sábado, 8 de marzo de 2008

Jornada de reflexión


Hoy es Jornada de Reflexión, previa a mañana, domingo, día de las Elecciones Generales. Lo he dejado escrito ya en el artículo del Periódico de Aragón del miércoles pasado: votar es mucho más que ir al Colegio Electoral y depositar dos papeletas en las urnas. No me puedo quitar de la cabeza a mis amigos y compañeros, conocía a algunos de ellos personalmente, del Despacho de Abogados Laboralistas de Atocha. Y a tantos que dejaron enormes jirones de sus vidas en las cárceles y en los calabozos. Me gustaría haber podido contarles antes de su feroz sufrimiento que yo puedo ahora escribir lo que a borbotones me sale de la mente y del corazón para así aportar unas micras al edificio de la libertad y la democracia. Y a mis tíos, asesinados y exiliados por su forma de pensar y de vivir por los fascistas que se hacían llamar “nacionales”, me gustaría susurrarles al oído en el paredón de fusilamiento o en el catre de un oscuro cuarto de su casa en el exilio, que en España mañana se puede votar por sus socialistas, o los comunistas, o los verdes o los nacionalistas o… Seguro que temblarían con menos desolación, pues les llegarían menos el frío y la oscuridad. Algunos interpretaron mi último artículo como una proclama a favor del PSOE. ¡Dios, qué ciega es a veces la gente, víctima de sus propios prejuicios, de su propia miopia! Mañana vota a quien quieras, con tal de que ese voto sirva para oponerse a todas las fuerzas que desde hace tantos siglos han dejado al pueblo español en la alienación, la explotación y la ignorancia; también para mantener la certeza y la esperanza de que los nietos de nuestros nietos disfrutarán en un país libre y liberado de toda la barbarie fascista y de toda la superstición clerical que ha estado dominando a España desde hace muchos siglos. Mi Jornada de Reflexión es sobre todo un cálido homenaje a cuantos murieron y vivieron entre dolor y represalias por amor a la libertad. También a Isaías Carrasco, asesinado ayer por ETA en un pueblo cercano a otro pueblo, verde y crispado, de nombre Aramayona o Aramaio.

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