miércoles, 30 de octubre de 2013

Diario de un perroflauta motorizado, 110



Bien forrado para que el viento y el frío no se apoderasen de él, el perroflauta motorizado estaba escuchando Creep interpretado por  Radiohead  y alisando aún el viejo cartel en el portal de la Consejera, cuando un coche de la policía ha pasado frente a él muy despacio, y ambos policías, conductor y acompañante, le han saludado, dándole manifiestamente los buenos días. El perroflauta motorizado ha saludado también y no daba crédito a lo que estaba sucediendo, recordando lo acontecido pocos días antes. 
A los cinco minutos, llegaba un hombre de paisano de treinta y tantos años, saludaba también al perroflauta motorizado y se presentaba, más o menos, como el encargado o gestor o responsable de la “Policía Adscrita” (según ha explicado, la policía, de paisano, que se da conocer en sus coches como “Policía de Aragón”) para los casos de alteración del orden, escraches, etc. análogos al del perroflauta motorizado. Aquel policía conocía bien los datos relativos al perroflauta motorizado: cuánto tiempo llevaba allí, lo ocurrido el miércoles de la semana pasada, la denuncia derivada de aquel mismo día, los motivos, etc. Preguntaba, pero el perroflauta motorizado sobre todo percibió que ante todo le reconvenía y le advertía. De hecho, le comunicó que iba a informar a “sus superiores” del hecho e iba a consultarles la legalidad o ilegalidad de que el perroflauta motorizado estuviese allí. La semana siguiente le comunicaría las órdenes recibidas y si podría permanecer allí o irse, por ejemplo, con el cartel ”unos cincuenta metros” del portal. El perroflauta motorizado ha dado las gracias por la información y por el tono y el clima de la conversación, a la vez que le ha informado de que, sean cuales fueren las órdenes que el policía pudiere recibir, él no se iba a mover de allí. Preguntado también sobre hasta qué hora iba a permanecer allí, el perroflauta motorizado ha informado de que seguramente, a partir de la fecha, estaría hasta las 13 horas, pues las condiciones climáticas y meteorológicas así lo aconsejaban para evitar el frío en cierta medida. Se han despedido educada y cortésmente. 

Una mujer pide cada mañana a los viandantes de la calle Alfonso comida; no dinero, no; solo comida. Lleva un brazo en cabestrillo, viste normalmente y su físico ha sucumbido bastante al deterioro. Al final de la mañana suele volver con alguna barra de pan y alguna bolsa con viandas que alguna persona le habrá comprado. Regularmente, se pone frente al perroflauta motorizado, y le pregunta qué tal está y qué tal ha ido el día, a la vez que el perroflauta motorizado se interesa igualmente por  ella. Ayer ella  le pidió permiso para darle dos besos. Fueron dos besos extraños, que le llegaron al perroflauta motorizado a recovecos recónditos de su alma. Aquellos besos fueron el mejor regalo que el perroflauta motorizado recibió ayer. Aún los lleva consigo.
Hoy Noemí ha estado en el portal con el perroflauta motorizado desde poco después de la entrevista del perroflauta motorizado con el policía. Marisol ha venido con espléndidas noticias sobre Irene. Al final de la mañana, Paquita también ha estado allí. Cuando nos íbamos, Noé ha tenido tiempo aún de saludarnos.
Hoy, a las 12, en lugar del Bendita y Alabada de cada mediodía, el perroflauta motorizado ha escuchado que salía desde las entrañas mismas de la ciudad el mensaje de que nunca estás solo, que aguantes, que cuentes siempre con los amigos, que puede que estés pasándolo mal (todos lo pasan a veces mal), pero que hay que seguir, a pesar de los pesares, apoyado en lo que encuentres, pero seguir, siempre, seguir. ¡Ánimo, Ana! Todo parecía indicar que cantaba R.E.M.

Hasta mañana

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