sábado, 30 de abril de 2011

Regios trastornos hereditarios



Me he preguntado qué tienen los reyes y los príncipes, las reinas y las princesas, para embelesar (alienar) a la gente. Ayer se casaron dos (ella, ¡plebeya!) en Londres y fue la noticia del siglo, especialmente su beso real en el balcón del palacio. Mientras, iban cayendo en otro lado niños, adultos y ancianos como mosquitos y moscas de malaria y disentería, pero eso no importa. Mientras, la cifra de parados en España roza los cinco millones, pero eso no importa.
Adentrados en el siglo XXI, el discurso sobre la igualdad y la libertad recibe una pedorreta por parte del pueblo, enfrascado en la contemplación de la boda. ¿Igualdad? La sangre azul hace que la jefatura del Estado de no sé cuántos países siga en manos de unas cuantas familias con los cromosomas maltrechos y la línea de consanguinidad echando chispas. Si eres hijo o hija de…, eres rey o reina, y mandas y no trabajas y luces trajes y vestidos de marcas carísimas y viajas y no pegas golpe y haces como que haces algo. Eres el jefe del Estado, casi nada.
Antes era axioma eso de que el poder viene de dios, si bien nadie osaba decir que el poder de ese dios viene de la renuncia a poder algo por parte de sus adoradores. Clero y reyes y potentados y guerreros se unían para que todo estuviese en su sitio. Y para ello necesitaban a un rey. Ha habido muchos reyes: de copas, de oros, de espadas, de bastos. En España me esfuerzo por encontrar a alguno presentable.
Y encima los televisan.

jueves, 28 de abril de 2011

Seguridad y terrorismo

Artículo publicado hoy en Andalán
http://www.andalan.es/?p=4386



Hemos leído los “documentos secretos” filtrados por Wikileaks y publicados recientemente en el diario El País sobre Guantánamo. Hemos comprobado por enésima vez que los amos del imperio, los supuestos adalides de la democracia y de la libertad, los presuntos garantes del imperio de la ley, mantienen una situación jurídica y humanitaria propia de los regímenes totalitarios más execrables.
Hemos visto asimismo que el país llamado Estados Unidos de América encierra en su seno un sistema que buena parte de su ciudadanía seguramente rechaza, pero que condiciona fuertemente la marcha de esa nación y el progreso del mundo. No se trata solo de las tesis ultraconservadoras del denominado Tea Party, sino de unas constantes económicas, militares e ideológicas (descritas hasta la saciedad por Noam Chomsky) que conducen a un placentero oasis interior y a la explotación económica y la agresión militar en el exterior, al pairo de los intereses financieros y económicos de los grandes grupos de poder. Uno de los últimos capítulos de este hediondo serial es Guantánamo: no se trata de cargar las culpas solo sobre el histriónico Presidente George W, Bush, pues el icono hace pocos años de la esperanza mundial, Barack Obama, demuestra igualmente que tiene las manos atadas para, entre otras cosas, cerrar Guantánamo, tal como prometió solemnemente durante su campaña presidencial.
Por encima de Presidentes y voceros oficiales está el Gran Ente, que monta impunemente y en su propio beneficio crisis economómicas a escala mundial, que conllevan además un sustancioso recorte de derechos civiles, laborales y sociales en nombre de unas leyes del mercado que precisamente condujeron al desastre. Ese Gran Ente determina que un sistema de salud para todos los ciudadanos estadounidenses atenta contra no sé qué libre competencia y que el petróleo mundial es suyo, solo suyo y nada más que suyo. Por eso urde grandes patrañas sobre armas de destrucción masiva o se autodeclara defensor de los derechos humanos en los rincones perdidos del planeta que le interesan (el resto le resuta indiferente).
La última gran falacia viene disfrazada de terrorismo y seguridad. Escama bastante que aún no haya habido un solo juicio sobre los supuestos atentados del 11-S. Se han escrito miles de libros y artículos, se han editado documentales y valoraciones técnicas de todo tipo, cuestionando en profundidad la versión oficial de lo ocurrido aquel 11 de septiembre. De hecho, ni siquiera el presunto cerebro del 11-S, Khalid Sheik Mohamed, ha sido aún juzgado y, si hacemos caso al fiscal general, Eric Holder, no será juzgado por un tribunal ordinario en suelo estadounidense, sino por una comisión militar y por el procedimiento de un consejo de guerra.
Enfermos mentales, personas que pasaban por allí, primos de un amigo de un talibán, portadores de un determinado modelo de reloj Casio  o de un teléfono satélite o de un billete de 100 dólares, acaban siendo hechos presos, interrogados, torturados, metidos en el agujero negro de Guantánamo. Mientras, los interrogadores, los autores del Manual del Interrogador, los patriotas del God bless America en general, se creen instrumentos de la justicia, defensores de la civilización occidental, garantes de que el diablo musulmán no vencerá.
 Los casi 5.000 folios filtrados por Wikileaks relatan las terribles condiciones de vida de los reclusos y el durísimo régimen disciplinario al que están sometidos. Subrayar un libro de la bibioteca o desconchar una pared es castigado duramente por atentar contra propiedades del Estado. El sistema para interrogar y clasificar a los presos rivaliza con los mejores manuales del nazionasocialismo germano. Los derechos humanos brillan por su ausencia, pues Norteamérica ha creado un “limbo legal” (otro ejemplo más del sarcasmo entronizado públicamente como expresión ambigua para no decir nada y ocultar todo), cuando en realidad ha creado el infierno. Pues bien, la  Casa Blanca reacciona únicamente condenando la publicación de los documentos y aseverando que los datos mostrados en Wikileaks no están actualizados.
Todo puede ser terrorismo, cualquiera puede ser un terrorista, según los Manuales de Guantánamo. Y finalmente, de tanto sobar la misma palabra según los intereses y a conveniencia de parte, un hombre empieza a oler a terrorista por ser musulmán, por ir a una mezquita, o por pensar/decir que el terrorismo de los terrorismos se alimenta de las ubres del Pentágono, Wall Street y de quienes sufragan generosamente a ciertos telepredicadores y a ciertas organizaciones ultras.
Nos lo venden como seguridad, pero pocas veces ha estado el mundo más inseguro que con toda esta seguridad de crisis económica cocinada en unos cuantos despachos y esas guerras preventivas que hieden a mentiras podridas. 



