lunes, 30 de abril de 2012
domingo, 29 de abril de 2012
Silencioso Rajoy (El País)
Editorial de hoy en El País
Ni la crisis de las finanzas públicas, ni el paro desbocado, ni las tensiones entre el Gobierno y algunas comunidades autónomas sacan a Mariano Rajoy de su mutismo, ni le impulsan a ejercer el liderazgo necesario ante una ciudadanía asustada por las dimensiones de la crisis y de los remedios de caballo que se le están aplicando. El presidente del Gobierno solo rompe su silencio por medio de breves comentarios, gracias a los cuales nos enteramos de que no le gusta prácticamente nada de lo que está haciendo, pero que le parece muy bueno para España. No ha dado una verdadera conferencia de prensa desde que habita en La Moncloa —solo una declaración a la agencia Efe y contadas respuestas en encuentros con mandatarios extranjeros—, tampoco concede entrevistas ni ha explicado en el Congreso los mayores recortes del gasto social de la historia.
Rajoy gestiona la gobernación de España con el mismo estilo que cuando se enfrentaba a los que maniobraban contra él entre las sombras del PP, sin inmutarse. Pero dirigir un partido no es lo mismo que ocuparse de los intereses generales. Evita desgastarse y deja que sus ministros se contradigan entre ellos o con los portavoces del PP. Como hacía cuando estaba en la oposición, deja que sus subordinados asuman todo el coste. Pero ya no es líder de la oposición, es presidente del Gobierno. La estrategia del silencio incumple una obligación esencial en todo gobernante democrático, que es la de rendir cuentas a los ciudadanos y no solo una vez cada cuatro años.
La gravedad de la crisis y de las medidas para enfrentarse a ella aconsejaban pactos de Estado. Frente a esa opción, el Gobierno de Rajoy hizo un acto de afirmación en sí mismo el miércoles pasado, tras rechazar la totalidad de las enmiendas en que los partidos de la oposición pedían la devolución del proyecto de Presupuestos Generales. El presidente presumió de disponer de un instrumento capital, la mayoría absoluta, de la que carecen otros países de la Unión Europea. No se da cuenta de que en Francia, el país vecino, Sarkozy tenía una mayoría incluso mayor, pese a lo cual atraviesa serias dificultades para revalidar su mandato.
Rajoy vivía mejor en la oposición destructiva practicada contra el PSOE. Un mes antes de las elecciones, las encuestas anunciaban que superaba a su principal contrincante, Alfredo Pérez Rubalcaba, tanto en preparación frente a la crisis como en disponer de mejores propuestas, saber manejar las exigencias de los mercados o inspirar seguridad y capacidad para ser mejor presidente del Gobierno. Cierto que el 72% manifestaba poca o ninguna confianza en él, pero en el otoño de 2011 parecía la opción menos mala. Conservó el estado de gracia solo algunas semanas, y en marzo se empezó a deteriorar su imagen. Le ocurre lo que a Zapatero en 2008: a los cuatro meses de ganar las elecciones, cuando seguía negando la crisis, empezó a perder apoyos. No es cuestión de que termine igual, sino de que sepamos adónde va el jefe del Gobierno.
Ni la crisis de las finanzas públicas, ni el paro desbocado, ni las tensiones entre el Gobierno y algunas comunidades autónomas sacan a Mariano Rajoy de su mutismo, ni le impulsan a ejercer el liderazgo necesario ante una ciudadanía asustada por las dimensiones de la crisis y de los remedios de caballo que se le están aplicando. El presidente del Gobierno solo rompe su silencio por medio de breves comentarios, gracias a los cuales nos enteramos de que no le gusta prácticamente nada de lo que está haciendo, pero que le parece muy bueno para España. No ha dado una verdadera conferencia de prensa desde que habita en La Moncloa —solo una declaración a la agencia Efe y contadas respuestas en encuentros con mandatarios extranjeros—, tampoco concede entrevistas ni ha explicado en el Congreso los mayores recortes del gasto social de la historia.
Rajoy gestiona la gobernación de España con el mismo estilo que cuando se enfrentaba a los que maniobraban contra él entre las sombras del PP, sin inmutarse. Pero dirigir un partido no es lo mismo que ocuparse de los intereses generales. Evita desgastarse y deja que sus ministros se contradigan entre ellos o con los portavoces del PP. Como hacía cuando estaba en la oposición, deja que sus subordinados asuman todo el coste. Pero ya no es líder de la oposición, es presidente del Gobierno. La estrategia del silencio incumple una obligación esencial en todo gobernante democrático, que es la de rendir cuentas a los ciudadanos y no solo una vez cada cuatro años.
La gravedad de la crisis y de las medidas para enfrentarse a ella aconsejaban pactos de Estado. Frente a esa opción, el Gobierno de Rajoy hizo un acto de afirmación en sí mismo el miércoles pasado, tras rechazar la totalidad de las enmiendas en que los partidos de la oposición pedían la devolución del proyecto de Presupuestos Generales. El presidente presumió de disponer de un instrumento capital, la mayoría absoluta, de la que carecen otros países de la Unión Europea. No se da cuenta de que en Francia, el país vecino, Sarkozy tenía una mayoría incluso mayor, pese a lo cual atraviesa serias dificultades para revalidar su mandato.
