domingo, 15 de junio de 2014

Diario de un perroflauta motorizado, 270



Hace meses, estaba en el portal de la Consejera, solo, cuando llegaron Ingrid y Miguel Ángel. A Ingrid le di clase de Filosofía en el Nocturno del IES Pablo Gargallo; compaginaba así sus clases de ballet en el María de Ávila, pronto cuidó algunas tardes de mi hija Bego, cuando era pequeña, y desde entonces la he/hemos considerado casi de la familia. Ahora es una buena bailarina y también una buena profesora de baile.
Miguel Ángel es una gran persona y un buen poeta y escritor. Aquella mañana, en el portal de la Consejera, no sé por qué salió como tema de conversación “la fiebre” (¿alguno de los tres tenía fiebre? ¿Era solo una metáfora de lo que estaba ocurriendo cada mañana en aquel portal?). La cosa es que Miguel Ángel medio se comprometió a escribir un poema o un libro de poemas que se titulara “Fiebre” y que versase sobre “la fiebre”.
El día 3 de junio, primer aniversario de nuestra presencia en el portal de la Consejera, Miguel Ángel vino con un sobre. Dentro, tres hojas encabezadas por “Diez pequeñas notas para algo que bien pudiera ser ´Fiebre y fermento´”. Al final, entre paréntesis: “(y esto, así, habrá de continuar…).  Le pedí permiso para publicarlo y hoy tengo el gusto de transcribirlo en este Diario de un perroflauta motorizado:


1. 

Siempre hay
y debe haber algo, siempre
sucede y nos sucede algo,
y no, nos decimos,
no podemos seguir, no,
dudándolo jamás.


2.

Hay algo
que ahora se nos instala,
no como certeza
 o evidencia, pero sí,
y poco a poco,
como cierta presencia
solapada, como algo
 inoculado que nos corroe
lento, larvado
y silencioso.


3.

Habla el cuerpo,
molesto y tal vez raro,
nada más, pero nos habla,
pues la fiebre
no puede fingirse.

4.

Hay algo,
ahora como siempre,
que se aloja y se nos aloja,
a la espera en cada grieta
y resquicio, que se nos aloja
en el músculo, en el nervio
y en la carne.


5.

Ahora, ya en el sitio,
en su sitio y su lugar,
en el nuestro, alojado
lo que quiera que sea,
 permanece sin moverse,
en calma, y parece
que nada ya sucede,
o que todo, piel adentro
o piel afuera,
sucede aun sin mostrarse.


6.

No puede fingirse
la fiebre, no puede
decirse si no es
desde ella, si no se es
fiebre y de fiebre
en cada uno de los poros.


7.

Mas hay algo,
también lo hay,
que trata, sí,
de persuadirnos
de que nada acontece
aunque crezca,
y nos crezca,
y se extienda, algo
que es, se nos dice,
falsa alarma,
tranquilidad y calma,
cuerpo destensado
y a la espera
 y sin palabra.


8.

Nada,
se nos dice desde afuera,
nada sucede, nada hay,
se nos insiste desde afuera.


9.

Nada, se nos dice, hay,
y aunque lo haya,
pues, así lo sabemos, lo hay
porque el cuerpo y la mirada
nos desmienten esa nada,
y porque la fiebre es la que escribe
la huella de lo que hay,
el rastro del ardor, del fuego,
los rescoldos y cenizas.


10.

Y porque lo que sea
que haya, lo que es,
el fermento necesario
y fiebre, es embrión
que debe reventar,
y es estallido y es inicio
del final de este estado,
el que fuere, de las cosas



+++++++++++++++++++


¡GRACIAS, MIGUEL ÁNGEL!

1 comentario:

  1. muy bonita la poesía. Pero no sólo tenemos fiebre, el cuerpo está ya colonizado por el sarpullido.

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