miércoles, 27 de abril de 2011

El trasbordador espacial se mete en política

Publicado hoy en El Periódico de Aragón
En un libro de reciente aparición (Qué te importa lo que piensen los demás?, Alianza), el premio Nobel de Física en 1965, Richard P. Feynman, cuenta sus idas y venidas por Washington y la NASA tras ser nombrado miembro del comité de investigación de la explosión del trasbordador espacial Challenger en 1986. Con su humor habitual, va desgranando datos y anécdotas en los despachos y pasillos políticos y empresariales de los organismos que estaban implicados en el asunto. En algunos pasajes recuerda a nuestro añorado José Antonio Labordeta en su época beduina en el Congreso.

Al final del libro, Feynman ofrece su visión de todo aquel asunto desde el sentido común y desde la ciencia, que parece encajar como anillo al dedo en la actualidad, especialmente en este período preelectoral, cercanas ya las elecciones municipales y autonómicas de mayo del presente año. Cuenta, por ejemplo, que había comprendido cómo se operaba y maniobraba, de hecho, en Washington y la NASA. Así, por ejemplo, los trabajadores de un gran organismo o empresa saben lo que conviene (en un sentido amplio) hacer, sin que se lo digan. Y sus jefes, saben lo que tienen que decir y hacer, sin pillarse los dedos y teniendo siempre a mano un tercero sobre quien descargar responsabilidades.
Feynman tiene muy claro que para obtener logros científicos es preciso describir con sumo cuidado las pruebas disponibles, con independencia de las expectativas y valoraciones personales de quien las examina. Ante una teoría, hay que sopesar con toda la ecuanimidad posible los pros y los contras de la misma, someterla a comprobación y ponerla a disposición de quien quisiere conocerla o criticarla. Feynman llama a esta actitud honestidad e integridad científicas.
Sin embargo, observa Feynman que en otros ámbitos, como los negocios, se funciona de una forma bien distinta. Pone como ejemplo el mundo publicitario, donde, según él, no pocos de sus anuncios están palmariamente diseñados para engañar al cliente o al consumidor de una forma u otra. Y concluye que en el mundo de las ventas (a pesar de que su padre pertenecía a ese mundo y era un hombre cabal y honrado) existe “una cierta carencia de integridad”.
Sobre la base de estas reflexiones, Feynman analiza sus experiencias en el mundo de la política y de la empresa donde le había tocado moverse como miembro de la comisión de investigación del Challenger. Por ejemplo, cuando ve a un congresista dando su opinión sobre algún asunto, se pregunta si lo que dice responde a su verdadera opinión o representa más bien una opinión “diseñada con el fin de ser elegido”. Se trata de una buena pregunta, aplicable también a la realidad política actual. De hecho, se está produciendo un verdadera corrosión de la credibilidad de la clase política española (en la que quedan implicados también los políticos honrados, sinceros y honestos), pues a menudo da la impresión de que un considerable número de políticos no dice lo que piensa (en algunos casos, parece una duda razonable cuestionar incluso que piensen algo), sino solo  lo que conviene a sus intereses más pedestres y más descalifica a sus contrincantes.
Feynman da un paso más y se plantea a renglón seguido qué relación hay generalmente entre la integridad personal y el trabajo para un político, un partido político o un gobierno. Feynman ha visto tanto en unos meses y ha echado de menos tanto en el mundo político y empresarial que se pregunta cómo puede prosperar en Washington una persona íntegra. En otras palabras, hasta qué punto es realmente posible mantener íntegramente  las convicciones éticas en el mundo del negocio político o en qué medida es posible conciliar incondicionalmente la honestidad personal con el cotidiano trasiego de intereses y negociaciones en el mundo político. Ni que decir tiene que hay (incluso personalmente he tenido la fortuna de comprobarlo) políticos honestos, sinceros y generosamente entregados a llevar a cabo sus programas y sus ideas. Sin embargo, basta abrir el periódico por la mañana para constatar que el mundo de la política y de la judicatura (¿son el mismo?) están peligrosamente a merced de las volubles ráfagas de ideologías ajenas a su función, del dinero multicolor, del afianzamiento de la propia poltrona o de tantos otros motivos insospechados para la ciudadanía.
 Feynman concluye, aplicando una sencilla regla lógica, que a la vista de lo mucho y bien que se defienden determinadas personas en Washington difícilmente pueden ser unas personas íntegras. Sin embargo, es obligado distinguir entre las personas dedicadas honestamente a la verdadera política y las personas metidas en el “maniobrerismo” político con el objetivo básico de alcanzar el poder y conservar sus cargos. Abundan las segundas, pero está en manos de la ciudadanía votante afincar a unas y desbancar a las otras.

sábado, 23 de abril de 2011

Figúrate





Figúrate
el día en que te encuentre por el hecho de ser tú
sin adornos o currículums.

