miércoles, 24 de octubre de 2012

El PSOE sigue sin enterarse de nada

 Publicado hoy en El Periódico de Aragón

Mientras la noche del domingo iban cayendo sobre nuestras cabezas los primeros datos de las elecciones gallegas y vascas, con resultados anunciados por las encuestas con bastante anterioridad, quedó patente, más allá de las preferencias políticas de cada uno, que el pueblo, con todos sus condicionamientos sociales, económicos y políticos que se quiera, habló con claridad en Euskadi y Galicia. Quedó asimismo patente, si tenemos en cuenta la abstención habida, que una parte de la  ciudadanía cada vez está más harta e indignada con la clase política actual.
Por otro lado, el domingo pasado se puso de manifiesto una realidad que cada vez parece más habitual y dada por sentada: el PSOE sufre un nuevo batacazo electoral. El declive del Partido Socialista Obrero Español es una mala noticia para el país, pues buena parte del voto captado por el PSOE desde 1977 hasta nuestros días no sabe ya a qué atenerse, parece tan desnortado y desorientado como los actuales dirigentes socialistas, al carecer de un criterio claro y unos objetivos creíbles.
El sistema político español ha creado dolosamente un sistema electoral tendente a consolidar la alternancia en el poder de dos únicos partidos (PP y PSOE), con una sustanciosa ganancia de escaños por parte de dos partidos nacionalistas (PNV y CiU), que en el río revuelto de los intereses partidistas han ido apoyando en su propio beneficio al partido en el gobierno de turno, con un flagrante perjuicio para los llamados “partidos minoritarios”. Este sistema, perverso, está llevando a que el actual hundimiento del PSOE, que ha gobernado durante veintiún años en España, deje al país en manos del entreguismo del PP a los dictados de Bruselas y Berlín, con la correspondiente catarata de recortes laborales y sociales en detrimento del bienestar de la ciudadanía, el retroceso de varias décadas en una serie de derechos fundamentales y el marasmo global del país.
Tras su batacazo electoral en 2011, los socialistas parecen seguir sin haber entendido nada, presos de sus propios intereses creados de partido.  Parecen no ver, oír o decir algo realmente coherente, pues su actual cúpula dirigente está cautiva de su propia modorra: su oposición crítica resultaría poco creíble para la ciudadanía y su presunto plan alternativo sería objeto del escepticismo general.
A la ciudadanía le resulta difícilmente creíble que ahora el partido socialista pueda criticar la pasividad del actual Gobierno respecto del dictado de los mercados, cuando ellos sucumbieron por las mismas razones y en igual medida a los mismos dictados de los mercados. La ciudadanía no comprendería que el PSOE propusiera otra política fiscal con los estratos socio-económicos de población de mayores recursos, cuando durante sus últimos ocho años el Gobierno de ZP apenas hizo nada al respecto; o que pretendiere alinearse ahora con posiciones críticas a la confesionalidad del Estado si durante veintiún años de gobierno el socialismo solo ha ido reforzando la posición privilegiada de la iglesia católica en España.
Tampoco puede enarbolar el estandarte de la paz un partido socialista que ha llevado a España al récord de compra y de venta de armamento, o la bandera de la justicia social cuando  en ocho años de gobierno no ha osado plantear siquiera con la boquita pequeña el establecimiento de un impuesto sobre las transacciones financieras o una banca pública o la justa redistribución de la riqueza y de los recursos del país, o el reparto de tierra a unos jornaleros que, pasado más de un siglo, vuelven a exigir tierra y pan, si no han osado rozar el más minúsculo interés de los grandes propietarios de tierra,  incluidas las propiedades de titularidad pública.
La ciudadanía sigue teniendo clavado en su memoria los indultos a grandes figuras de la banca y defraudadoras del fisco; no ha visto ante los tribunales  a los perpetradores de la burbuja inmobiliaria o de la especulación financiera. La ciudadanía sigue sin conocer un posible plan alternativo creíble del PSOE para salir de la crisis e instaurar una dinámica regeneradora de la economía y de la vida política, pues, de hacerlo, recibirían de inmediato la consabida pregunta: por qué no lo habéis hecho antes en vuestros ocho años de gobierno.
Entretanto, siguen los mismos dirigentes socialistas en España. También en Aragón. Con los mismos discursos. En algunos casos, incluso con su cansino y tedioso andar hacia ninguna parte. Toda su vida viviendo de y desde sus cargos, la política se torna un acto continuo de onanismo partidista. Un sempiterno dirigente socialista aragonés propone como solución volver “a las virtudes éticas” de 1982 y al PSOE como única alternativa contra el neoliberalismo. O sea, el discurso vacío de cualquier mensaje tangible y creíble para la ciudadanía, cada vez más harta e indignada.
Lamentablemente, el socialismo de Pablo Iglesias es al socialismo actual lo que la música de Mozart es a la música compuesta con una zambomba.

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