Rajoy vivía mejor en la oposición destructiva practicada contra el PSOE. Un mes antes de las elecciones, las encuestas anunciaban que superaba a su principal contrincante, Alfredo Pérez Rubalcaba, tanto en preparación frente a la crisis como en disponer de mejores propuestas, saber manejar las exigencias de los mercados o inspirar seguridad y capacidad para ser mejor presidente del Gobierno. Cierto que el 72% manifestaba poca o ninguna confianza en él, pero en el otoño de 2011 parecía la opción menos mala. Conservó el estado de gracia solo algunas semanas, y en marzo se empezó a deteriorar su imagen. Le ocurre lo que a Zapatero en 2008: a los cuatro meses de ganar las elecciones, cuando seguía negando la crisis, empezó a perder apoyos. No es cuestión de que termine igual, sino de que sepamos adónde va el jefe del Gobierno.
sábado, 28 de abril de 2012
Una madrugada de septiembre de 1975, canción
Canción compuesta por A. Aramayona unas horas antes antes de que los últimos ejecutados por el franquismo fueran fusilados en la madrugada del 27 de septiembre de 1975.
Fábula del limonero. Canción
Poema de Radael Montesinos
Canción compuesta hacia 1968 por A. Aramayona
viernes, 27 de abril de 2012
Lávame la cara amigo
Homenaje a todos los detenidos, torturados, fusilados, asesinados y exiliados por y durante el franquismo por defender la libertad y la democracia.
Compuesta por A. Aramayona hacia 1972
jueves, 26 de abril de 2012
martes, 24 de abril de 2012
No nos contéis más cuentos
A publicar mañana en El Periódico de Aragón
Publicado en ATTAC Esaña el 28 de abril
Publicado en ATTAC Esaña el 28 de abril
Desde muy niños damos por supuesto que los padres y el adulto en general
garantizan todo un mundo de certezas, pues representan la fuente y el criterio
de lo que es bueno y malo, verdadero y falso. Así, se acata sin rechistar que
no hay que mentir ni pegar, sino obedecer, comer y acostarse a sus horas,
cepillarse los dientes, cruzar la calle como es debido o comer algo de fruta y
verdura, de tal forma que, si uno infringe la norma, no es insólito esconderse
o mentir.
Los papás se nos antojan guapos, grandes, poderosos, y de ellos obtenemos
alimento y seguridad. Sin embargo, una de las cosas que menos aprendemos a esa
edad (tampoco suele enseñarse) es a cuestionar lo que nos van diciendo y
silenciando, lo que vamos viendo, viviendo y experimentando. Como botón de
muestra, se suele decir que debe fomentarse la lectura, pero raramente que se
puede cuestionar lo leído.
Vamos creciendo, tornándonos pasivos, asumiendo acríticamente lo que va
ocurriendo, hasta quedar guarecidos dentro de una exigua y confortable concha o
repetir por sistema que nada puede hacerse y que los únicos responsables son
los gobernantes y los que están arriba.
En nuestra cabeza habitan entonces enormes y pesadas ideas, que acaban
siendo incuestionables. Los derechos se convierten en algo ajeno a nosotros
mismos, advenidos gratuitamente por alguna suerte de magia, y no en la
conquista de muchas generaciones y en el reconocimiento y aceptación de esa
conquista. No tenemos derecho a la vivienda, al trabajo, a la sanidad o a la
educación porque lo diga la Carta Universal de la ONU o la Constitución, sino
porque millones de personas han conseguido con su lucha y su esfuerzo que
ningún poder pueda negarlos legítimamente, pues los derechos y las libertades
son manifestación expresa de la libertad de todos y de cada uno, desplegada en
una sociedad concreta.
Ninguna ley es intocable, incluida la Constitución. La clase política
suele hacer trampa, decir una cosa por la mañana y hacer la contraria al día
siguiente. Por ejemplo, pretende tapar la boca con la cantinela del “porque lo
dice la Constitución” y de un plumazo los partidos mayoritarios cambian un
artículo (135) en nombre de la “estabilidad presupuestaria”, sin contar con ele
pueblo al que representan. Nos quieren convencer del embuste de la igualdad de
todos ante la ley, pero decretan una amnistía fiscal para los más ricos, los
más defraudadores y los más insolidarios.
Hablan de paz y solidaridad, pero
Aznar nos implicó en una
guerra preventiva bastarda y Zapatero
retiró las tropas españolas de Irak y a la vez triplicó la venta de armas a no
pocos países denunciados por Amnistía Internacional por conculcar los derechos
humanos, incluido Israel. La clase política, especialmente la más escorada a la
derecha, habla y habla sobre la unidad de España, a la vez que perpetra cada
día la más cainita de las desuniones. Se lamenta de la carencia de cultura del
pueblo y pretende confundir a la gente desde el Gobierno central y algunas
comunidades autónomas reclamando la lidia de toros como bien cultural (BIC). Se
apela desde el Gobierno a la responsabilidad del pueblo, y simultáneamente los
tribunales declaran no responsables del accidente del YAK-42, con 62 víctimas,
a militares implicados, a los integrantes de la cúpula militar, al ministro Trillo y a su jefe Aznar. Hablan de
cambiar el modelo productivo, pero cierran por completo el grifo de la investigación.
