Publicado en Huffington Post y
Periodistas en Español
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Al
fundador o primera referencia básica del cristianismo, Jesús de Nazaret, se le
atribuyen unas palabras recogidas en algunos evangelios canónicos donde invita
a sus seguidores a no preocuparse por
qué comerán, beberán o vestirán, pues su Dios ya se ocupa de todo, al igual que
se ocupa de los pájaros, que no siembran, ni siegan, ni recogen en
graneros, o de los lirios del campo, que ni trabajan ni hilan.
Ahora
la cosa ha cambiado un poco. Por ejemplo, ahora las aves del cielo anidan y los
lirios del campo brotan entre las tejas de la Mezquita de Córdoba y sobre sus trescientos
sesenta y cinco arcos de herradura sostenidos por 850 columnas de mármol, jaspe
y granito, pues los señores obispos hispanovisigóticos se han preocupado de
inmatricular en 2006 la Mezquita (cómo no, ahora Mezquita-Catedral) a nombre de
la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana. Su adquisición les ha
costado menos de 30 euros, pues por algo el Concordato franquista de 1953 (nunca
expresa y oficialmente derogado) y los
Acuerdos de 1979 entre el Estado Español y la Santa Sede les eximen de
pagar, entre otras muchas cosas, el IBI y el impuesto de Donaciones y
Sucesiones.
El pueblo ha estado tan tranquilo durante siglos, al
suponer que los bienes del pueblo son del pueblo, o que un monumento declarado
Patrimonio Histórico de la Humanidad es de la Humanidad. Pero llegó a la
Presidencia del Gobierno José María Aznar, y amplió
la Ley Hipotecaria en 1998 a los templos y objetos de culto, una ley
franquista por la que un obispo católico tiene la facultad de acercarse a un
registro de la propiedad para que cualquier local, objeto, ermita, catedral,
casa rural o residencia que no tenían dueño oficial (se suponía que eran de
todos, del pueblo) pasase a quedar inmatriculada, por cuatro duros, como
propiedad de la institución religiosa que predica sobre los lirios del campo y
los pájaros del cielo. Para sus jerarcas lo que dijo Jesucristo sigue teniendo
su importancia, pero quienes realmente dejaron claro cómo cortar el bacalao
fueron definitivamente personajes tales como Constantino, Recaredo, Isabel y
Fernando, Francisco Franco o José María Aznar.
Entre este río revuelto de leyes y reglamentos, los
pescadores más avezados en obtener ganancia de cuanto cae en sus manos han
llevado a cabo miles de inmatriculaciones a su nombre, de cuya
constitucionalidad dudan no pocos, pero que hasta el momento nadie se ha
preocupado de denunciar como anticonstitucional. El resultado, tirando por lo
bajo, según
algunas fuentes cercanas al Registro de la Propiedad, es de unas 4.500
inmatriculaciones a favor de los señores del cotarro católico oficial,
entre ellas, la Mezquita de Córdoba. De paso, no hay que descartar que los
lirios del campo y los pájaros del cielo que anidan sobre la techumbre o entre
el artesonado de dicha Mezquita hayan quedado también ipso facto inmatriculados.
Ahora el drama se ha convertido en una casposa
comedia bufa llena de Tartufos. El 13 de junio pasado el
Consejo de Ministros del Gobierno de Rajoy aprobó el Proyecto de Ley de Reforma
Hipotecaria, por el que la Iglesia Católica ya no puede inmatricular más a
su antojo (¿le queda aún algo por inmatricular?). Un diputado socialista y el
grupo de Izquierda Plural en el Congreso habían pedido que se impugnase la
inmatriculación de la Mezquita de Córdoba y se llevase a cabo la expropiación
de la misma. Pues bien, a uno de los Tartufos, Ruiz
Gallardón, le ha parecido un “despropósito” tal propuesta y algún que otro
miembro del Gobierno, también Tartufo, asegura que existen “numerosas razones”
para no expropiarla, principalmente
la “falta de recursos”, dada la crisis económica galopante que nos aflige
(para esto no valen ya ni la triunfal recuperación económica del ministro
tartufo de Hacienda, Montoro, ni los rescates bancarios a costa del pueblo
llevados a cabo en plena crisis económica).
En el momento culminante de la obra, otro Tartufo gubernamental
ha llegado a decir que, como la expropiación supondría grandes costes y gastos
para el mantenimiento de la Mezquita de Córdoba, lo prudente es dejar todo en
manos de la iglesia católica. ¡Como si, según informa Europa
Laica, no fuese el pueblo, a través de los Presupuestos Generales del
Estado, el que costease anualmente más de 600 millones de euros anuales en ayudas directas a la iglesia
católica para la reforma y conservación de su ingente patrimonio artístico e
inmobiliario!
“No
pensaran los que me conocen que soy de alma interesada. Todos los bienes de
este mundo tienen pocos atractivos para mí, y su engañoso brillo no me
deslumbra. Si me resuelvo a recibir del padre la donación que ha querido
hacerme, es, en verdad, porque temo que todos esos bienes caigan en malas
manos, que puedan hacer de ellos en el mundo un uso criminal, no sirviendo,
según me propongo yo, para gloria del Cielo y bien del prójimo”
(Tartufo, en TARTUFO; Acto IV, Escena I).
Y, claro, luego tienes que pagar por ver arte o que te eche un gorila cuando empieza el culto "porque hay que respetar a los fieles". ¿Y a los amantes del arte quien nos respeta? porque yo no me voy a poner a tocar el tambor ni a tirarles agua, solo quiero pararme con la boca abierta delante de algunas obras y caminar, con el debido respeto, sin ruido. Ya es hora de decir a los creyentes que si piden respeto tienen que respetar a los que no creen, que si creen ser los únicos merecedores de respeto están obteniendo mucho más del que merecen.
ResponderEliminarY lo de la pasta gansa de la iglesia, me indigna tanto que me siento impotente. Debería haber algún grupo que denuncie estos hechos pero, en su defecto, habrá que votar a ateos confesos que empiecen a corregir esos desmanes. Más que nada, para que luego no tengamos que quejarnos.
No pasa nada , ya de hará " un Mendizabal "
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