miércoles, 23 de febrero de 2011

Cachalotes en la meseta


Hace 2.400 años, Platón explicaba en una carta que por interés personal y tradición familiar desde muy joven tenía el proyecto de dedicarse a la política, pero observando con el paso del tiempo la incompetencia y las tropelías de la clase política ateniense (entre ellas, la condena y muerte de su maestro Sócrates) concluyó que mal puede dedicarse alguien a la política concreta de la ciudad si previamente no puede reconocer dónde está la justicia en la vida pública y en la vida privada, y no cuenta con un proyecto racional de sociedad y de ciudadanía que quiere llevar a cabo.
En otras palabras, un político sin un concepto firme, maduro y personal de lo que debe ser la sociedad donde va a llevar a cabo su labor política (en eso consiste un político sabio) está abocado a ser muy poco político (es decir, a tener serías dificultades para desempeñar justamente su función en y por la polis). Viendo determinados eventos políticos, hoy Platón podría escribir una carta muy parecida y recordarnos que un político poco sabio es poco político.
LEÍAMOS HACE UNOS días que la Junta de Castilla y León había presentado un extenso informe del Programa de Desarrollo Rural para justificar los 1.838 millones de euros de subvención del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), destinado a "reducir las diferencias que existen entre los niveles de desarrollo de las regiones europeas y para que las regiones menos favorecidas se recuperen del retraso que sufren". Pues bien, en dicho informe se incluye entre la fauna castellanoleonesa a proteger los cetáceos marinos. Concretamente, la Phocoena phocoena (marsopa común muy extendida sobre todo en las aguas costeras más frías del Hemisferio Norte) y el Physeter macrocephalus (cachalote, mamífero marino del orden Cetácea del suborden Odontocet; abunda relativamente desde los polos al ecuador, y se encuentra en todos los océanos).
PLATÓN, SIN DUDA, quedaría consternado al ver que el Gobierno de una región sin salida al mar pide 1.838 millones de euros del Fondo de Desarrollo Regional para, entre otras cosas, proteger especies oceánicas. Y algún sofista contestaría a Platón, a modo de chiste malo, que si nadie ha visto un cachalote por la meseta castellano-leonesa eso prueba precisamente que el cachalote está en peligro de extinción.
Sin dejar de lado las anécdotas y los chascarrillos, recientemente leíamos también que un político indio había leído en Naciones Unidas durante tres minutos el discurso del representante portugués que había intervenido inmediatamente antes de él, lo que parece poner de manifiesto que aquel político indio no había escuchado el discurso anterior o no sabía lo que iba a leer (o ambas cosas). Algo, pues, muy similar a los políticos castellano-leoneses que presentan en la UE un informe con tamaños disparates: no lo leyeron o les interesa un carajo todo lo que no sea recibir los millones solicitados a la Unión Europea.
Y no deja de forma parte del mundo de las chanzas que, declinando ya el pasado mes de enero, conociéramos que la Internacional Socialista (la organización mundial de los partidos socialdemócratas, socialistas y laboristas) había expulsado de la organización a Reagrupación Constitucional Democrática (RCD), el partido del recientemente depuesto presidente de Túnez, Zine el Abidide Ben Alí, apelando a "los valores y principios" que definen a la familia socialista.
El partido tunecino expulsado ha controlado Túnez durante décadas y ha mantenido buenas relaciones con muchos países y partidos políticos europeos. Pero esos valores y principios socialistas solo salen a la palestra cuando es el propio pueblo tunecino el que pide en la calle democracia y libertad y los medios de comunicación se hacen eco de ello en sus portadas y primeras páginas.
A los pocos días, de nuevo la Internacional Socialista expulsaba al Partido Nacional Democrático del presidente egipcio Hosni Mubarak, a quien se le comunica la expulsión invocando el compromiso de la organización socialista con "una democracia más integradora". Hasta esa fecha, Mubarak y su partido llevaban gobernando treinta años Egipto, y al parecer nadie se había percatado de que no representaba "una democracia más integradora". ¿Qué escribiría Platón ante estos y otros muchos hechos de parecida calaña?
ANTE EL DESCRÉDITO de la clase política ateniense descrita por Platón, incluso el filósofo cínico Antístenes se reía de sus conciudadanos al recomendarles que votaran que los burros se hicieran caballos, de la misma manera que ellos votaban como dirigentes a hombres ignorantes y sin preparación.
Precisamente para evitar ese descrédito en la actualidad y posibilitar que la ciudadanía se sienta imbuida e implicada en la vida sociopolítica, los profesionales de la res publica deberían trabajar más para mejorar su sabiduría (justa aplicación --comenzando por ellos mismos-- de los derechos universales y los principios cívicos a los intereses y necesidades de la ciudadanía) y así ser realmente verdaderos políticos.