Y la iglesia católica sigue recibiendo cada año 11.000 millones de nuestro
dinero. Mientras, Rajoy predica la
necesidad de sacrificios, pero no explica hacia qué tipo de país nos
encaminamos (¿él lo sabe?).
Pocos ciudadanos creen ya a estas alturas que las tropas españolas en
Afganistán tienen algo que ver, de hecho, con la defensa de la población civil
y de los derechos humanos. Recorta el Gobierno servicios básicos en Sanidad y
Educación, en lugar de devolver a la tropa a sus hogares y cuarteles, de donde
nunca debieron salir. España no compra ya petróleo a Irán por el peligro,
dicen, de que fabrique las armas nucleares que sus aliados tienen a decenas de
miles. Günter Grass denuncia en un
poema la posible agresión “preventiva” de Israel a Irán, y es declarado
“persona non grata” en Israel, especialista en descalificar y matar
mensajeros. El otro día debatí en
una radio con una especie de clérigo musulmán, presto a explicar que Islam
significa paz (calló que en realidad significa “sumisión total”), pero en igual
medida reacio a hablar de ejecuciones a homosexuales o adúlteras, de los
derechos humanos y la igualdad de la mujer.
Hablan de déficit y de deuda, cuando en realidad están mutando el modelo
de país y de mundo. Entretanto, los lobos nos cuentan las bondades del
vegetarianismo, y callan que, como dice León
Felipe, es el miedo del hombre el que crea los cuentos.
lunes, 23 de abril de 2012
Y más sobre cuentos
El próximo miércoles saldrá un artículo sobre el tema en El Periódico de Aragón
Todos se han dicho y se han escrito.
Y todos se han ovillado y archivado.
Los ha contado el viejo patriarca,
los han cantado el coro y la nodriza,
los ha dicho un idiota, lleno de estrépito y de furia,
se han grabado en la ventana y en la rueda
y se han guardado en cajas fuertes las matrices.
Hay réplicas exactas de todas las tragedias,
discos fonográficos de todas las salmodias,
y placas fotográficas de todos los naufragios.
Ningún cuento se ha perdido. Estad tranquilos.
Se sabe que el poema es una crónica,
que la crónica es un mito,
la Historia una serpiente que se muerde la fábula
y el poeta doméstico el cronista del Rey y el Arzobispo:
el narrador de cuentos .
Todos se han registrado.
Y todos están vivos todavía. Ahí pasa el pregonero:
“¡Cuentos!… ¡Cuentos!… ¡Cuentos!…”
Es aquel viejo narrador de sombras y de risas
que ahora pregona cuentos.
Pero yo no quiero cuentos…
No me contéis más cuentos.
NO ME CONTÉIS MÁS CUENTOS
Ya se han contado todos.Todos se han dicho y se han escrito.
Y todos se han ovillado y archivado.
Los ha contado el viejo patriarca,
los han cantado el coro y la nodriza,
los ha dicho un idiota, lleno de estrépito y de furia,
se han grabado en la ventana y en la rueda
y se han guardado en cajas fuertes las matrices.
Hay réplicas exactas de todas las tragedias,
discos fonográficos de todas las salmodias,
y placas fotográficas de todos los naufragios.
Ningún cuento se ha perdido. Estad tranquilos.
Se sabe que el poema es una crónica,
que la crónica es un mito,
la Historia una serpiente que se muerde la fábula
y el poeta doméstico el cronista del Rey y el Arzobispo:
el narrador de cuentos .
Todos se han registrado.
Y todos están vivos todavía. Ahí pasa el pregonero:
“¡Cuentos!… ¡Cuentos!… ¡Cuentos!…”
Es aquel viejo narrador de sombras y de risas
que ahora pregona cuentos.
Pero yo no quiero cuentos…
No me contéis más cuentos.
Aprovechando...
Aprovechando que hoy es el día del libro y que el Pisuerga pasa por Valladolid...
SÉ TODOS LOS CUENTOS
Yo no sé muchas cosas, es verdad.Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos…
Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos…
Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos…
Que los huesos del hombre los entierran con cuentos…
Y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo sé muy pocas cosas, es verdad.
Pero me han dormido con todos los cuentos…
Y sé todos los cuentos.
domingo, 22 de abril de 2012
jueves, 19 de abril de 2012
miércoles, 18 de abril de 2012
Rapa Nui, moais y recortes sociales
Publicado hoy en El Periódico de Aragón
Publicado en ATTAC Mallorca el 24 de abril de 2012
Hace unos 1.600 años, una tribu polinesia descubrió y colonizó la isla de
Pascua, a 3.700 kilómetros de Chile, sobre la que Kevin Reynolds hizo una película en 1994 titulada Rapa Nui, en la que cuenta unos hechos
históricos discutibles, pero con un tema central bastante seguro: la
destrucción de los inmensos y ricos bosques de la isla por parte de sus
habitantes.