Navegando veloz sin el lastre del rito,
con el alma abierta como único velamen.

Figúrate...

Ejercicio completamente inútil y sin sentido

Obsérvese con calma la imagen. 
Determínese qué hacer a continuación
1. Romper defintivamente la cuerda
2. Tratar de recomponer la cuerda con alguna sujección suplementaria
3. Esperar pacientemente a ser espectador de la rotura defintiva de la cuerda
4. Decirse que la fotografía es bonita
5. Decirse que la fotografía deja mucho que desear
6. Preguntarse si el autor de este blog no tiene mejores cosas que hacer
7. Preguntarse quién es el cabrón que ha hecho eso a una cuerda
8. Preguntarse por qué la cuerda no se ha resistido
9. Concluir que la cuerda es la verdaderamente culpable de todo
10. Decidir que esa cuerda estaría mejor en el cuello del fotógrafo o del autor del blog
11. Pensar que el hilo de unión que resta es un puro artificio del fotógrafo
12. No hacer nada y decidir no volver a visitar este blog
13. Otras
14. Ns/Nc
15. Preguntarse qué respondería María de Cospedal
16. Preguntarse por qué no respondería Rajoy
17. Concluir que con Franco y con Aznar no les pasaban estas cosas a las cuerdas







viernes, 22 de abril de 2011

Regreso a la caverna

Tétrico, lúgubre. En torno a la imagen de un ajusticiado, familia y allegados, culto a la muerte por doquier, oscurantismo, folclore de ocultamiento de rostsros, de tambores que acompañan al condenado, al penitente. Pocas fiestas populares retroceden tanto en el camino de la razón y de la vida.
¡Y encima les llueve!




miércoles, 20 de abril de 2011

Para mirar y pensar


Es una cuestión de contemplar y dejar que la iamgen recorra la mente



 ¿Y si nos aplicamos la imagen a nosotros mismos?

martes, 19 de abril de 2011

Amigo no venido e ido






Amigo imposible,
estamos tan cerca cada día...
Sólo nos separa la décima de segundo
desajustada
de... (¿de qué?).
Eres cientos de pasos rehusados por prudencia,
miles de pretextos y de excusas,
millones de espectros comprados como saldo.
Eres uno sólo y solo.
Eres cualquiera.
¿Cómo hacerte saber que siento el vientre asesinado,
que desparramo mi ser por el asfalto,
 que tropiezan mis pies con mis entrañas?
¿Cómo hacerte saber que estoy perdido,
partido en cuatro mitades de mí mismo
 (soy dos, que andan divididos)?
Ven. Déjame que vaya. Pelillos a la mar.
Dejemos de hablar y vivir con cuentagotas.
Preservativo enano.
Máscara antigás.
Quiero conocer tu mundo que no quiero.
Hacer mío tu mundo porque es tuyo.
Y quiero que recojas mis entrañas un momento,
y cruzar así juntos el semáforo,
mientras me dices que tu mundo es mío, si lo quiero.
Y te contaré un cuento
(¿lo llamarás pesadilla?).
Y me contarás el cuento que no cuentas
a tus hijos
por las noches.
Tengo dos entradas para el cine.
           Te espero.

