpretase y cantase el himno nacional?) con el tufo que dejaron las esencias mismas del franquismo.

La reacción hispana nos dejó incrustados en el cerebro los vítores del Viva España, Viva Franco, Arriba España y sus gloriosos caídos. En las monedas, rodeando la efigie del Caudillo, se nos recordaba que ese “sapo iscariote”, como escribió León Felipe Camino, mandaba en España “por Dios y por la Patria”, y en todos los cuarteles y cuartelillos hispanos se leía que allí todo era y se hacía “Por la Patria”. Total, que ahora leemos que la letra del himno nos recomienda, por ejemplo: “Amar a la Patria… bajo su cielo azul” y la libre asociación de “Patria” y “azul” nos zambulle en mundos hartamente indeseables.

La derecha reaccionaria, golpista y filofascista nos ha ido arrebatando palabras y símbolos que pertenecían a todo el pueblo, utilizándolos solo en su propio beneficio y en contra de cuantos se le oponen y resisten. Personalmente, me siento igualmente ciudadano español si el himno convenido como de todos no tiene letra o utiliza como texto la misma letra del La-la-la eurovisivo de Massiel, si eso contribuye a la buena concordia entre todos. Lo que me cabrea es que la derecha, esa derecha que pone todo su empeño en demostrar su patriotismo arrogándose los símbolos comunes y utilizándolos como armas arrojadizas contra todo y contra todos, se empeñe ahora en crear nuevas confrontaciones y nuevas controversias por un problema que le tiene sin cuidado a la inmensa mayoría de la ciudadanía española. Eso no es patriotismo, sino solo tocar las narices.

Eso sí, en el caso de que se impusiese una letra del himno nacional, volvería a parir la hipopótama ibérica, nacerían los chistes y las letras alternativas más o menos jocosas y, “desde los verdes valles al inmenso mar”, aumentaría innecesariamente la confrontación entre los pueblos y las gentes de España.

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