Al parecer, tal deforestación pudo ser consecuencia de la construcción de
enormes estatuas de piedra (moáis) de
hasta ochenta y cinco toneladas y once metros de altura, que llevaron a los
aborígenes a emplear una cantidad ingente de árboles como rodillos para el
transporte de las piedras y como palancas para su levantamiento. Los habitantes
de la isla de Pascua creían ser los únicos habitantes del mundo y estar en el
centro del universo (de hecho, llamaban a la isla Te pito o te henua, que significa “el ombligo del mundo”) y
seguramente se sentían orgullosos de su obra: unas mil estatuas ciclópeas, de
las que aún podemos admirar hoy más de seiscientas.
Árbol a árbol, talando sin cesar sus bosques, fueron quedándose sin
fauna, sin flora y sin recursos. Con tal destrucción les llegó la hambruna,
dada la erosión del suelo y la falta de madera, de tal forma que de 100.000
habitantes apenas llegaban después a 7.000. En Rapa Nui no quedaron bosques,
animales y apenas seres humanos, pero sobre todo desapareció la identidad de un
pueblo: la historia tiene de vez en cuando silenciosos agujeros negros que
engullen todo lo que encuentran (en este caso, el pueblo y la cultura del
pueblo de la isla de Pascua).
En otro orden de cosas, actualmente se está produciendo en nuestro país
un fenómeno análogo: en aras de la reducción de la deuda y del déficit por
orden de los dioses del mercado, se ofrece a la población como única salida
recortar uno a uno, gota a gota, árbol a árbol, servicios básicos en educación,
sanidad y otros ámbitos sociales, necesarios para hacer realidad unos derechos
fundamentales, constitutivos del estado del bienestar. Como botones de muestra,
reducción o congelación del sueldo y horario del profesorado, ratio
alumnos/aula, personal de atención a la diversidad, refuerzo de la red privada
de enseñanza en detrimento de la pública, amnistía fiscal, copagos en farmacia
y atención sanitaria, rescates bancarios con el dinero de todos, congelación de
pensiones o subida de las mismas por debajo del coste de la vida, precarización
del contrato laboral, reducción drástica salarial y de los derechos laborales…
Una sociedad puede colapsar también por puro embrutecimiento, por simple
alienación de sí misma. En la Ley de Murphy se aconseja que si se está dentro
de un agujero, se deje de cavar. Por lo mismo, si un país está en crisis,
económica o de cualquier otro tipo, no hay que ir segando la hierba bajo los
pies, talando árboles, perpetrando recortes. La deuda pública española
representa solo el 23% de la deuda nacional, el resto corresponde al
endeudamiento privado, principalmente de las grandes empresas y entidades financieras.
Sin embargo, el peso de las medidas gubernamentales para atajar la crisis recae
fundamentalmente sobre la ciudadanía trabajadora y asalariada, así como en los
millones de desempleados, disparándose la diferencia entre una minoría muy rica
y los estratos sociales más crecientemente depauperados. También eso conduce al
colapso de un pueblo, al marasmo de su gente.
Dice el presidente del Gobierno español y del Partido Popular, Mariano Rajoy, que “el crecimiento
económico y la creación de trabajo” exigen muchos sacrificios, pero el pueblo
no atisba el menor brote verde de crecimiento y de trabajo. Rajoy pide un acto
de fe: el barco está en grave peligro de hundirse, pero a medio o largo plazo
todo quedará solucionado. Es decir, espera que el pueblo se crea que vivirá
pronto en un paraíso de exuberante vegetación y riqueza, pero que de momento
debe aguantar que cada mañana vengan con la sierra mecánica a talar más
árboles.
Según el historiador británico Arnold
J. Toynbee, la quiebra de una civilización es producto principalmente del
quebranto de lo que denomina “minoría creativa”, la cual posee una visión de una nueva sociedad,
adecuada para hacer frente a las necesidades y los desafíos existentes, y que
va degenerando en una “minoría dominante”, que fuerza a obedecer a la mayoría
sin merecer ni justificar esa obediencia.
Pocos dudarán ya de que las soberanías nacionales están siendo
suplantadas por una minoría dominante, por una oligocracia económica,
financiera y especuladora, que, como en Rapa Nui, se cree el ombligo del mundo,
pero en realidad depreda y saquea el mundo con violencia y
destrozo. ¿Seremos capaces de destruir sus fábricas de máquinas
aserradoras y hacer frente a quienes están talando nuestros bosques antes de
que llegue la deforestación final?
martes, 17 de abril de 2012
Poca cabeza parece que tiene, sí.
“Tengo un mensaje de parte del Rey y es que le ha comentado a Cristina, para que me lo diga, que le llamará Camps a Pedro para comentarle el tema de la base del Prada. Y que en principio no habrá problema y que nos ayudarán a tenerla” (Urdangarín a Diego Torres). HUELGAN COMENTARIOS
"Hemos conseguido que el Rey se viera con Pedro para presentarle el proyecto. La reunión fue muy bien y aparte de parecerle bien armado ha ofrecido toda su ayuda para encontrar ayuda financiera” (Urdangarín a Torres)
lunes, 16 de abril de 2012
Carta al Ministro de Educación, Cultura y Deporte
Hace pocas
horas usted ha comunicado a los consejeros autonómicos nuevas medidas por parte
del Gobierno español, del que usted forma parte, para recortar otros 3.000
millones más de euros en el ámbito de la educación y la enseñanza.
