lunes, 23 de julio de 2012

Juntos, se puede



Hace unos días, un grupo de chavaletes,formaba un corro sobre la hierba del Parque Pignatelli de Zaragoza. Al pasar a pocos metros de distancia y al oír sus gritos y sus voces, no pude menos que detenerme a escuchar. Unos cuantos preguntaban a un compañero, regordete y más bajito, aparentemente hijo de inmigrantes, operaciones básicas de aritmética, a las que no respondía. Su mirada quedaba perdida a lo lejos, y no hacía el menor gesto o movimiento, mientras las caras de sus interrogadores cada vez estaban más cerca de la suya. Finalmente, uno de ellos le espetó: “Gilipollas, que no te follas ni a un pez”, y otro: “Tienes más tetas que Frankenstein” (desconozco tanto como ellos el significado de ambas expresiones). Me fui de allí, dolorido por dentro, pensando que aquel chaval iba a cenar y a dormir muy triste aquella noche.
Nos van inculcando y recalcando desde niños que el más listo es el que más tiene, el que domina a otros. Cuantas más tierras posee, cuantas más personas trabajan para él, más listo parece o aparece ante algunos. Dentro de la cultura anglosajona imperante, está valorado ante todo ser un “ganador”, mientras que ser un “perdedor” equivale a una maldición social. Nadie explica, sin embargo, qué se gana y qué se pierde realmente. Nadie explica tampoco que en el caso de muchos presuntos ganadores lo que ganan es a costa de echar a perder su vida, en el sentido más auténtico de la palabra.
El ser humano no es dueño o amo de la naturaleza, sino un producto de ella y de la evolución biológica. Vive en y de la naturaleza, y debería cuidarla y respetarla con esmero, porque así se cuida y se otorga a sí mismo respeto. Si, por el contrario, el ser humano agrede o vuelve la espalda a la naturaleza, se convierte en un ser extraño a sí mismo, alienado, fuera de lugar.
Dicen los antropólogos que la conducta de los seres humanos es, en comparación con otros animales, mucho menos dependiente de los instintos, precisamente porque una parte considerable de nuestros actos y comportamientos deben ser aprendidos necesariamente dentro de un grupo social y una cultura determinada. Somos los seres vivos que más precisamos desde el primer momento de nuestra existencia y durante muchos años del cuidado de los demás, del bagaje de conocimientos que nos van transmitiendo (desde el lenguaje hasta las costumbres más cotidianas). Somos seres sociales y adquirimos pleno significado como humanos dentro de la sociedad.  
Sin embargo, nuestra dimensión social no debería ser utilizada para dominar o sojuzgar a otros. Nuestro impulso primario no debería ser tener que defendernos frente al intento de dominancia o agresión del otro, sino la cooperación y la colaboración con los demás. Solo desde esta dimensión social positiva podemos desarrollarnos plenamente como seres humanos y alcanzar los proyectos personales y grupales que nos hayamos propuesto. El principio de comportamiento básico que tendríamos que llevar a cabo y que deberíamos inculcar en la infancia no es aquello de “o pisas o te pisan”, sino “todos somos libres e iguales ante la ley, y sujetos de los mismos derechos y obligaciones”.  Parece utópico, pero es la única vía para que la convivencia sea efectiva y constructiva. Así como la tierra es de todos, así como el producto de nuestro debería pertenecernos, de igual forma la sociedad se debería mover en términos de libertad, justicia y cooperación. Solo sobre estas bases es posible otro mundo y un desarrollo realmente sostenible.
Una asociación no es simplemente un club de recreo o una organización solo utilitaria, sino también la expresión y la plasmación de la voluntad de cooperación de unas personas en vistas de un objetivo común. En algunas de esas asociaciones encontramos también unas personas, que hallan su bienestar personal y vuelcan muchas de sus mejores energías en la cohesión, la buena marcha y la eficacia de esas asociaciones. Son personas dignas de nuestro respeto y de nuestra admiración, pero también y sobre todo de nuestro apoyo, aliento y reciprocidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.