lunes, 31 de mayo de 2010

MHUEL en el Pleno Municipal de 28.05.2010


Bego y yo tomamos café con su (nuestra, mía también) amiga Menchus. Fueron a despedirme a Atocha.

Pero antes vinieron a saludarnos unas tortuguitas mjuy simpáticas. Quisieron cantar una canción, pero al final nos hicieron caso y no la cantaron.

Por Madrid, 8,


En la misma época de la buhardilla, la estación de Metro Palos de Moguer era la más cercana y la habitual

Aquí antes había un cine, donde vi muchas películas malas, rabiosamente malas, en sesión de tarde.


Una casa por donde siempre pasaba, y que nunca se me pasó desapercibida.
¡Cuántos recuerdos!
Visité una calle muy especial para mí.




General Lacy, donde viví en una buhardilla de una corrala en las alturas de una casa, que finalmente se hizo entrañable.



Cuántas veces subí y bajé hasta ese sexto piso, donde estaba la corrala, la buhardilla. Doce metros cuadrados, siendo muy optimista. Javi estaba encantado...


Cuánto, cuánto, cuánto., cuánto..................................................



¿Cuantos de estos vecinos -pensé- seguirán viviendo allí?

Por Madrid, 7


La mañan del domingo se iluminó cuando mi hija Bego apareció montada en su bici (excelente costumbre adquirida en Amsterdam). Recorrimos todo el centro castizo. Lugares memorables para mí. Lugares maravillosos por estar con ella.
Plaza Santa Ana, Plaza Jacinto benavente, calle Huertas, Plaza Tirso de Molina...
Ni que decir tiene que ha sido lo mejor del viaje a Madrid...

Por Madrid, 7

En el Museo Thyssen me conmovieron mucho los cuadros de Monet. Altamente recomendable.



En el Museo Reina Sofía paseé por el edificio y rendí pleitesía al Gernika. No había vuelto a verlo desde que aún estaba en el Casón del Buen Retiro. Allí fui con mi hijo Javi, cuando era pequeñito.
Allí traté de explicarle qué ocurrió en ese mercado y en esa ciudad, el porqué y el para qué de ese cuadro de Picasso.

Por Madrid, 6


Un 23-F, por culpa del execrable Tejerazo, pasé buena parte de aquella noche a unos centenares de metros, oteando el edicficio de las Cortes, esperando órdenes del Partido Comunista que nos había dicho que estuvieramos a la expectativa allí. Esta fotogafía es un calco de aquella noche de incertidumbre.

Por Madrid, 5


Por Cibeles, sonaba una Big Band. Me acerqué y me quedé un rato escuchando. Lo hacían muy bien. Son ochoy son rumanos. La banda se llama Gypsy Star, les compré un CD y ahora mismo estoy escuchando su música.

Por Madrid, 4


A principios de los ochenta, cantaba en la noche de los fines de semana en Bóvedas Pub, en la calle Moratín. Eran tiempos intrincados, pero muy intensos también. Fue maravilloso volver a ver aquellos parajes. Por supuesto, el pub estaba cerrado (era plena mañana).
Hace tiempo escribí esto, que ahora forma parte de una novela ue me gustaría publicar ("La buhardilla"):

Noche de viernes. Último fin de semana que haces de cantautor aficionado. Sí, todo empezó medio en broma, también como un reto personal. Me pagan cuatro perras, pero estaba tan aburrido a comienzos del verano que me ofrecí para cantar los fines de semana en un pub de la zona de Huertas. Allí canto y acompaño con la guitarra durante unas dos horas, cada fin de semana, mis propias canciones, canciones que no interesan a nadie. En realidad, no lo hago por el dinero, irrisorio, que me pagan. Siento un placer extraño desnudándome en público con mis canciones. De hecho, no canto, en realidad lo que hago es regurgitar pedazos de mis tripas. Los que vienen al pub desconocen el strip-tease al que someto a mi alma. Son espectadores indiferentes a mi desnudez, ajenos a los desgarros interiores del payaso que actúa sobre el estrado, un micrófono ante su boca, otro más rozando su guitarra, a la vez que intenta disimular su narcisismo herido. Me gusta y me disgusta a la vez cantar ante la gente, aunque la mayoría de ellos ni se fije en la cara del titiritero. Hablan, beben, confunden sus lenguas en un océano de besos precursores de otros besos y otras caricias más íntimas, se esfuerzan por seducir, hacen como que aún no están plenamente seducidos, entran y salen cuando les viene en gana, para eso son los clientes y pagan.