Permítame
que le diga antes de nada la impresión que sus cálculos y medidas me han
producido: usted confunde un centro educativo con un negocio de charcutería (si
pongo en cada bocadillo tres rodajas en vez de cuatro, y cambio el salchichón
por mortadela, el balance será mucho más positivo para mi cuenta corriente y
mis clientes estarán aún suficientemente alimentados, aunque el fiambre no sea
de igual calidad).
Usted es
Ministro de Educación y de Cultura, pero no creo que coincidamos en la idea de
educación y de cultura. Usted parece manejar un centro de enseñanza como el
rabadán de una cabaña de ganado. Sin embargo, en cultura y educación los
resultados no se cuentan en euros ni en número de zagales o de reses, sino en
la calidad de la formación que va proporcionándose a las personas que van forjándose
en las aulas.
No sé
si usted ha dado clase en Primaria o Secundaria. Me temo que no. Usted quiere
aumentar un 20% el límite legal de alumnos por aula; es decir, pasar de un máximo
de 27 a 30 estudiantes en
Primaria, y de 33 a 36 en Secundaria. Comencé a dar clase de Filosofía, Ética y
Humanística en el C.E.I. de una localidad madrileña. Allí me encontré aulas
(era horario de nocturno) de 60 alumnos, e incluso de más de un centenar, en
algún caso excepcional. Es fácil de imaginar cómo podía ser en esas
circunstancias la relación con el alumnado y el grado de dedicación personal
posible hacia los estudiantes. Sin embargo, mediante la lucha y el esfuerzo
durante muchos años de los distintos integrantes de la comunidad educativa, en
España se fueron alcanzando unos logros de los que deberíamos sentirnos
orgullosos: la educación universal y gratuita como mínimo hasta los 16 años,
una escuela pública digna y de una cierta calidad, y una creciente atención a
la diversidad educativa de cada grupo y de cada alumno, lo que implica también
un descenso de la ratio alumnos/aula. Usted y sus medidas pretenden hacernos
regresar a épocas oscuras que muchos y muchas creíamos superadas. De llevarse a
cabo las medidas que usted pretende perpetrar, usted pasará a la historia, no
le quepa la menor duda de ello.
Propone
también que no queden cubiertas las bajas por parte del profesorado de menos de
dos semanas. espero que tenga claro que ello quizá reporte un cierto ahorro en
las arcas de su ministerio, pero irá en detrimento directo de la formación del
alumnado y de la buena marcha del centro educativo. no sé si a usted le ha
tocado hacer alguna guardia en cualquier centro de enseñanza cuando falta algún
profesor, pero usted parece desconocer (¿nesciencia? ¿ignorancia?) lo que
realmente es un centro de enseñanza, amén de no tener en consideración a todos
esos alumnos y alumnas (¿cuántos decidirá finalmente que haya en el aula?)
durante todas esas semanas sin profesor de una asignatura concreta.
Quiere
incrementar asimismo las horas lectivas del profesorado: un mínimo de 25 horas
lectivas en primaria y 20 en secundaria (hasta ahora es un máximo de 25 en
primaria y 21 en secundaria). como siga por ese camino, señor ministro, al
profesorado finalmente le va a dar igual ocho que ochenta, pues verá aumentado
su horario lectivo, pero no tendrá otra remedio que poner menos trabajos y
revisarlos con menos tiempo, preparar sus clases con poca tranquilidad e ir
saltando de aula en aula, cumpliendo cuarteleramente su horario, pero en
perjuicio de la calidad debida a su trabajo y su alumnado.
¿Qué
usted congela o reduce aún más el sueldo y los complementos salariales del
profesorado? allá usted, señor ministro. pero sepa que toda paciencia tiene un
límite, y que al tijeretazo de 3.000 millones anunciado por usted deben
añadirse los 3.400 millones de reducción de sueldo y de personal realizada en
los últimos dos años. el ser humano necesita siempre incentivos y refuerzos
positivos, y el profesorado, créame, está compuesto también de seres humanos.
Paso
por alto, en fin, su indicación de que los centros de bachillerato tengan la
posibilidad de especializarse en “ciencias” o en “letras”. personalmente, creía
ya superada tan gruesa dicotomía. ¿usted cree que la formación de las personas
y de los ciudadanos resiste en el siglo XXI tamaño destrozo en el saber? ¿De
dónde ha salido usted, señor ministro?
Con
mis saludos
Antonio
Aramayona
Profesor
de filosofía y escritor
domingo, 15 de abril de 2012
sábado, 14 de abril de 2012
viernes, 13 de abril de 2012
¿Ladrona de niños?
¿Y quién es alguien, monja, futbolista o bombero, para robar, dar y quitar un niño recién nacido a su madre?
No confío en la justicia de mi país. No habrá cárcel ni castigo para quien dice llamarse "Sor María".