lunes, 18 de abril de 2011

Así ya no hacen falta enemigos

Artículo a publicar el próximo miércoles en El Periódico de Aragón

Recibí el otro día la invitación por parte de un canal de televisión con sede en Madrid para participar telefónicamente en un debate sobre la existencia de capillas religiosas en la universidad pública. Mientras escuchaba el debate antes de que me dieran entrada pude percatarme una vez más de hasta qué punto la derechona y la ultraderechona hispánicas han anegado el mundo de los medios de comunicación: los contertulios predicaban improperios contra la oleada de ofensas y persecución religiosa que presuntamente asuelan España por culpa de la política laica del Gobierno socialista.
Intenté clarificar, entre otras cosas, que el laicismo no pretende ir en contra de la religión o de las creencias, pues solo revindica que los espacios comunes pertenezcan a todos por igual, sin discriminación o privilegio alguno, que nuestros representantes públicos respeten el principio constitucional de la aconfesionalidad de las instituciones del Estado,  de tal forma que podamos ejercer nuestro derecho a la libertad de conciencia (dentro de la que se enmarca la libertad religiosa) en plena igualdad de condiciones. Fue inútil. Aquellos predicadores de la España una, grande y católica esgrimieron exclusivamente el anecdotario de  las estudiantes que se pusieron en topless tras irrumpir en la capilla católica existente en el campus de Somosaguas de la Complutense de Madrid o la “procesión atea” que ha organizado para el “jueves santo” un grupo de organizaciones, principalmente la Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores.
Enseguida saqué la conclusión de que con esos amigos no se necesitan enemigos: la mejor publicidad a favor de la Conferencia Episcopal Española, las organizaciones ultracatólicas como “Hazte Oír” o el enorme piélago de poderes fácticos políticos y económicos ultraconservadores es que unas muchachas denuncien en topless la homofobia y el machismo de la Iglesia Católica dentro de una capilla católica universitaria (por mucho que esa capilla no deba existir en un lugar institucional público) o que para mostrar su disconformidad con el cúmulo de procesiones católicas de esta semana algunos organicen otras procesiones paralelas y análogas. En ese río revuelto, grupos y organizaciones neo y ultraconservadoras pretenden crear malintencionadamente la confusión de identificar el movimiento laicista con lo que ellos llaman “laicismo radical”, o el ateísmo con el laicismo, según ellos de tinte antirreligioso, anticatólico y anticlerical. De paso, por culpa de unos cuantos actos en los que no brilla precisamente la mesura, se ven injustamente puestos en entredicho años de trabajo y de racionalidad en nuestra sociedad por parte del laicismo. La provocación innecesaria o desacertada de algunos es interpretada así como abierta hostilidad contra la religión o las creencias religiosas.
Sin duda, un laicista no puede estar de acuerdo con los privilegios económicos, políticos, sociales y simbólicos que la iglesia católica detenta en detrimento de la igualdad y la libertad constitucionales, sino que, por el contrario, reivindica la derogación del Concordato y los Acuerdos entre el Estado español y el Estado del Vaticano sobre los que se basan tales privilegios, y se opone a la pretensión por parte de cualquier confesión de imponer sus códigos morales e ideológicos o a la presencia de símbolos, celebraciones, calendarios y ritos confesionales en el ámbito de las instituciones públicas y a cargo del presupuesto público. Pero lo que tampoco puede y debe olvidar un laicista es que mucho más responsable es quien permite, avala y costea esos privilegios (el Gobierno y el Congreso) que quien de ellos se beneficia (las iglesias).
Con motivo de la visita de Joseph Ratzinger a Santiago y Barcelona el año pasado, hubo intentos de mandarle algunos libros que cuestionaban la religión como protesta por lo que costaba ese viaje a los españoles, pero yo recomendé que más bien se enviase un ejemplar de la Constitución a nuestros gobernantes, que deciden y ordenan destinar ese dinero público a un asunto privado confesional. Y esa misma responsabilidad cae sobre nuestros gobernantes y congresistas, que por intereses espurios y electoralistas mantienen la enseñanza de la Religión en la escuela pública, el Concordato y los Acuerdos con el Vaticano, o los privilegios económicos, fiscales, educacionales e institucionales a favor de la iglesia católica. A raíz de aquella visita hubo una fuerte campaña para que Ratzinger nos devolviera el dinero, pero pocos acertaron a exigir al pagador (los Gobiernos central y autonómicos respectivos) que no destinase fondos públicos a eventos privados confesionales.
Laico no equivale a ateo, y viceversa. Ateo no equivale a antirreligioso y viceversa. La procesión laica más palmaria y efectiva son los catorce millones de desplazamientos de esta semana por las carreteras hacia la playa y la montaña. Lo realmente criticable en las procesiones católicas es la presencia de nuestros alcaldes, ediles, gobernantes, congresistas y representantes en las mismas en calidad de sus cargos, así como la presencia e intervención, a veces rayando lo histriónico, de la policía municipal, la Guardia Civil, las Fuerzas Armadas o la Legión en tales actos católicos.

domingo, 17 de abril de 2011

Una pregunta para hacer pensar


Abuso de niños


Niños y niñas. Lo más hermoso y valioso del mundo. Algunos desaprensivos hacen de los niños pantomimas, los utilizan a su antojo.
No es raro leer que hay niños budistas, católios, musulmanes... Es decir, se trata de un abuso de niños. No hay niños budistas, católicos o musulmanes, como tampoco los hay marxistas, fascistas o anarquistas. 
Pues aquí están, en procesión, jugando a ser devotos mayores. Primero fueron los condendos a muerte por herejía o brujería en ser vestidos de esa guisa. Después, unos frailes inventaron los penitenciarios y los disfrazaron también así. Tétrico, lúgubre, siniestro. Muerte, sangre, culpa, pecado, infierno.
Desfilan en la obscenidad del tambor que conduce a la muerte, inundando la calle de negrura y tinieblas. En la Ilustración hablaban del Siglo de las Luces, capaz de iluminar tanto oscurantismo. En la denominada "semana santa" se tapan, se ocultan, producen pavor. 
Es el retorno a la superstición colectiva, es la involución instituida como fiesta turística y folclórica. 
Unos se despedazan la espalda, otros arrastran cadenas, otros se desloman portando pesados ídolos pintados de arte (la "imaginería, que en América destruyeron por pagana, pero que aquí adoran...)
Desfila la Guardia Civil. La Legión culmina un acto histriónico con un Cristo de la muerte portado por los novios de la muerte.
Mi alcalde y otros muchos alcaldes se incluyen en calidad de tales en las procesiones (un cofrade, un posible voto...). Maquiavelo te diría al Príncipe que acudiera y asistiera también. No es mi alcalde. Siento vergüenza de y por mi alcalde.
Ruido, cirios, peinetas, sangre, sangre, sangre....
Y allí, en ese colegio de monjitas o de curitas esos niños y niñas juegan seriamente a ser tan devotos como sus papás y los amigos de sus papás.
¡Qué pena! ¡Cuánto abuso de niños!