Cachalotes en la meseta

Cachalotes en la Meseta ( El Periódico de Aragón - 23/02/2011 )

lunes, 14 de febrero de 2011

La delgada línea del terrorismo


Andan algunos inquietos por el nuevo partido de la izquierda abertzale (Sortu), pues presumen un engaño (“un avance con trampa”, “burla macabra”) que se  pretende tender por enésima vez y lanzan las mismas letanías de siempre en cualesquiera circunstancias: no debe presentarse a las elecciones municipales, cumplimiento estricto de la ley de partidos, invectivas de todo calibre y grosor contra ZP, todo lo cual remacha la secretaria general del PP y presidenta de este partido en Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, diciendo que, tras "cincuenta años matando”, no basta con condenar lo que se haga ahora sino también “lo que se hizo en el pasado”. Mientras tanto, los vascos afines al abertzalismo bracean en el mar de un estudiado decir sin decir y se preguntan  qué más deben hacer, deshacer, condenar y decir  para que deje de jarrear sobre sus cabezas el eterno retorno de lo mismo: disolución de ETA, entregar las armas, pedir perdón a las víctimas, condenar toda la violencia…
La historia la escriben los vencedores con los tonos y los sesgos, con los recuerdos y las amnesias que les convienen. Por eso la historia está plagada de historias de buenos y malos, terroristas y demócratas, héroes y villanos.
Recientemente, con motivo del 90º aniversario de la organización judía paramilitar Haganah,  algunos de sus miembros  fueron condecorados y homenajeados oficialmente como “héroes de Israel”. Haganah, directa e indirectamente integrada, según los casos, en el Movimiento de Resistencia Judío junto con Irgun y la Banda Dura, llevaron a cabo numerosos actos terroristas por toda Palestina entre 1944 y 1947:  bombas y maletas bomba  en oficinas, puentes, barcos, refinerías de petróleo y comisarias; asesinatos de policías, políticos, diplomáticos, soldados y civiles; secuestros y ejecuciones. Es mundialmente conocido el atentado terrorista con bomba en el hotel Rey David, de Jerusalén el 22 de julio de 1946, que causó 92 muertos y centenares de heridos. Pues bien, en julio de 2006, el ex Primer Ministro Benjamín Netanyahu y ex miembros del Irgún participaron en la  celebración del 60º aniversario del atentado, donde descubrieron una placa que incluso declaraba culpables  a los británicos: “Por razones conocidas sólo por los británicos, el hotel no fue evacuado”.  O sea, exactamente igual que la declaración de ETA en el atentado del Hipercor de Barcelona en junio de 1987. En un caso, son héroes nacionales; en otro, terroristas asesinos.
