sábado, 20 de abril de 2013

El IIF, el poder fáctico y real que está detrás de los grandes bancos



Este es un fragmento de Los lobbies financieros, tentáculos del poder (Clave Intelectual), escrito por Juan Hernández Vigueras. Doctor en Derecho, ha trabajado un grandes empresas y es profesor universitario de posgrado. Ha participado activamente en el desarrollo del movimiento internacional Attac y es autor de diversos libros entre los que se encuentran Los paraísos fiscales. Cóm olos centros offshore socavan las democracias (2005) o El casino que nos gobierna. Trampas y juegos financieros a lo claro (Clave Intelectual). Ha colaborado durante años como analista de asuntos político-financieros en Cambio 16, Cuadernos para el Diálogo y Público.


En los últimos años de graves problemas financieros en España, el presidente del Gobierno y otras autoridades tuvieron contactos directos en Madrid con los máximos representantes del Instituto de Finanzas Internacionales, the Institute of International Finance (IIF en siglas en inglés), con su presidente el suizo Josef Ackerman, consejero delegado del Deutsche Bank y también presidente de la asociación de los banqueros alemanes; y con su director gerente, Charles Dallara, como consta en la prensa española.

¿Por qué son relevantes esas visitas de personajes extranjeros de las finanzas? Porque el IIF es el mayor lobby mundial de los grandes bancos, con sede central en Washington DC, que cuenta entre los miembros del consejo de administración a Goldman Sachs, al Grupo ING, al BNP Paribas, al Deutsche Bank, al español BBVA (Francisco González) y demás bancos globales de inversiones y comerciales, junto con grandes fondos de patrimonios soberanos, compañías de seguros, gestores de activos, corporaciones multinacionales y otras organizaciones, que proveen productos y servicios financieros. Representa el poder bancario privado mundial con más de 470 miembros con sede en más de 70 países de Europa, América del Norte y de Sur, Asia, Oriente Medio y África. Y actúa como un influyente lobby por cuenta propia.

El IIF ha tenido un papel muy activo en el desarrollo de la crisis de la deuda soberana del euroEste Instituto es el principal lobby financiero global porque desde hace décadas la banca financiera tiene actividades en todo el mundo; y tienen alcance global todas las grandes cuestiones de dinero, sea la bancarización de las cajas de ahorros españolas, la creación del «banco 155 malo» (la sociedad mercantil Sareb) o el endeudamiento de Grecia. El análisis de esos hechos relevantes demuestra el peso de la banca global en la Unión Europea, representada por esta organización.
Como tal lobby bancario, el IIF ha tenido un papel muy activo en el desarrollo de la crisis de la deuda soberana del euro; y también, con su intervención entre bastidores, en el proceso de la crisis bancaria española mediante contactos directos con las más altas autoridades españolas mantenidos durante 2010, 2011 y 2012. La misión de este «Instituto» abarca esa labor según su informe anual de 2011, que destaca como tareas «trabajar con gobernantes, reguladores y organizaciones multilaterales para reforzar la eficiencia, la transparencia, la estabilidad y la competitividad del sistema financiero global con un énfasis en planteamientos voluntarios basados en el mercado para prevenir las crisis y gestionarlas». Traducido: busca presionar a los países para lograr decisiones que beneficien a la gran banca mundial.

La banca, inquieta sobre el «banco malo» en España

En noviembre de 2012, Charles Dallara, director gerente del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) visitaba Madrid para entrevistarse con miembros del Gobierno y conocer de primera mano los detalles del conocido como «banco malo», la sociedad mercantil que iba a gestionar los activos inmobiliarios invendibles llamados tóxicos de los bancos; quería saber cómo afectaría a sus clientes, los bancos, algunos detalles que, según sus manifestaciones «le generaban dudas». Este personaje, antiguo secretario adjunto del Departamento del Tesoro de los EEUU, ha ocupado el cargo de director general del IIF desde 1993 hasta finales 2012, una organización internacional que representa los intereses de más de 470 bancos privados de todo el mundo; y con tal representación llevó la gestión de las negociaciones con el gobierno griego para la quita de la deuda de Grecia, que analizaremos después. Si el año anterior, había sido el presidente de esta organización bancaria mundial quien había visitado al presidente del Gobierno, ahora la visita era de segundo nivel porque como el asunto del endeudamiento exterior de España ya estaba encauzado con un gobierno neoliberal conservador sometido a la dirección de Bruselas, la información a obtener y contrastar tenía carácter más «técnico» y de detalle, asegurándose in situ que las condiciones del «banco malo» fueran buenas oportunidades de negocio en la línea global de «business as usual», pasado el susto inicial de la crisis financiera, «hacer negocios como siempre».