miércoles, 13 de abril de 2011

La pesadilla de un tripartito de izquierdas

Publicado en El Periódico de Aragón
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=662978

Hasta hace unos días no esperaba asistir, aun indirectamente, a algún portento que sobrepasase las leyes de la naturaleza. Sin embargo, un portento extranatural ha llegado a nuestra incrédula sociedad. El alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, en un encuentro con jóvenes emprendedores de la ciudad, afirmaba el miércoles pasado que “si hubiera en el ayuntamiento un gobierno de izquierdas, Dios lo impida, la propuesta sería subida de impuestos”, lo que, al parecer, es para él como nombrar a la bicha (quién os ha visto y quién os ve, compañeros socialistas). 
No obstante, si bien el señor alcalde no aclaró a qué dios concreto se estaba refiriendo (hay muchos, como puede comprobarse en cuanto uno viaja y se ilustra un poco), expresó sin ambages su confianza en que ese dios, seguramente todopoderoso, impidiera la catástrofe de las catástrofes: no un terremoto como el de Haití o los recientes de Japón, no un tsunami o una fuga radioactiva de proporciones planetarias o –lo que aún es peor- un día entero sin televisión, sino que tras las elecciones de mayo tenga que formar en el Ayuntamiento de Zaragoza un gobierno tripartito de izquierdas con Izquierda Unida y Chunta Aragonesista (está por ver que las urnas le pongan en condiciones de gobernar solo o con alguien). Como algunas posibilidades se tornan a veces pesadillas, quizá por eso puso el señor alcalde en manos de su dios tan temido destino a fin de que lo impida.
Desde nuestra más tierna infancia nos inculcaron el rezo del Padrenuestro, que entre otras cosas suplica al dios judeocristiano que nos libre del Mal (traducido también como Maligno). Nunca me quedó claro qué era eso del “mal”, aunque la expresión suena a algo funesto y tétrico, pero ahora ya ha quedado concretado su significado: el Mal es el tripartito, es decir, que un socialista gobierne con CHA e IU, lo cual incita a caer en la tentación de (¡Dios lo impida!) subir los impuestos. Nada de subir impuestos, solo hay que subir el agua y la basura, que no afecta al pueblo y es la mar de socialista, y, si no, que se lo pregunten a Pablo Iglesias, Indalecio Prieto o Largo Caballero.
De todas formas, el portento extranatural no consiste en que por intercesión del señor Belloch la pesadilla del tripartito quede en manos del Altísimo para su abominación y fulminación, sino en algo aparentemente simple, que se nos ha pasado por alto y que hemos interpretado como un hecho perteneciente al mundo de nosotros, los mortales, pero que, tras las declaraciones del alcalde Zaragoza ante aquellos jóvenes emprendedores, se presenta ahora ante nuestros ojos en todo su fulgor: el dios del alcalde no solo no ha impedido, sino que ha avalado en su infinita sabiduría, mediante los desvelos del edil en jefe de la inmortal ciudad de Zaragoza, el sacro bipartito PSOE-PAR. Todo ha quedado, pues, claro: el Mal el es el tripartito con IU-CHA y el Bien es el bipartito PSOE-PAR o PAR-PSOE (ateniéndonos a los resultados, tanto monta, monta tanto el PAR como el PSOE).
Han transcurrido estos últimos cuatro años de gobierno PSOE-PAR como si nada estuviese aconteciendo debido a nuestra ignorancia y pobreza de entendederas, pues nuestra negligencia no ha querido reconocer que el gobierno bipartito responde a los designios del dios de Belloch, que ha impedido hasta ahora la subida de impuestos y un tripartito de izquierdas, a la vez que ha colmado de bendiciones a los presuntos socialistas y a sus socios regionalistas. Así, el portento de los portentos extranaturales se ha hecho carne durante cuatro años entre los muros del Ayuntamiento zaragozano prodigando al Consistorio entero sus bendiciones en forma de cautelosas y aquietantes líneas de gobierno, de tal forma que el bipartito ha permanecido firme y glorioso hasta el día de hoy, en la agradecida certeza de que el dios de Belloch le ha librado de pesadillas tripartitarias y en la confianza de que impedirá por los siglos de los siglos un gobierno municipal de izquierdas.
El dios de Belloch, en su infinita generosidad, solo le ha pedido a cambio bagatelas de poca monta, como una calle dedicada a Josemaría, consagrado últimamente a encontrar dragones en las salas de cine, tiernos abrazos a los seguidores de Josemaría en despachos bancarios y mediáticos, fiel apego a su representante oficial en la tierra aragonesa, placenteros paseos mensuales de un crucifijo por los corredores municipales desde el despacho del alcalde al salón de plenos, testimonio público e institucional en procesiones y misas pontificales, de que siguen viviendo Cristo Rey y su regia familia, etc.
Por lo cual, loado sea el Altísimo, se hace así posible el portentoso hecho extranatural de la inmarcesibilidad del siempre glorioso bipartito PSOE-PAR en el ayuntamiento del señor Belloch.

