Dos de enero. Primer día del año 2014 en
el portal de la Consejera. Mañana de honda reflexión. Hacia dentro, hasta que
empape cada célula de mi ser. Cobro renovadas fuerzas. ¿Hasta cuándo allí? Y
soy incapaz de pensar en otra cosa que no sea el instante. Cada vez valoro más
los instantes. Son una explosión de vida en la mente y el corazón.
A los pocos minutos de estar en el portal
sale a la calle la Consejera. Apenas me mira. No saluda. El perroflauta
motorizado es el hombre invisible. Sonrío. Si no mira es sobre todo porque soy
un perroflauta motorizado que molesta.
Después vienen Marisol, Pedro y Marga.
Han estado en la Delegación del Gobierno para pagar la multa impuesta a Marisol
(200 euros) en monedas de 1, 2, 5 y 10 céntimos. Allí le han aconsejado que
siga alegando contra el informe policial que iba adjunto a la notificación de
sanción. Si la alegación no tiene éxito, puede aún interponer recurso de alzada
en Madrid (en no pocos casos, han tenido éxito tales recursos).
El perroflauta motorizado se alegra mucho
de tal iniciativa, valiente y comprometida, aunque él haya decidido no pagar,
pues no reconoce la autoridad que sanciona e incluso la declara ilegítima. Por
otro lado, tampoco le cabe ya recurso alguno por haber recibido documentos de
pago/cobro de la multa.
Hoy la calle Alfonso ha estado
especialmente contenta, pues estaban allí también Elena y Marcos, a quienes
tanto quiere el perroflauta motorizado. Al final de la jornada, también ha
estado Pepe.
Aletea la esperanza ante mi mirada. Sí,
hay esperanza. Otro mundo es posible y la utopía es más necesaria que nunca.
Hasta mañana.
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