El foco no debería estar en la meta de déficit sino en reformas como la flexibilización del mercado laboralPor esas fechas, el predominio de la visión ortodoxa de la economía en la opinión pública española, daba por buena una vez más la socialización de las pérdidas de los bancos y cajas que supone el «banco malo»; y no estaban claros algunos puntos importantes de las bases del posible negocio. Estaban pendientes de definir aspectos como a qué precio iban a ser adquiridos por la nueva sociedad conocida como el banco malo, los solares, las urbanizaciones o pisos invendibles,
los llamados valores tóxicos de los bancos más problemáticos que pasarían a poder de esa nueva sociedad gestora (ya denominada Sareb), su diseño y la cuantía de participación bancaria privada y otros detalles que condicionarían la rentabilidad para los bancos inversores en esa nueva sociedad gestora. En ese contexto, hemos de interpretar algunas de sus observaciones o sugerencias que el representante del alto lobby bancario Charles Dallara habría trasladado a las autoridades españolas según quedaban reflejadas en la entrevista en El País:

  –«En mis discusiones con altos cargos europeos y del FMI no he percibido que haya la sensación de que hay mucho más que hacer en el caso de España. De hecho, mi opinión es la contraria, que el ritmo de ajuste fiscal en España quizás es demasiado rápido. El foco no debería estar en la meta de déficit sino en el componente estructural de las reformas, flexibilizar algo más el mercado laboral, profundizar en las privatizaciones, reducir el tamaño del sector público... Todo eso lleva tiempo. Creo, también, que el sector inmobiliario debe ajustarse a su nueva realidad y proceder a un saneamiento del sector financiero, que ya está en marcha. Para eso se ha creado el banco malo, una medida que en principio apoyamos. Pero me voy a reunir con algunos miembros del Gobierno para discutir con ellos las distintas modalidades o algunos detalles que nos suscitan dudas». Y añadía otro párrafo clarificador.

–«No acabo de entender del todo algunos de los anuncios hechos por el Gobierno. Por ejemplo, el papel que tendrán en el banco malo los bancos españoles, si serán parte de los inversores privados que integrarán el capital del banco. Porque creo que es importante proteger la integridad del conjunto del sistema financiero y no infectar a los bancos sanos de las debilidades de algunas cajas de ahorros. Uno de los grandes activos de la economía española son sus bancos, que, pese a todo, son muy sólidos y mantienen las ganancias, aunque no sean espectaculares. Pero no quiero que se me malinterprete, me parece que la decisión del banco malo es una decisión positiva».

El objetivo de la visita del representante del Instituto de Finanzas Internacionales se habría logradoEn este lenguaje sutil del poder en materia tan terrenal como los intereses financieros de los grandes bancos internacionales en juego, se apuntaba la necesidad de algunos retoques en el proyecto. Y unos quince días más tarde, el BOE del 16 de noviembre publicaba el Real Decreto por el que se establecía «el régimen jurídico de las sociedades de gestión de activos»; tras la larga incubación nacía el conocido «banco malo», bajo el nombre oficial de sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb); y sin que ese Instituto-lobby expresara ya ningún reparo. El objetivo de la visita del representante del Instituto de Finanzas Internacionales se habría logrado. La participación privada alcanza el 51% del capital social, por lo que los bancos inversores tendrán la capacidad de decisión en la nueva sociedad Sareb. Y el hecho de que la participación del capital publico alcance el 49%, aparentemente acordado para que las eventuales pérdidas no incrementaran el déficit público, no impedirá que las deudas de esta sociedad no pesen subsidiariamente sobre las cuentas del Estado. Algo debieron tener que ver con estos resultados, los lobbies financieros exteriores e interiores.

A mediados de diciembre de 2012, cuando el trabajo fino en España y en Grecia estaba finalizado, Dallara era sustituido por Tim Adams, un antiguo consejero del presidente Bush, como director gerente del IIF, el lobby de los grandes bancos, según lo calificaba la Agencia France Press al comentar el comunicado con el nuevo nombramiento. Hasta ese momento el nuevo director gerente Adams, dirigía un gabinete de asesoramiento económico, el Lindsey Group, de Washington. Por esas fechas, Ackerman, presidente del DeutscheBank, dejaba su puesto como presidente del IIF a Douglas S. Flint, presidente del Grupo bancario HSBC, tan conocido entre otras cosas como el banco suizo del que salio la famosa lista Faciani de defraudadores de todo el mundo y como banco colaborador en el blanqueo de dinero sucio del narcotráfico mexicano.

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