¿ONU? ¿Comunidad internacional?


 Artículo publicado en Andalán

http://www.andalan.es/?p=4294



Desde que en 1637 arribaron unos misioneros católicos a lo que hoy se conoce como Costa de Marfil, Francia ha estado controlando sin el menor disimulo la política y la economía del país. La colonia francesa fue maquillada en 1958 como “república autónoma” dentro de la “Comunidad Francesa” y obtuvo la independencia en 1960, pero el férreo tutelaje galo ha continuado hasta nuestros días. Así, desde 1960 hasta 1993, la Republica francesa sostuvo en el poder a Houphouët-Boigny (¡33 años! de “democracia”) y durante seis años más de “democracia” a Henri Konan Bédié, derrocado en 1999 por el general Robert Güéi. En 2000 hubo finalmente unas elecciones democráticas, que fueron ganadas por Laurent Gbagbo, descrito estos días por la propaganda occidental como dictador y conculcador de los derechos humanos. Desde entonces, ha habido un clima casi continuo de guerra civil, entre las fuerzas de Laurent Gbagbo y las de Alassane Ouatara, quien no pudo ser candidato al no cumplir el requisito constitucional de tener nacionalidad marfileña.  
Desde entonces la economía de Costa de Marfil ha ido decayendo enormemente, pues Francia no podía hacer realidad sin ambages su patrocinio económico y político a través del sistema “Françafrique” (diseñado para consolidar la influencia de Francia en África). Por otro lado, la economía de Costa de Marfil, sostenida sobre una mal pagada clase trabajadora de Burkina Faso y Malí, así como sobre una mastodóntica corrupción interna, ha estado permanentemente sujeta a los dictados de los “mercados internacionales”, sufriendo una competencia desigual y el descenso de los precios en el mercado global de sus cultivos agrícolas principales: café y cacao.
Tras las elecciones de 2010, el Tribunal Constitucional proclamó ganador a Laurent Gbagbo, pero el Consejo Nacional Electoral proclamó Presidente a Alassane Ouattara. Curiosamente, la ONU y buenas parte de la “comunidad internacional” reconocieron de inmediato el triunfo de Ouattara. Desde ese momento, las fuerzas de ambos reiniciaron otra guerra civil, en la que la “comunidad internacional” impuso a Gbagbo sanciones económicas y ha estado interviniendo directamente (sobre todo tropas francesas) en las fases finales del enfrentamiento.
Los medios de comunicación han pasando rozando por todos estos hechos, limitándose últimamente a pintar de horror la situación en Costa de Marfil y de “sanguinario dictador” a  Laurent Gbagbo.  Repasando la biografía de Gbagbo, desde sus comienzos fue un luchador por la democracia y el multipartidismo, lo que le valió la cárcel (dos años) y el exilio (1980-1988), y se distinguió por sus posiciones nacionalistas (el “ivoirisme”), lo que no obtuvo precisamente el apoyo de Francia, al contrariar sus intereses políticos y económicos.
El 11 de abril de 2011, Laurent Gbagbo, ha sido detenido junto a su esposa por tropas francesas y por las fuerzas de Alassane Ouattara, según fuentes del ministerio de Defensa galo. Es decir, una vez más, Francia, tutelando y controlando a su antojo sus antiguas colonias, con el permiso del imperio norteamericano. ¿Es paranoia sospechar de la estrecha colaboración de Francia y Estados Unidos en Libia, a la vez que apenas se habla y aparece en los medios la intervención militar de Francia en Costa de Marfil? ¿Ampara tal intervención la Resolución 1529 de Naciones Unidas? ¿Es casual la simultaneidad de ambos conflictos? ¿Por qué solo Libia y Costa de Marfil, y no, por ejemplo,  República Democrática del Congo, Chad, Sahara Occidental, Guinea-Conakry, Sierra Leona o Liberia?
Naciones Unidas es un gran y elegante teatro de títeres, a las órdenes de los cinco miembros permanentes de su Consejo de Seguridad. La ONU es un sarcasmo institucional. La comunidad internacional es un eufemismo de los intereses de las grandes potencias.
En el Preámbulo de la Resolución 1528 se lee que “habiendo determinado que la situación en Côte d’Ivoire sigue constituyendo una amenaza a la paz y la seguridad internacionales de la región”, y sobre la base del establecimiento de la Operación de las Naciones Unidas en Côte d’Ivoire (ONUCI), la ONU decide “renovar la autorización otorgada a las fuerzas francesas a utilizar todos los medios necesarios para apoyar a la ONUCI, y, en particular, a “contribuir a la seguridad general de la zona de acción de las fuerzas internacionales”, “intervenir (…) en apoyo de los elementos de ésta cuya seguridad se vea amenazada”, “intervenir en caso de acciones beligerantes, si las condiciones de seguridad lo exigieran” y “ayudar a proteger a los civiles en las zonas de despliegue de sus unidades”.
Eso sí, en esa misma Resolución la ONU pide a Francia que siga “informando periódicamente sobre todos los aspectos de su mandato en Côte d’Ivoire” y asegura “seguir ocupándose activamente de la cuestión”.
¡Porca miseria!

sábado, 9 de abril de 2011

¡Gracias, Ana!