No confío en la justicia de mi país. No habrá cárcel ni castigo para quien dice llamarse "Sor María".
jueves, 12 de abril de 2012
No me contéis más cuentos (León Felipe)
Yo no me sé muchas cosas en verdad
Digo tan sólo lo que he visto
Y he visto que la cuna del hombre
La mecen con cuentos
Que los gritos de angustia del hombre
Los atrapan con cuentos
Que el llanto del hombre
Los taponan con cuentos
Que los huesos del hombre
Los entierran con cuentos
El miedo del hombre
Ha inventado todos los cuentos
Yo no se muchas cosas en verdad
Digo tan solo lo que he visto
Y he visto que la cuna del hombre
La mecen con cuentos
Que no quiero que me entierren
Con cuentos
Que no quiero que me sellen la boca
Con cuentos
Que vengo de muy lejos
Y me se todos los cuentos.
miércoles, 11 de abril de 2012
¿Ya has hecho los deberes?
Publicado hoy en El Periódico de Aragón
A veces viene bien a los adultos desempolvar
experiencias almacenadas en la memoria. Por ejemplo, volver del colegio con un
montón de “deberes” por hacer en casa. Al que no los entregaba al día
siguiente, ya cumplimentados, se le podía caer el pelo, si bien el maestro
parecía más interesado en que estuviesen hechos que en cómo lo estaban. La
merienda quedaba supeditada a la realización de “los deberes” e incluso podía
caerte un buen chaparrón en casa si no estaban hechos bien y a tiempo.
Sería una desmesura demonizar los deberes,
como si solo aportasen aburrimiento y rutina. La consolidación de algunas
tareas recién aprendidas o el aprendizaje de algunas actividades interesantes o
lúdicas a realizar fuera del aula y del horario escolar puede ser atrayente y
positivo. Sin embargo, en no pocos casos resulta difícil encontrar sentido y
utilidad a los deberes escolares.
Ateniéndome a mi experiencia como docente de
Secundaria, desde los 12 años el alumnado entra en el Instituto a las 8,30
horas de la mañana y sale a las 14,30 del mediodía para asistir a una ristra de
asignaturas cada 50 minutos. Sobre esta base, no está de más preguntarse qué
ocurre durante todo ese tiempo para que al llegar a casa tenga que volver a
hacer trabajos o repasar ejercicios sobre esa misma materia. ¿No ha entendido?
¿No ha atendido? ¿No se ha enterado de las explicaciones? ¿Pasa de casi todo
hasta el día anterior al examen de la materia?
Más preguntas: ¿por qué se asume comúnmente
que, como el hijo o la hija “flojea” en los estudios, hay que buscar unas
clases vespertinas suplementarias, particulares o en una academia? ¿Qué ha
llevado a esa situación si esa misma mañana ese muchacho ha pasado seis horas
supuestamente trabajando en el centro escolar? ¿Si no entiende, es porque el
alumno es “algo cortito”? ¿Si suspende, es porque “no trabaja suficientemente”
o “en clase está en Babia”? ¿Este es el nivel de análisis adecuado para que
pueda mejorar este estado de cosas?
Los deberes escolares, como todo en la vida,
han de tener un objetivo, un sentido, pero en ningún caso deberían ponerse como
una rutina o una costumbre. Incluso algunos padres exigirirían al profesor que
pusiera deberes a sus hijos en casa por temor de que, de lo contrario, iría en
detrimento de su rendimiento escolar. Es posible también que, junto a los
exámenes, los deberes en casa sirvan en algún caso de baremo definitivo de los
escasos conocimientos finales que una parte relevante del alumnado muestra tras
todo un curso escolar. Si alguien “va mal en los estudios” y suspende, es
porque “estudia poco”. Prueba de ello es el examen suspendido o el deficiente
cuaderno de tareas. Lo cual, aparte de tener su parte de verdad, no la muestra
en su conjunto ni en su totalidad.
Los deberes, de existir, han de ser un
complemento subsidiario de lo que previamente ha ocurrido en clase. Si allí no
ha ocurrido apenas nada, de nada servirán los deberes. Si en clase casi todo se
ha cogido por los pelos, los deberes estarán sumidos a menudo en un tedioso atasco
con pocas salidas exitosas. Si en clase se ha entendido y trabajado bien, los
deberes, en el mejor de los casos, serán de mero trámite.
Considerando el alto porcentaje de
suspendidos, repetidores y abandonos, así como también el nutrido número de
alumnos que a veces con gran sacrificio de sus padres tienen profesores
particulares o acuden a academias privadas por las tardes, deberíamos
preguntarnos si habría que rectificar también la dinámica misma del aula, la
atención genuina y real a la diversidad de cada alumno y alumna, los programas
escolares, los contenidos mismos de cada asignatura. Mientras se esté hablando
de “deberes escolares” fuera del contexto real de las vidas del alumnado y sus
familias, tales deberes remacharán el tedio, el desinterés y la resignación
pasiva ante lo que acontezca en cada una de las seis horas de clase diurnas
habidas día tras día a lo largo del curso escolar.
