miércoles, 11 de septiembre de 2013

Diario de un perroflauta motorizado, 74


El perroflauta motorizado aún no se había quitado el cansancio de días anteriores, quizá por el cambio brusco del tiempo en la ciudad (en la calle Alfonso el cierzo frío ha estado soplando sin cesar), quizá también por ser hoy el primer día de clase en Infantil y Primaria en Aragón. Entristece particularmente al perroflauta motorizado escuchar de labios de algunas personas dedicadas a la enseñanza lo poco que les gusta su trabajo y lo mucho que les molestan sus alumnos y su profesión. De hecho, si la enseñanza se va algún día definitivamente al carajo será debido en buena parte a que el profesorado la habrá dejado fenecer por abulia, indolencia y desapego; unos por estar esperando la llegada de su jubilación, otros porque han llegado a la enseñanza como podrían haber llegado al mostrador de una tienda o a la mesa de cualquier oficina. Ese día, habremos regresado a la Edad Media, aunque todos los siervos de la gleba tengan móvil.
Antes de torcer hacia la calle Alfonso, el perroflauta motorizado ha saludado a Venancio, como cada mañana. Este se ha levantado como un resorte, ha estrechado la mano del perroflauta motorizado y le ha preguntado si tenía “diez segundos”. Estas imágenes las grabó ayer mi hija Begoña:

A renglón seguido, ha dicho al perroflauta motorizado lo que seguramente antes había estado repasando  en su cabeza.

“Mira, yo antes solía leer mucho la Biblia, pero ahora en las condiciones en las que estoy puedo hacerlo menos. Antes, durante varios años, estuve oyendo a los mejores predicadores que da el Espíritu Santo (sic). Una de las cosas que me enseñaron y que me llamó mucho la atención, la sigo recordando, es que si quieres comprobar la sabiduría de los padres no tienes más que ver cómo son sus hijos. Ayer conocí a tu hija, y me quedé impresionado al ver la sabiduría que has sabido inculcarle. Así que eres un ejemplo, un gran ejemplo para mí y te lo agradezco mucho.. No me echo a la bebida o a otras cosas malas porque hay personas como tú. Nunca te olvidaré, nunca te olvidaré, Antonio”. 
Y me ha dado un abrazo.

Hasta mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.