Ayer estuve tomando el sol en (el) Canfranc con mi amiga Ana. Todo un regalo. Como es así de generosa, hoy me ha enviado este poema que ha escrito esta mañana.
¡Gracias, amiga mía!

Has llegado a mí
cuando los perros aullan la melodía sorda de la rabia.
En medio de un desierto sembrado de palabras mentirosas,
de corazones ajados por desuso,
de sueños desviscerados por el presuntuoso sonsonete del reloj
que trata de acotar nuestro horizonte
traduciéndolo a minutos.

Encuentro tus ojos,
esa mirada limpia de niño sabio y revoltoso,
y un manantial de alegría me arranca las legañas de las dudas.
Arrastra las incertidumbres
hacia el profundo pozo del olvido.

Me devuelve la luz y la esperanza
por un segundo
dulce,
interminable.


lunes, 4 de abril de 2011

Imaginemos

Artóculo publicado en Andalán  
http://www.andalan.es/?p=4255
 
Parece el eterno retorno de lo mismo: a un predicador cristiano norteamericano, Terry Jones, un pastor de no sé qué iglesia de Florida, que ya causó un alboroto internacional el año pasado al amenazar con quemar el Corán,  no se le ocurre otra cosa ahora que incinerar el libro sagrado del Islam, El Corán.
Imagino el brillante silogismo que ha urdido semejante patán: yo predico el único libro sagrado verdadero (la Biblia), que dice que hay que luchar contra el Mal. Es así que la reencarnación del Mal es el Islam y el Corán. Luego voy a proclamar al mundo que estoy con el Bien y lucho contra el Mal. Es decir, voy a achicharrar un ejemplar del Corán.
Al poco tiempo, miles de manifestantes en el norte de Afganistán, enfurecidos por las noticias de la sacrílega quema, realizan un no menos brillante silogismo: considerando que el único dios verdadero es Alá, que Mahoma es su Profeta, por cuya intervención nos fue revelado el único libro sagrado verdadero, el Corán; considerando que un perro infiel ha osado quemar el Libro Celeste, vamos a desagraviar a Alá y a Mahoma, llevando a los infiernos a unos cuantos infieles que moran en el recinto de Naciones Unidas.
Y entran y matan a siete miembros del personal de la  ONU y alaban fervorosamente después al Altísimo.
El pastor Jones predica a los suyos que el Islam es muy peligroso, pues basta leer algunos fragmentos del Corán para percatarse de que solo lleva al terrorismo y a la violencia. Y por eso, para que les quede claro a sus fieles, quema junto a 50 personas más un ejemplar del Corán como símbolo de tolerancia, de concordia y de paz en “El día internacional de juicio al Corán” que él mismo ha instituido.
“Nosotros creemos que partes del Corán, si son tomadas literalmente, sí llevan a la violencia y a actividades terroristas, promueven el racismo o los prejuicios contra las minorías, contra cristianos, contra mujeres”, dijo Jones poco después de quemar el Corán. Y para remachar su argumentación, añadió que “los terroristas de la Jihad usan el Corán”, lo cual es tan verdadero y cierto como que George Bush visitaba su capilla particular antes, durante y después de la invasión de Irak, o que el general golpista Franco llamó “cruzada” a una sangrienta traición y se rodeó de clérigos que acompañaban a los que cada noche sacaban los buenos a pasear hasta la tapia del cementerio.
Como lenitivo suena una y otra vez en mi mente Imagine No Religión, de Lennon, y lloro por dentro al imaginar los millones de seres humanos que no habrían acabado sus vidas en hogueras, potros de tortura, guerras de mierda, pelotones de ejecución, exilios, anatemas, condenas, reclusiones y asesinatos.
Imagino, glosando libremente a Richard Dawkins, que la canción de Lennon nos regala un mundo sin religión, sin ataques suicidas, sin 11-S, 11-M, sin 18 de julio, sin Cruzadas, sin cazas de brujas, sin la partición India/Pakistán, sin guerras palestino-israelíes, sin ciudades sacras, sin masacres serbo-croata-bosnios, sin talibanes que hacen volar estaturas antiquísimas, que dan latigazos a las mujeres por mostrar dos centímetros de piel desnuda y lapidan a las adúlteras, o que decapitan públicamente a blasfemos y apóstatas. Imaginemos también un mundo sin persecuciones a los judíos; de hecho, sin judíos a quienes perseguir, puesto que sin religión hace tiempo que se hubieran fundido por vía de matrimonio con los pueblos que los rodean.
Imaginemos un mundo donde los niños crecen con la única obligación de ser libres y felices, sin buenos y malos, sin sentimientos de culpa y miedos a entidades tremendas inexistentes.
Imaginemos que en el mundo no caben más Jones, ni sumos pontífices, ni ayatolas, ni pastores ni rebaños.
Imagine no religión…

Teleologías



Un escarabajo puñetero
revienta en el acantilado de mis dudas.

El cielo se desploma a traición y sin respuestas.

¿Ciencias ocultas?