Llama la atención asimismo la persistencia por parte de cierto conservadurismo celtibérico en aplicar el principio de no contradicción como les viene en gana, de tal forma que una misma cosa puede ser y no ser al mismo tiempo. Por ejemplo, hay que recordar siempre a las víctimas del terrorismo de ETA y juzgar a sus autores por sus crímenes, pero al mismo tiempo hay que olvidar los crímenes del franquismo y no hay que pedir perdón a sus víctimas (más aún, no hay victimas).
Nueve meses antes del 11-S,  Condoleezza Rice tenía en su poder un informe que proponía apoyo militar a las fuerzas afganas de la Alianza del Norte que luchaban contra los talibanes, ataques aéreos, y la introducción de fuerzas de operaciones especiales en Afganistán. Un día antes del 11-S,  la administración Bush acordó un plan para derrocar al régimen talibán en Afganistán por la fuerza y .declaró que no se distinguiría entre organizaciones terroristas y naciones o gobiernos que les dan refugio. Al poco tiempo, el 9 de febrero de 2002 Hamid Karzaï, el  nuevo primer ministro de Afganistán, y su homólogo paquistaní, el dictador y golpista Musharraf, fuerte aliado de los Estados Unidos en la zona, cerraban un acuerdo para permitir la construcción de un oleoducto que enlazase el mar Caspio con el océano Índico, atravesando el Afganistán recién conquistado. Con ello, las grandes multinacionales petrolíferas habían conseguido finalmente hacer realidad sus ansiados proyectos. Sorprendentemente, los telediarios callaron y los medios de comunicación hablaban principalmente de la cuesta de enero tras los dispendios navideños. Meses después, Estados Unidos invadía Irak para  "desarmar a Irak de armas de destrucción masiva, poner fin al apoyo de Saddam Hussein al terrorismo, y lograr la libertad del pueblo iraquí”. La línea que delimita el terrorismo es muy delgada, también muy mentirosa.Napoleón llegó a considerar la guerra de guerrillas española como la causa principal de su derrota, y seguramente considero malditos terroristas al cura Jerónimo Merino, Juan Martín “el Empecinadoo Juana “la Galana”. Actualmente, tienen dedicados monumentos y calles en muchos pueblos de España, aunque Napoleón los hubiera ejecutado con gusto por terrorismo.
El propio Departamento estadounidense de Defensa establece una diferencia entre “acciones terroristas”, por un lado, y "operaciones de comandos", por otro. En el primer caso, se trata de asesinos y enemigos de la democracia. En el segundo, de “audaces acciones en campo enemigo”.
¿Es de descartar que pudiere llegar un día en que miembros destacados de Sortu y aledaños tengan calles, plazas y monumentos dedicados como “héroes nacionales”?