Hace unos días escuché las declaraciones de
un presunto especialista en una emisora radiofónica acerca de “los deberes
escolares”. Entre otras cosas, destacaba la importancia de que los padres (una
vez más, se producía una devastadora amnesia acerca del profesorado) fuesen
capaces de decir “no” a sus hijos, de ponerles límites y normas, para que no
hiciesen lo que les diese la gana. Una vez más eché muy en falta que también se
incitase a los padres y madres, al profesorado y a la sociedad entera a ser
capaces sobre todo de inculcar a la gente joven un “sí” grande, hermoso,
cargado de vida y de fuerza, de los horizontes y las metas que van apareciendo
ante sus ojos a cada minuto de su vida, incluidas las seis horas lectivas
diarias de clase, de lunes a
viernes, durante todo el curso escolar.
martes, 10 de abril de 2012
lunes, 9 de abril de 2012
Me dio que pensar
Era grande, imponente. Vivía en el Parque Labordeta de Zaragoza, a los pies de las escalinatas que suben hasta El Batallador. Un domingo murió, abatido por un cierzo feroz.
Me dio que pensar...
Me dio que pensar...
sábado, 7 de abril de 2012
martes, 3 de abril de 2012
lunes, 2 de abril de 2012
Platón, ahora neoliberal
Publicado como portada en ATTAC España
Pûblicado en ATTAC Mallorca
Platón creyó haber encontrado
la llave para tener una sociedad justa y equilibrada, cuyos ciudadanos fueran
felices. Clasificó a los seres humanos en tres clases distintas, según sus
inclinaciones naturales: trabajadores, guerreros e intelectuales. Los primeros
debían hacer bien aquello para lo que estaban naturalmente dotados: comer,
dormir, procrear y sobre todo trabajar. Si así lo hacían, sin rechistar ni
cuestionarse nada, serían felices e incluso podrían subir de escalón en próximas
vidas. Los guerreros debían dedicarse para alcanzar la felicidad a cosas
arriesgadas y exigentes (ejército, policía, atletismo…). Tampoco ellos debían
cuestionar si aquello funcionaba bien o mal, pues para eso estaban las personas
pertenecientes a la tercera clase: los capitostes, los intelectuales, los
únicos dotados de una visión global y certera de la realidad, dedicados a
pensar sobre el interés general de la ciudadanía. Si cada uno está en su sitio,
haciendo lo que debe, la sociedad resultante es justa, feliz y equilibrada.
Desde aquel entonces, hace ya más de 2.400 años, ha habido otros muchos
intentos de convencer a la gente de que lo que mejor que puede hacer es asumir
su condición personal y social, así como el estado de cosas existente en su
entorno, y resignarse a lo que hay (básicamente, un reducido núcleo de ricos,
privilegiados y bienvivivientes, y una amplísima mayoría de currantes y
sobrevivientes). Eso sí, siempre se nos ha ido repitiendo el mensaje (=la
estafa) de que, si somos buenos, la situación podría mejorar en un magnífico
paraíso, una vez muertos, enterrados y definitivamente calladitos.
Hoy Platón parece pasear por nuestras calles y plazas, haberse colado en
los titulares de la prensa, la radio y los telediarios. Hoy parece incuestionable
para mucha gente que la sociedad tiene por su propia naturaleza unas castas,
otrora llamadas “clases sociales”, que no deben ponerse en cuestión por el bien
de todos y el interés general de la sociedad. Ocurre, sin embargo, que estas
ideas ya no las firma Platón, sino un ente con más vidas que un gato, que
responde ahora al nombre de “neoliberalismo” y es adorado por una incondicional
brigada de neocons.
Según ellos, los trabajadores han de trabajar, y punto. Se les da un
salario para que coman, beban, vistan, salgan, consuman y procreen. Si alguno
de ellos se muestra díscolo o disidente, se lo despide (ahora más barato, con
menos papeleo y complicaciones, con mayor rapidez: para eso están los
decretos-leyes). Se procura que haya siempre, incluso en tiempos de gran
bonanza económica, una sustanciosa bolsa de desempleados, dispuestos a ingresar
en el cuerpo de currantes por menor precio. Y a todo ello se le llama “libertad
de contratación”, “mercado de trabajo”, “modernización de las condiciones
laborales”, “adaptación a la situación laboral europea” o “medidas necesarias
para salir de la crisis al medio plazo”.
Viene a ser como una de las viñetas que Andrés Rábago, El Roto, nos regaló recientemente en El País: un
papá, una mamá y un niño están acodados en una barandilla; el padre pregunta;
“Os acordáis de cuando había horizonte?”. Y el niño pregunta, a su vez: “Cómo
era, papi?”.
Hay también en nuestra sociedad y en el mundo una segunda clase de
personas, a cuyo cargo están encomendadas ingentes arsenales de destrucción y
toda suerte de armamento. También hay policías (nos quedamos pasmados el pasado
29 de marzo viendo el gran número de antidisturbios exhibiéndose en las aceras
mientras nos manifestábamos pacífica y cívicamente). Están al servicio de los
intereses de quienes manipulan los hilos del poder y del dinero, se adjudican
el nombre de “seguridad”, aunque sobre todo hacen seguros a los amos del
cotarro y dicen ser “fuerzas del orden”, pero se trata del orden que conviene a
los ricos y los poderosos.