Artículo a publicar el próximo miércoles en El Periódico de Aragón

El otro día una persona denunciaba apasionadamente la escasa acogida que tienen las ciencias ocultas en la sociedad actual, pues, según ella, ayudan a esclarecer y mejorar la vida intrincada de muchos. Se me pasaron de inmediato por la mente unas cuantas ideas.  Por ejemplo, que las expresiones “ciencia” y “científico” se han transformado en alguna suerte de talismán mágico por el que algo adquiere el rango de verdadero e incontrovertible, de tal forma que, pongamos por caso, una pasta dentífrica o un producto “crecepelo” o “antiedad” solo serían fiables si están “testados científicamente” (testar: anglicismo utilizado en el sentido de “someter a una prueba o control”), aunque en no pocos casos no dejan de ser una auténtica tomadura de pelo.  Así, hoy por hoy, a las expresiones sagradas “Palabra de Dios”, “Alá es grande” o “Hare Krishna, hare, hare” se han unido algunas otras, como “los científicos dicen” o “está probado por la ciencia” (sin que ninguna de ellas deje claro qué es finalmente eso de ciencia o cuántos científicos lo han certificado alguna vez).
La cosa se complica aún más porque no puede haber una ciencia que sea oculta: una ciencia, si realmente es ciencia, lejos de estar escondida u oculta, ha de estar abierta a todos y a disposición de cuantos deseen informarse de sus teorías y argumentaciones, sin ningún tipo de exclusivismo o discriminación. Precisamente la labor científica y el saber racional buscan hallar nuevas verdades des-cubriéndolas, des-ocultándolas, des-velándolas, des-tapándolas (por eso Ortega dice que la verdad es una indecencia, pues está dispuesta a darse sin tapujos y sin púdicos velos a quien la busque y la encuentre). Precisamente por eso, no vale que alguien piense por nosotros, pues sigue diciendo Ortega que “quien quiera enseñarnos una verdad,  que nos sitúe de modo que la descubramos nosotros”.


En realidad, las denominadas “ciencias ocultas” son a fin de cuentas distintas modalidades de pseudociencias o de sucedáneos de ciencia. Por mucho que algunos de sus representantes defiendan su legitimidad científica, no ofrecen unas bases mínimas para ser aceptadas como tales en la comunidad científica. Por poner un ejemplo, más allá de la gente que lee horóscopos, ve programas televisivos ad hoc o paga cada año su carta astral al supuesto intérprete de los cielos y los firmamentos, en cierto modo la ciencia es a la astrología lo que la música es a la música militar. Mal que les pese a los partidarios de las diversas pseudociencias, se trata de conocimientos que no cumplen los requisitos mínimos del método científico.
El hecho es que desde hace años cae sobre nuestras cabezas una verdadera tormenta de “saberes” que dicen ser científicos, pero cuyos supuestos, métodos y pruebas sobrenadan las ambiguas aguas de la superstición, la creencia y una cierta racionalidad. Sin embargo, son de una inconsistencia flagrante, pues incluyen contradicciones lógicas difícilmente conciliables con las ciencias propiamente dichas e incluso con una honesta racionalidad, a la vez que desconocen qué es pensar y argumentar independientemente de los intereses y las expectativas de quien dirige o acepta sus bases ideológicas. Por otro lado, las pseudociencias viven del dogmatismo, pues sus principios no son demostrables ni refutables. Se trata de teorías que no aportan pruebas de sus propios fundamentos y a la vez se proclaman eternas e inmutables, pues creen que sus verdades ya están definitivamente a nuestra disposición y la máxima prueba de su veracidad es la autoridad del fundador, los iniciadores o alguna suerte de entes supremos que las han revelado, de tal forma que finalmente quedan transformadas en afirmaciones esotéricas y misteriosas.
Así, continuando con Ortega, desconocen también “el descubrimiento de las cosas no es algo que se haya conseguido de una vez por todas, sino una tarea continua en la que se van alcanzando verdades de modo paulatino. La tesis contraria, la tesis de que ese descubrimiento se haya dado alguna vez en el pasado y para siempre, sería el suicidio del pensar”.
En un lenguaje abstruso y oscuro, comprensible solo para unos pocos, acuden a conceptos cuyo significado preciso nada tiene que ver con su significado científico. Emplean un lenguaje plagado de expresiones sin sentido en el contexto donde las sitúan (energía vital, sobrenatural, dilución extrema, fe, infinito, inmaterial, creación, espíritu, destino…), que al verlas en entredicho y sujetas a un examen racional, al ver rebatidas sus presuntas verdades, ni se les ocurre (tampoco pueden) aducir pruebas racionales, empíricas o científicas con que explicar sus teorías, sino que, por el contrario, acuden a falacias ad hominem con que descalificar personalmente a sus críticos, a la vez que se proclaman víctimas de oscuras conspiraciones o persecuciones.
¿Ciencias ocultas? ¿Cuándo dejarán de llamarse lo que no son?

Buena aplicación de un mito bíblico a la actualidad


domingo, 3 de abril de 2011

Guitarra compañera



Cantar es parir

borbotones de  azúcar

disuelta en el viento.



Cantar es nacer

abriéndose paso

a golpes de machete.



La guitarra compañera

se abraza

a mi pecho.



Y no he logrado

robarle el secreto

de esa canción que añoro,

que presiento.

sábado, 2 de abril de 2011

El tiempo





El tiempo es como el agua
Escupida

a
 
   b
     o
        r
           b
              o
                  t
                     o
                        n
                           e
                              s


m-o-n-ó-t-o-n-o-s

por un grifo
viejo
entre dos silencios.