martes, 8 de febrero de 2011

Expolio de y en el trabajo


Miras a la gente metida en el autobús por las mañanas camino del trabajo y sus caras no parecen muy divertidas (muchos de ellos se quedarían muy a gusto en casa, sin tener que madrugar y haciendo lo que les viniere en gana), pero esas caras mutan por completo al comienzo de unas vacaciones o de un puente largo. En muchos casos, el trabajo suele disgustar. El judeocristianismo creó una explicación bastante pintoresca a este respecto: hemos de trabajar de mala gana  (“con sudor de tu frente comerás el pan”) porque una primera pareja candorosamente feliz de la que descendemos todos los humanos comió de un fruto prohibido por su dios, que los expulsó del paraíso donde vivían y los condenó a una buena lista de cosas desagradables; entre ellas, a trabajar. Según esto, pues, el trabajo sería un castigo mondo y lirondo.
Nada tiene, pues, de extraño que una de las acepciones de “trabajo” en  el diccionario de la RAE sea “estrechez, miseria y pobreza o necesidad con que se pasa la vida” y de “trabajoso”: “que padece trabajo, penalidad o miseria, en especial en el orden físico o anímico”. Sin embargo, hoy el peor castigo no es trabajar, sino no tener empleo. De hecho, un desempleado daría lo que fuera por tener un trabajo más o menos estable y no demasiado mal remunerado.
En la actualidad, el castigo bíblico ha sido superado con creces por un dios mucho más implacable, llamado “los mercados” por una cohorte de demiurgos. Hasta ahora, el expolio consistía en que el trabajador vende a cambio de un sueldo lo único que tiene: su tiempo, sus energías y su preparación, conseguida mediante unos estudios y su posible experiencia profesional. Así, tras esa compraventa, el trabajador se queda sin nada propio (incluso –pensándolo bien- se queda sin él mismo, en manos del jefe correspondiente). El trabajador raramente está además en condiciones de negociar las condiciones de trabajo y el valor del mismo  traducido en salario.
 Por otro lado, trabaja en un sitio y con unas herramientas o medios que tampoco le pertenecen, de tal forma que él mismo llega a formar parte del “ajuar laboral” de la empresa, donde ocupa su sitio y tiene su función, perfectamente reemplazables por cualquier otro. Más aún, en el caso de que se compren nuevas herramientas o medios más tecnificados, corre el peligro de quedarse en la calle, pues no puede competir en rendimiento y productividad con una máquina. El acto mismo de trabajar es un acto ajeno a él mismo: de hecho, el trabajador se siente propiamente él mismo fuera del trabajo y en el trabajo, fuera de sí mismo. En este contexto, incluso la naturaleza misma está entonces alienada: lejos ya de ser un hábitat natural, queda transformada en una mera fuente de materias primas y de recursos, en un basurero o en algo que proporciona ocio, si se puede pagar al precio marcado.
Tampoco le pertenece el producto de su trabajo, pues inmediatamente se torna en una mercancía más dentro del mercado, en un objeto más de consumo: pasa inmediatamente a otras manos, siendo en definitiva extraño al trabajador. Hablando en plata, el trabajador es un instrumento más en la cadena de producción para obtener el mayor volumen de ganancias. Más aún, el sistema productivo es un sistema destinado a que unos cuantos obtengan ganancias, a veces desorbitadas, a costa de los demás. Igualmente, está alienado el modo de posesión y de distribución de los productos: el mundo es un almacén de objetos de consumo y el ser humano, un consumidor.
Hoy, sin embargo, el expolio al trabajador es mucho mayor y se produce ya con total alevosía y sin ningún tipo de nocturnidad: no se le expolia ya solo en y por su trabajo, sino que se le expolia del trabajo mismo (o se le convence de estar en constante riesgo de perderlo). Mientras siguen siendo enormes las ganancias y beneficios de las grandes empresas y grupos financieros (los mismos que, enmascarados como “los mercados”, han armado este río revuelto asumido universalmente como “crisis económica”), millones y millones de ciudadanos están en el paro, el panorama laboral de los jóvenes cada vez está más oscurecido y las condiciones y los derechos de los trabajadores están en franco retroceso. Entretanto, Zapatero ostenta con orgullo ante Merkel que ha hecho bien “los deberes” (olvidando, de paso, los deberes de las grandes fortunas y empresas), a la vez que con el panorama actual está por ver quiénes y cuántos trabajadores podrán tener una pensión completa tras unas condiciones de jubilación exorbitadas.
Charles Fourier se sonríe amargamente leyendo estas líneas, mientras se pregunta qué ha sido de sus falansterios y su socialismo utópico. Carlos Marx se pregunta, a su vez, si este artículo no deja de ser un plagio de sus ideas más básicas.

martes, 1 de febrero de 2011

Fue clarividente


En los últimos días han aparecido en los medios una viñetas humorísticas que ponen muy bien de manifiesto cómo nos va, cómo va el mundo