También esta noche me iré desangrando a borbotones, mientras ensarto sin orden ni concierto mis canciones de adolescencia, de juventud, de madurez, de vejez, de agonía final. En el pub rebotará mi voz contra las paredes, transformándose en un alarido en el vacío que nadie escucha. Volveré a exponer esta noche mis heridas abiertas a los ojos de un público que asiste a mis propias exequias sin saberlo, por pura casualidad, entre copa y copa. Hoy te noto especialmente triste. Echas de menos a Sandro….Sandro es un agujero negro que absorbe cada uno de mis pensamientos y anhelos, que no deja escapar al exterior una sola partícula de mi vida sin estar pintada de sus colores. Esta noche me siento triste al pensar en él. Cada nota y cada pausa, cada estrofa y cada silencio se transformarán en un trozo de su carne y de su risa. La gente seguirá con sus chistes y sus manoseos, pero yo estaré llorando por dentro. No verán a un hombre que nada cansinamente por la vida a fin de mantenerse a flote como sea, aferrado al tablón de su último naufragio. De nada les culpo, pues no tienen ninguna obligación de que sus ojos perciban ese proyecto de bufón que les canta. Ese muñeco de trapo que está subido en el estrado, sudando bajo los focos, ajustando torpemente los micrófonos, es en realidad un niño que echa de menos a otro niño, ahora de vacaciones con su madre, dormido plácidamente en su cama de la playa, a quien tanto deseo estrechar entre mis brazos... Dentro de unos días regresará a Madrid. Y con él recobraré la parte de mí mismo que aún desea seguir con vida.

Duérmete, Sandro, hijo mío, que me hieres tanto esta noche. Aprieta con fuerza tus tres años, sueña, no te despiertes. Dentro de un rato cantaré para ti. En el fondo de mi corazón, tú y yo sabremos que te estaré cantando una nana.

Las luces y los focos ciegan mis ojos, y sus bolsos, las mesas y las copas son solo oscuridad. Canta un grillo en el pub, llama a cualquiera que esté dispuesto a acabar con su canto de un pisotón...

Me quema el hecho de que existas, hijo mío, eres una dentellada en pleno cariño, en plena indiferencia, en esta indiferencia que me asola por dentro... Lo indiferente... Todo... O yo solamente. O nadie. Falta el aire. Duerme el silencio, callado, acallado, como esta pesadilla por nacer nunca (indiferente)... Muy pronto jugarás de nuevo en la buhardilla con tu coche de bomberos, pintarás aviones, montarás en tu triciclo por el parque... El día que me digas “por mí no te preocupes, me hago cargo”, ese día sabré ya que puedes entender la flaqueza de los otros porque la has padecido en tu propia carne...

Se suceden las canciones... Duerme, Sandro, hijo mío. Aquí tienes esta nana de tu padre. Escoliosis de la ilusión. Abulia. Alguien aplaude. Comienzo agreste del paseo por el glaciar de la vida de tu padre. Otra canción. Y otra. Pasión (indiferente). Soledades cruzadas queriendo alcanzar el alma del otro. (¿Nos vamos? Sí, yo también te deseo. ¿A tu casa o a la mía? Camarero, la cuenta, por favor. ¿Tienes condones a mano o tenemos que comprarlos?). Impacto, muerte, ardor (indiferente)... Sorbo a sorbo (de licor o de cicuta) va feneciendo la espera... Mantenerse firme (indiferente). Y siguen las canciones....

Duérmete de nuevo, Sandro, hijo mío. Me hago niño contigo, mientras esta noche suena en la buhardilla la melodía del “Lobo feroz” de la caja de música que te compré hace unos meses… Duerme, sueña que tu padre está jugando contigo en su cueva pobre y caliente. Por ti vivo, quiero cantarte ahora la verdad aberrante de mi vida. Por ti me sostengo ilusionado en la zozobra, por ti me levanto y prosigo mi camino cada día. Contigo comparto mi ración de pan y de vida, amasada entre clases, traducciones y canciones. Duérmete, Sandro, hijo mío, no te despiertes. Que mis manos están ahora acariciando tu vida, la que tú me regalas con tus besos.

Anda, canta la última canción y vete a casa. De acuerdo. Allá va.

Y canto, por fin, mi última canción.

rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac, rac...





Por Madrid, 3


Relativamente cerca, está la sede de Comisiones Obreras, en la calle de Lope de Vega. Me quedé mirándola desde el Paseo del Prado. ¡Cuántos recuerdos! Allí y en ese momento, tuve la certeza de que ya no cotizo ni tengo carné de CCOO, pero SOY de Comisiones Obreras.

Por Madrid, 2




Quiero empezar en la calle Atocha, a la altura de Antón Martín, Allí fueron asesinados por unos criminales fascistas, unos abogados laboralistas de Comisiones Obreras. Conocí a algunos de ellos. Incluso pasé una noche en el hospital velando a una compañera con varios balazos, uno de ellos en la cara.
Quedé un buen rato mirando aquella casa, aquella puerta.
Me sentí lleno de agradecimiento, de emoción, también de indignación.
Eran muy buena gente, lo sé muy bien.
Por mi memoria pasaron ellos y otros muchos del PCE y CCOO que entregaron sus vidas, su bienestar, todo lo que tenían por unos ideales, por unos valores.
Y me prometí no renunciar a esas ideas y esos valores.
Gracias. compañeros y compañeros.
En ese abrazo que representa el monumento erigido en vuestra memoria al otro lado de la calle, estoy yo también.
Gracias, compañeras y compañeros.

