lunes, 18 de febrero de 2013

Reyes, judíos, moriscos, protestantes, gente ortodoxa y Beatriz Talegón

 

Hace unos años, cuando era coordinador de Movimiento laico aragonés MHUEL, fui invitado a asistir a una tertulia matutina de Aragón Televisión (“Sin Ir Más lejos”), pues desde la asociación habíamos solicitado formalmente al Ayuntamiento zaragozano que cesara la emisión por megafonía del cántico “Bendita y alabada sea”, reivindicando que los espacios públicos deben ser laicos y aconfesionales, al margen de las creencias e ideologías de ámbito privado, para así poder ejercer la ciudadanía su derecho a la  libertad de conciencia en plena igualdad de condiciones.

El vídeo de aquella tertulia puede verse en http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=1OMKsfTFoMg

Además de las esperadas reacciones en contra de los contertulios (tocar en Aragón cualquier tema relacionado con la virgen del Pilar es tabú), un señor me “invitó” al final del programa por teléfono a no pasar por la plaza del Pilar ni aledaños, y otra señora me “invitó” por su parte a irme de Aragón.
Al escuchar todo aquello, como un relámpago me vino a la cabeza el recuerdo de unos reyes tan católicos, tan católicos, tan católicos (catolicismo viene del griego katholou, que significa “universal”) que consideraron su deber católico, mediante Decreto o Edicto de Granada, obligar a todos los judíos que habitaban en sus reinos a convertirse al catolicismo o ser expulsados. Se daba como plazo el 2 de agosto de 1492, fecha en que Colón zarpó para descubrir las Indias. El redactor del borrador de aquel Decreto era Tomás de Torquemada, inquisidor general en España.
En 1609, otro rey muy católico, Felipe III, decretó la expulsión de los moriscos, descendientes de la población de religión musulmana convertida al cristianismo. Años antes, el paradigma de todas  las virtudes hispanocatólicas, Felipe II, preocupado por la posible difusión de las ideas protestantes en la España, actuó con mano de santo cirujano: como botones de muestra, entre 1559 y 1562 se celebraron tres autos de fe inquisitoriales en Andalucía, en los que fueron quemados públicamente unas cuantas decenas de protestantes. En Valladolid, en 1559 se celebraron otros dos autos de fe similares en la plaza mayor, asistiendo a uno de ellos el propio Felipe II en persona.
Si buscamos el común denominador de estas pocas muestras de intolerancia fanática en la historia española, encontramos la constante de que un colectivo de personas se cree con derecho de expulsar o liquidar a otras personas por el hecho de pensar o actuar de forma diferente.
Pues bien, Beatriz Talegón, secretaria general de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas, fue expulsada el pasado 17 de febrero de la manifestación antidesahucios habida en Madrid.  Estaba acompañada del ex ministro socialista de Justicia. J.F. López Aguilar,  que quizá podría haberse quedado en su casa en lugar de acudir a esa manifestación, pero cuya presencia también puede ser interpretada como un signo de arrepentimiento de acciones y omisiones pasadas y como un paso adelante en sentido opuesto. Talegón ejerció su derecho a manifestar cívica y pacíficamente su impecable opción política y social respecto del asunto de los desahucios.
A pesar de toda la indignación reinante, a pesar de los suicidios, desahucios y tragedias personales y familiares, ningún grupo de ciudadanos y ciudadanas tiene derecho alguno a echar a nadie de una manifestación que no es suya ni de su propiedad. ¿O más bien desahuciaron a Beatriz Talegón de la manifestación?



2 comentarios:

  1. Nos han producido tal cacao mental, que ya no sabemos donde está el norte, ni el sur......Gracias por aportar tanta sabiduría al debate. Un abrazo, amigo Antonio.

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  2. Gracias a ti, amigo Ramón, por seguir tan comprometidamente en la brecha. Un abrazo

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