Mi móvil ya no me quiere


Imagino que el portavoz y secretario general de los obispos españoles creía estar en posesión plena de la verdad, cuando el viernes pasado declaraba que el matrimonio en España se ha convertido en “un contrato mucho más leve” que el firmado con las compañías telefónicas: Martínez Camino considera que hoy es más difícil rescindir el contrato de un servicio telefónico o de telefonía móvil que divorciarse del consorte. Como es de suponer que habla de lo que no ha experimentado en propia carne, Martínez Camino habla de lo que no sabe, y además falta al respeto a cuantos deciden compartir sus vidas por la simple, llana y maravillosa razón de que se quieren.
Nos pasamos la vida anhelando la felicidad, y un día reconocemos en la mirada de otra persona los destellos del amor, recién amanecido en el corazón. Todo parece entonces posible: el amor pleno y la posibilidad de volar libre al son de los latidos de la persona amada. Por eso, al oír las opiniones de Martínez Camino sobre este asunto, pienso: “pobre hombre, pobre hombre...”.
Al amar, somos muchos los que hemos pretendido querer al otro como es, respetar sus pasos, impulsarlo hacia su propio destino, teniendo claro que lo amamos por la maravillosa razón de que queremos. Al amar, me alegro de que el otro sea lo que quiera, sólo lo que quiera y nada más que lo que quiera. También, claro, que me quiera. Por eso, cuando un ignorante que cree saber algo habla de contratos, compañías telefónicas, etc., perpetra una grave falta de respeto al amor.  
A los amantes no les preocupa el futuro de su amor, pues siempre es saludable descansar plácidamente en cada instante, libar el néctar de cada caricia, el sabor de cada palabra, el aroma de cada paso compartido, la acogedora humedad de cada entrega. Y es que el amor debería conservar siempre su alma de niño y vivir sin corsés, sin medida, sin previsiones.
El amor no existe en ninguna parte fuera del alma de quien ama. Nace del corazón limpio y muere en cuanto se lo quiere encerrar en algún sitio o entre cuatro papeles. Imposible hacer sobrevivir al amor si no escucha segundo a segundo el latido, alegre o triste, del corazón. No sabe ser mediocre ni tibio: llena de amor hasta los topes o termina colapsado, sin aire y sin agua.
Sin embargo, en la vida hay a veces poca poesía, irrumpen en ella la frustración y  la monotonía, y entonces  el amor se deteriora en un proceso que está lejos de ser fácil y superficial. En algunos casos, la luz del amor se mantiene viva hasta el final. En otros, se apaga lenta o bruscamente, incluso violentamente. El amor se encapsula entonces en mil modalidades de desamor, se rompe, arrastrando consigo cuanto puede, haciéndolo añicos. Los sueños se tornan entonces pesadillas. Las palabras de amor, hosco silencio. El desamor saja las paredes del corazón y regresa a la vida cotidiana en forma de desolación. En muchos casos, se diluye el rostro de los presuntos culpables, pues todos terminan siendo víctimas. De hecho, casi todos se sienten inocentes de que el juguete se les haya roto. Sobre todo si hay niños de por medio, el dolor se hace insoportable.
Martínez Camino y sus colegas acuden entonces a recordar que cuantos han ido a casarse a sus iglesias (cada vez en menor número) han prometido permanecer casados hasta que la muerte los separe: son tan torpes, tan arteramente ignorantes, que encubren que el verdadero acabamiento del amor es el desamor y no el encefalograma plano de un cuerpo. Nietzsche los llama “resentidos de la vida” y voceros de “la moral de los esclavos” y por eso Martínez Camino y cía consideran “leyes irracionales, injustas y perjudiciales para el bien común" las que permiten (no obligan) la separación o el divorcio mediante leyes del pueblo aprobadas democráticamente por los representantes institucionales del pueblo.
Al señor Martínez Camino le parece “preocupante” que en España haya “un descenso general del número global de matrimonios”, con efectos en el descenso de la natalidad, debido a la falta de apoyo del Gobierno “al matrimonio y a la familia” y al “déficit grave de una política familiar bien enfocada". En realidad, debería enterarse de que lo único que han hecho esos hombres y esas mujeres (por muy equivocados que los considere la jerarquía católica celtibérica) es apostar por que la vida continúa a pesar de los pesares e incluso un día volverá a amanecer en sus vidas. Somos libres, y ponernos a recorrer las veredas de la libertad conlleva el riesgo de que en ocasiones  los planes no coincidan finalmente con los resultados, ni los deseos con la realidad, así como también el riesgo añadido de  que Martínez Camino siga diciendo sandeces.