Por Madrid, 1


El viernes pasado, estuve en Madrid. Llegué de noche. Era mi primer viaje solo para pasar uno días solo. Me apetecía mucho hacerlo. En mi silla de ruedas salí de Puerta de Atocha, crucé la Glorieta y me metí en el hotel. Desde hacía muchos, muchos años, no paseaba por Madrid, pues solo me movía en coche y con el coche, a expensas de encontrar un aparcamiento, a condición de no examinar después demasiado, a fin de evitar el dolor. Volví ayer, domingo. Ha sido un viaje glorioso, emotivo, donde he ido enlazando vivencias, recuperando recuerdos, reconciliando etapas. Quiero darlas a conocer. Carecen de importancia. Por eso mismo, tienen tanta.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Menudo chasco...

Recurso de apelación


El 21 de mayo, MHUEL ha presentado ante el Tribunal Superior de Justicia de Aragón el Recuso de Apelación a la sentencia del Juzgado de lo Contencioso Administrativo nº 3, presentado el 21 de mayo, por la asociación Movimiento hacia un Estado Laico (MHUEL) contra la presencia de un crucifijo en el salón de plenos del Ayuntamiento de Zaragoza y la asistencia obligatoria de los miembros de la Corporación Municipal en calidad de tales, según los artículos 8.1.a) y 13.1 del Reglamento de Protocolo, Ceremonial, Honores y Distinciones del Ayuntamiento de Zaragoza

Publicación de otro libro

Anuncio la publicación de un nuevo libro.
Se titula "¿dios?". Así, entre interrogantes y con minúscula.
Transcribo el inicio del Prólogo:

"El título de este libro es "¿dios?". Los signos de interrogación se limitan a cumplir su función: preguntar, preguntarse.

Escribir “dios” y no “Dios” a lo largo de la obra quiere expresar que “dios” es un nombre común, no propio. En castellano los nombres personales se escriben con una mayúscula inicial (Napoleón, Einstein, Goya…); los nombres comunes, en cambio, con minúscula (agua, reloj, electricidad…). Por eso, “dios” se escribe con una minúscula inicial: es un término común a todos los cientos o miles de dioses que han ido sucediéndose a lo largo de lo historia de la humanidad. La característica común a todos ellos es que cada uno de ellos ha sido considerado único y verdadero en relación con el resto de divinidades. Pero eso no equivale a que dios sea alguna suerte de entidad personal.

El preguntar aspira a estar equidistante entre la afirmación y la negación. El libro no afirma o niega nada acerca de lo que a lo largo de los siglos ha recibido el nombre de "dios". El libro plantea preguntas. El libro entero aspira a ser simplemente una incesante pregunta.

El autor se declara agnóstico respecto de dios y de cualquiera de sus ramificaciones religiosas, pasadas o presentes (de las futuras no está en condiciones de responder: bastante tiene ya con llegar a fin de mes). No es, pues, creyente o practicante de ninguna.

Por otro lado, declararse ateo siempre le ha parecido un síntoma de una cierta religiosidad militante (da por hecho que se puede hablar de dios, aunque sea para negarlo). Por consiguiente, el autor se declara agnóstico también respecto del ateísmo, en cualquiera de sus posibles modalidades.........".

La necesidad del contacto


Llevo una buena temporada metido en mil fregados, todos ellos valiosos. Cada día me digo que tengo que atender más a este blog. No solo por mis posibles lectores, sino por mí mismo. Lo haré pronto: escribir casi cada día.

Ahora reparto folletos para la Campaña “No marques ninguna de los dos casillas en la Declaración del IRPF”. Son algunas tardes, y allí se puede escribir un tratado de psicología social sobre las reacciones de la gente al darles ese folleto.

El viernes por la tarde, a las 19 horas, en el Centro de la CAI “Joaquín Roncal” (c/ san Braulio) se presenta DMD – Aragón (DMD=Derecho a Morir Dignamente). Todo un reto, toda una ilusión.

Después, voy a Madrid. Amigos entrañables con los que estar, y el domingo veré a mi hija, por Madrid durante unos días por cuestiones burocráticas. Una maravilla puede ser este domingo.

Dos días además paseando por un Madrid que me acogió durante veinte años. Veinte años importantes, transcurridos en pleno claroscuro.

Voy a escribir más aquí. Cada visita que hacéis a este blog lo tomo como un abrazo. Y cuánto necesitamos abrazos y palabras de aliento y…