domingo, 27 de octubre de 2013

El peluquín del obispo Ureña


Desde hace años existe un litigio entre eclesiásticos de dos diócesis católicas (Barbastro-Monzón y Lleida) sobre 113 antiguos objetos sacros que pertenecían a parroquias sitas en territorio aragonés y que ahora están en Cataluña. Entre tales bienes artísticos, algunos peritos destacan algunos frontales de altar, arquetas, pinturas, cuencos y tronos priorales. En resumidas cuentas, objetos que el pueblo aragonés costeó con sus diezmos e impuestos, pero que jamás han sido de su propiedad ni su interés. No obstante, los eclesiásticos ya han sacado al Gobierno aragonés (no entro en lo que respecta a Cataluña) un museo en la ciudad de Barbastro, que ha vuelto a pagar el pueblo aragonés, pero que es propiedad de los de siempre: la SICAR (Santa Iglesia Católica Apostólica Romana) en Aragón.
En Aragón hay alguna gente a la que, con toda su pasión y buena fe, ven chiribitas en cuanto oyen la palabra “aragonés”, sin querer darse cuenta de que los eclesiásticos llevan haciendo el timo del tocomocho desde hace muchos años con el cuento de los bienes artísticos denominados “de la Franja” (zona oriental de Aragón, colindante con Cataluña, y en su mayor parte de habla catalana). Los aragoneses tragaron ya en 2005 que fueran unos jueces eclesiásticos quienes dirimieran que las 113 obras pertenecían a la diócesis de Barbastro-Monzón (es decir, siempre propiedad de la SICAR, pero EN Aragón, aunque no DE Aragón). Los aragoneses de todo tipo y ralea aceptaron el fallo eclesiástico con alegría y alborozo (en su bolsillo tenían un enorme fajo de dinero… falso). En 2006, sin embargo, la Generalitat de Cataluña emitió una resolución que, limpia de polvo y paja, se pasaba la sentencia eclesiástica anterior por el arco de triunfo). La cosa se fue liando y liando, hasta que en 2009 el Gobierno aragonés presentaba una querella criminal, renunciando a la solución del procedimiento civil que se veía sin salida (a todo esto, y en todo este tira y afloja entre Aragón y Cataluña, los bienes seguían siendo exclusivamente de propiedad católica apostólica y romana). Incluso al año siguiente se convocó una manifestación en Zaragoza, mientras sobre las cabezas de los manifestantes flotaba el sagrado y patriótico equívoco de que bienes “aragoneses” no equivale en absoluto a bienes “DE Aragón”. Finalmente, hace poco más de un año, el Juzgado de lo Contencioso Administrativo de Lérida dictó sentencia  que declaraba los 113 bienes “patrimonio cultural catalán”.
Pues bien, como el hombre es un animal que puede tropezar muchas veces en la misma piedra, a finales de octubre de 2013 no se le ocurre otra al Gobierno aragonés de Rudi y a la muy conocida por un perroflauta motorizado Consejera de Educación y Cultura, Serrat, que optar por instar la expropiación de los bienes religiosos de las parroquias de la Franja Oriental depositados en Lérida.  Algo así como la desamortización de Mendizábal pero solo sobre 113 piezas eclesiásticas. Y entonces el jerarca supremo de los católicos zaragozanos, Manuel Ureña, íntimo amigo del alcalde que el destino a veces depara velis-nolis, J. A. Belloch, no pierde un segundo en mostrar su desacuerdo con la propuesta, soltando un sonoro "ni hablar del peluquín".

No obstante, Ureña se aviene a que pueda haber peluquín si solo se trata de jabonear al Gobierno aragonés del que bien se nutren sus arcas, por lo que considera "explicable y loable" el interés de Rudi y sus acólitos. Pero al mismo tiempo nada quiere saber de ese peluquín ante la posibilidad de que la Administración civil se "posesione" de las piezas. Ya no sabe Ureña cómo explicarlo mejor: las 113 piezas son de la SICAR, solo de la SICAR y nada más que de la SICAR.  El obispo Ureña tiene claro que las piezas deben salir del obispado de Lleida y ser devueltas “a sus legítimos dueños”. O sea, por mucho que les pese a quienes el adjetivo “aragonés” tiene efectos análogos a un tripi, un sello o como se quiera llamarlo, los bienes de la Franja pertenecen a la SICAR.
Me sabe mal que el peluquín de Ureña contraríe a la Consejera de Educación y Cultura, Serrat, una Consejera tan cara para algún que otro perroflauta motorizado, la cual expuso la posibilidad de expropiar los bienes para ser propiedad de la Comunidad aragonesa. Pero es que no se debe jugar con las cosas de la SICAR. Supongamos que un día las 113 piezas aterrizan por fin en el museo que con el dinero público aragonés se ha construido en Barbastro. Ocurrirá entonces igual que con todas las demás iglesias, catedrales, palacios episcopales, museos, etc. etc. que han sido construidas o reparadas con el dinero de la ciudadanía: serán propiedad de SICAR y si queremos ver algo allí nos cobrarán una entrada, eso sí, religiosamente.
Y pobrecillos, además reciben el terreno regalado por los ayuntamientos para construir parroquias, siempre propiedad de la SICAR. Si quiero montar una tienda, un negocio o abrir algo nuevo en el barrio, a pagar lo que me digan, antes de que se me caiga el pelo (y sin un peluquín como el del obispo Ureña). Así las cosas, en el caso de abrir una parroquia, a poco que se descuide Ureña su amigo Belloch dirá la misa el día de su inauguración.
Personalmente, centrándome en la cuestión aludida por Ureña de los “legítimos dueños”, emplearé todas las energías y fuerzas que me restan de por vida a devolver a sus legítimos dueños los derechos fundamentales, cívicos, laborales y sociales de la ciudadanía que va demoliendo día a día el actual Gobierno, los 60.000 millones regalados a los bancos para tapar sus trampas y deudas, las fincas de la gente rica, aristócrata y ociosa que necesitan los braceros y los campesinos, los 11.000 millones, libres de impuestos, donados anualmente a la SICAR en los Presupuestos generales del Estado, etcétera, etcétera…
Amén.

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