La tercera clase son personas muy poderosas, se indultan y se amnistían
sin reparos. No quieren que se las vea, toque o moleste. Antes hablaban francés
e iban diciendo “laissez faire, laissez passer”. Ahora, amparados tras el
eufemismo “mercados”, hacen y deshacen a su antojo: cuando les conviene, lo
público y el Estado no deben inmiscuirse en sus asuntos; cuando les interesa,
exigen que se hagan cargo de sus deudas, causadas por su codicia sin limites.
Platón escribió solo para el 15% de los atenienses, los ciudadanos (un
15% de la población entre los que había también muy ricos y de limitados
recursos). Se “olvidó” del resto: los esclavos (37%), los inmigrantes legales
(5%) y sobre todo, de las mujeres (el resto). Hoy nos seguimos olvidando de dos
tercios de la población mundial, sumida en la miseria, la carencia de
alimentos, agua potable, escuelas, centros sanitarios…, esquilmados sus
recursos por la voracidad de las multinacionales y los especuladores.
Sin
embargo, mal que les pese a los señores del dinero y de los medios, así como a
sus servidores políticos, militares y policiales, otro mundo es posible y
necesario.
domingo, 1 de abril de 2012
No es posible un mundo justo sin un mundo laico
Publicado en ATTAC España y ATTAC Mallorca
La justicia (económica y de cualquier otro tipo) requiere un marco previo
de igualdad: la voluntad de justicia será en vano si previamente no nos creemos
iguales en derechos y obligaciones. Los seres humanos reclamamos una sociedad
y un mundo justos porque los
derechos humanos han de ser ejercidos en plena igualdad de condiciones y
oportunidades.
Los privilegios tenidos por un sector de la sociedad atentan contra el
principio de igualdad. El origen y disfrute de esos privilegios son, en y por
sí mismos, injustos. Uno de los sectores más privilegiados desde hace siglos en
España y en buena parte del mundo occidental es la Iglesia católica,
representada oficial e institucionalmente por el Estado del Vaticano. Sobre la
base de un Concordato firmado en 1953 entre el régimen dictatorial del general
Franco y el Vaticano, y unos Acuerdos económicos, fiscales y educativos de 1979
entre esas mismas partes, el sector eclesiástico católico se ha visto
beneficiado de enormes privilegios.
La iglesia católica española, por ejemplo, recibe anualmente más de
10.000 millones de euros a cargo del erario público, estando a la vez exenta de
pagar, entre otros, la
Contribución Territorial Urbana de los inmuebles de su propiedad, los impuestos reales o de producto,
sobre la renta y sobre el patrimonio, los impuestos sobre Sucesiones y Donaciones y Transmisiones Patrimoniales, o
los Impuestos derivados de la renta de las Personas Físicas. Eso atenta contra
el principio de igualdad fundamental de la ciudadanía y las instituciones
ciudadanas. Reclamar, pues, justicia económica ha de comprender igualmente la
desaparición de los privilegios y exenciones otorgados por el Estado español a
las confesiones religiosas, pues su existencia misma atenta contra el principio
constitucional de la aconfesionalidad del Estado y sus instituciones.
Todas y cada una de las personas
integrantes de la sociedad tienen derecho a ejercer libremente, en total
igualdad de condiciones y sin discriminación alguna, su derecho fundamental a
la libertad de conciencia, de tal forma que el Estado debe configurar un
espacio propio y específico, común a toda la ciudadanía, por encima de
cualquier ideología o praxis pertenecientes a los individuos o las
instituciones privadas. El Estado y sus instituciones, como entidades públicas
que son, pertenecen a toda la ciudadanía, y ha de garantizar el libre ejercicio
de la libertad de conciencia. Las instituciones y confesiones religiosas,
amparadas por el derecho a la libertad religiosa y de culto, son una expresión particular y privada
más dentro del derecho global a la libertad de conciencia. Carece, pues, de
sentido, privilegiar a una institución privada, en detrimento, de hecho, del
resto de la ciudadanía, no coincidente con esa ideología privada.
Una justicia económica es global
cuando mira a todos y cada uno de los miembros de la humanidad, a sus culturas,
países e idiosincrasias particulares, y también cuando mira al conjunto de los
derechos y las obligaciones de todas y cada una de esas personas, sin que se
vean postergados y perjudicados en favor de determinadas opciones privadas,
incluidas las confesionales.
En resumidas cuentas, no sería
factible la reivindicación de una justicia económica global en el mundo al
margen de una demanda paralela de un marco de convivencia, dentro de cada país
y entre los países, de plena libertad e igualdad de derechos, entre los que
destaca el derecho a la libertad
de conciencia. No sería factible una justicia económica global admitiendo a la
vez el reconocimiento y la ejecución de cualquier privilegio que beneficie a
instituciones privadas, confesionales o de cualquier otro tipo.
No es posible un mundo justo sin
hacer realidad paralelamente un mundo cada vez más laico. Otro mundo es posible
y necesario. Un mundo laico, de personas libres, autónomas, guiadas por
criterios racionales es igualmente posible y necesario.
Antonio Aramayona
ATTAC en Aragón
Miembro de Europa Laica
Suscribirse a:
Entradas (Atom)