miércoles, 22 de enero de 2014

Diario de un perroflauta motorizado, 170


Incordió un poco la lluvia a primera hora; después, el tiempo se tornó llevadero. Federico G. Lorca musita en el oído del perroflauta motorizado, unos versos  convertidos hace muchos años en canción:
“Tarde lluviosa en gris cansado,
y sigue el caminar”. 

El cardiólogo recomienda al perroflauta motorizado seguir con la medicación adicional contra la angina de pecho. El perroflauta motorizado se encuentra mucho mejor. Se ha hecho a la idea de que estará hoy solo toda la mañana. Sin embargo, pronto le llega un visitante vitriólico.
Lo que pide es una mierda. Usted es un idiota, a ver si se entera. ¡Vete a tu casa a molestar!”, dice un señor provecto y de cabeza erguida al perroflauta motorizado. Y se va, dejando al perroflauta estupefacto, amén de sin perro y sin flauta y sin habla.
  Mairena viene a echarle una mano en forma de apoyo moral: ”Nos han metido en la cabeza desde que aprendemos a pensar y hablar, como si se tratase de un axioma, que ‘o pisas o te pisan’. Hemos venido entonces al mundo a pelear, a ganar, a aplastar y quien no está con el aplastador es un pusilánime sin futuro, un inadaptado”.
Después, Mairena sonríe y continúa: “una vez decía yo esos mismo a mi alumnado,  hasta que un alumno me preguntó qué pasaría si vuelve el Cristo, si desaparecería entonces la violencia, la competitividad”.
“¿Y tú qué respondiste, Juan?”, inquiere el perroflauta motorizado.
Yo le contesté que entonces se armaría la de Dios es Cristo”, respondió Mairena.
Se rieron con esta salida”, continuó Mairena, “pero aproveché para decirles que si se tratase de construir una casa, de nada nos aprovecharía que supiéramos tirarnos correctamente los ladrillos a la cabeza. Acaso tampoco, si se tratara de gobernar a un pueblo, nos serviría de mucho una retórica sin espolones”.
Beethoven llega al portal con la mirada muy fija en el perroflauta motorizado. A su modo, quiere compensarle por el mal trago pasado a primera hora y le regala la Quinta Sinfonía completa. El perroflauta motorizado se siente entonces mucho mejor. Cuando está ya en plena Octava Sinfonía, llega Adrián al portal y ambos se pasan el resto de la mañana hablando de filosofía aplicada a la vida cotidiana.
El perroflauta motorizado pensaba entretanto en que nada había hecho o dicho  él a ese señor provecto y de cabeza erguida. Cuando se topa con alguien que no coincide con él, le desea ser feliz, eso sí, a unas cuantas decenas de metros o kilómetros de distancia. Sin embargo, vivimos en un país donde quien gobierna tiene una cachiporra como bastón de mando, y no son pocos los que aspiran a tener otra cachiporra en el bolsillo. En el Parlamento, las salas municipales, los ministerios o los escaños de la oposición se habla siempre en contra y a la contra. Para que un político diga claramente qué quiere hay que esperar mil intervenciones más en las que diré que no quiere ni es ni hace lo del adversario.
El perroflauta motorizado conversa con Juan de Mairena, y le cuenta: “Recuerdo ahora que hace años, hacia 1995, al poco de asentarme en Zaragoza, recién venido de Madrid, escribí un artículo sobre el que me parecía el Patrón principal de Aragón: San No. Tenía por aquel entonces la impresión de que los aragoneses solo nos poníamos de acuerdo para oponernos a algo (trasvase del Ebro, por ejemplo), pero sin lograr acuerdos en clave positiva (siguiendo con el mismo ejemplo, qué hacer con esa agua no trasvasada, según se sea de la montaña o del valle del Ebro)”.
El PP ganó las últimas elecciones a la contra (todo cuanto dijo que iba a hacer en clave asertiva, fue para incumplirlo en cuanto llegó al poder). Ahora quiere supuestamente proteger a la ciudadanía y preservar “el orden” a base de castigos y puniciones muy severas y graves. No le extrañaría al perroflauta motorizado que cualquier día lloviese sobre él alguna multa más (hace tiempo que el Delegado del Gobierno no dispara multas ni polis sobre él).
A decir verdad, también es cierto”, apostilla Mairena, “que un signo de inteligencia es pensar algo en contra de lo que se le dice, que es, casi siempre, la única manera de pensar algo”.
No estoy de acuerdo entonces”, contesta rápidamente el perroflauta motorizado.

Y ambos rieron con ganas.



Hasta mañana

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