jueves, 8 de noviembre de 2012

Una buena noticia: los obispos no están obligados a casarse con personas de su mismo sexo



 Otra vez el obispero se ha alborotado...

Mira que se lo tengo dicho a los obispos españoles: relajaos, relajaos, que la cosa no va con, por o contra vosotros, que la ley no os obliga a casaros, a utilizar preservativo, a tomar la píldora del día después, a abortar o a matrimoniaros con gente de vuestro mismo sexo. Pero no me hacen caso, tienen los nervios a flor de piel, con lo bien que les vendría una buena taza de tila bien cargada.
También les tengo muy dicho que deben visitar a algún profesional, pues las fijaciones –sexuales o de cualquier otro tipo- son molestas para uno mismo y a veces incluso para los demás. Su código moral limita con la realidad solo por el sur, es decir, por el área comprendida entre la cintura y las ingles (no quiero entrometerme en sus posibles preferencias eróticas personales, pues cada cual es muy libre de dar salida a su libido como pueda y quiera).
Desde hace siete años, el Partido Popular, su partido político ad latere, llevaba metido en el fregado de denunciar ante el TC la anticonstitucionalidad del matrimonio homosexual. Ayer el TC lo declaró tan constitucional como el derecho de expresión o de reunión, y la acorazada mediática bienpensante ha montado en cólera.
De ahí que, en esa misma línea de coherencia grupal, compartida por el actual Ministro del Interior, supernumerario del Opus Dei, José Fernández Díaz, el obispo y portavoz de la CEE, Martínez Camino, arremete contra la sentencia del TC apelando al derecho a tener padre y madre, y el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, afirma que en la sentencia del TC "hay una falta de fidelidad" a la Constitución. O sea, que Munilla no solo se cree dotado de luces para enmendar la plana a su feligresía, sino que enmienda la plana al mismísimo TC.
Ayer mismo, Munilla pronunciaba una conferencia en Zaragoza  sobre “el catecismo de la Iglesia Católica en la enseñanza”, organizada por la Asociación Católica de Propagandistas. Allí recalcó la importancia de estar cerca de los profesores de religión en la escuela, de apoyarles en su labor formativa dentro de la libertad de enseñanza consagrada en (ahora sí vale) la Constitución. Olvidaba así algo que se lo tengo dicho hace ya muchos años:  en la escuela se imparten conocimientos, no creencias, y en la escuela pública o en cualquier escuela sostenida con fondos públicos no puede adoctrinarse en una materia religiosa durante el período lectivo ni la ciudadanía tiene por que seguir pagando a un profesorado designado y filtrado por la propia CEE.
En fin, estoy deseando que en próximos fines de semana salgan a la calle la grey católica y las huestes mesetarias hispanovisigóticas para protestar contra el Gobierno del PP por llevar un año ya manteniendo la actual ley del aborto y no haber llamado a la desobediencia civil contra el matrimonio homosexual, tal como hicieron, por ejemplo, con la asignatura Educación por la Ciudadanía o la asistencia médica en hospitales públicos a la mujer que decidiese interrumpir su embarazo. No me privéis del espectáculo, señores obispos católicos: salid pronto a la calle, denunciad que el PP atenta contra la vida y contra la familia auténtica.
Para acabar, un regalo, señor Martínez Camino y señor Munilla (no les nada, es gratis):
“En cuanto eleve la voz, sea en nombre del cielo, de la ciudad o de otros pretextos, alejaos de él: sátiro de vuestra soledad, no os perdona el vivir más acá de sus verdades y sus arrebatos; quiere haceros compartir su histeria, su bien, imponérosla y desfiguraros. Un ser poseído por una creencia y que no buscase comunicársela a otros es un fenómeno extraño a la tierra, donde la obsesión de la salvación vuelve la vida irrespirable.” (Ciorán)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.