miércoles, 13 de agosto de 2014

Diario de un perroflauta motorizado, 317

Día marcado por la intervención  de Mariví, a quien deseamos un buen y pronto restablecimiento. Por lo demás, bastantes personas, conversación animada y buenas vibraciones.






Sigue hablándose mucho hoy sobre la muerte de Robin Williams. 
Nos han presentado siempre la figura del suicidio como algo horrendo y vergonzante, que hay que ocultar y silenciar. Algunas personas incluso se oponen a la eutanasia activa y/o pasiva, al estar sustentada su ideología en el prejuicio religioso (jamás argumentado ni demostrado) de que la vida propia no depende de uno mismo, sino de un supuesto ser creador, en el que creen algunas personas y grupos de ciudadanos, y que tratan de imponer a todos los demás.
Quienes aceptan la eutanasia,  pueden dar un paso más y admitir el suicidio médicamente asistido, donde una persona, libre y responsablemente, muere porque así lo ha decidido, rodeado de personal sanitario adecuado y de sus allegados, y con todas las garantías sanitarias. Sin embargo, se sigue presentando exclusivamente en estos casos el caso del enfermo terminal, a quien se le quiere evitar dolor y agonía innecesarios.
Se está olvidando así el derecho inalienable de todos y cada uno de los seres humanos a decir libre y responsablemente sobre la propia vida. ¿Por qué no respetar a los demás cuando deciden si hay que morir en el momento justo, en lugar de morir demasiado tarde o demasiado pronto?
Quien realmente ama la vida en plenitud es capaz de celebrar la fiesta de su muerte plena y cabalmente realizada: es así como morir se muestra como la consumación de una victoria. Hemos de aprender a morir, dejándonos de festejar la muerte como quieren que lo hagamos quienes han renunciado a vivir. Morir así es un acontecer grandioso, a condición de que muramos combatiendo y prodigando lo mejor de nosotros mismos. De hecho, morir está en las antípodas de esa muerte que entre aspavientos ven algunos acercarse furtivamente como un temible  ladrón.
“Esta es la muerte que deseo”, escribe Nietzsche, “la muerte libre, que viene a mí porque yo quiero. La quiero en el momento justo –continúa-, cuando perciba que alcanzo mi meta y otros van a continuar el camino que ahora estoy recorriendo”. Libres para la muerte y libres en la muerte, se muere amando a la vida, afirmando con la misma pasión lo humano y lo terreno. Por eso mismo es tan deseable el morir donde sigue brillando la fuerza de la vida, ya que, de lo contrario, se habrá malogrado hasta el morir mismo.
Hay que morir con orgullo y dignidad cuando ya no es posible vivir con orgullo y dignidad. Esa decisión pertenece a cada ser humano. Esa decisión pertenece, en su propio caso, a Robin Williams. La muerte libre. La vida libre. La misma dignidad en el vivir y en el morir. El derecho a decidir libre y responsablemente mi vivir y mi morir, sin que nadie usurpe o suplante jamás ese derecho.

Anda, Chingón, que nos estamos poniendo demasiado serios. Cantadnos “Malagueña salerosa”, que la cantáis de maravilla y le gustaba un montón a Robin Williams.

Hasta mañana

2 comentarios:

  1. Un tema incómodo para muchos. En general, la muerte es tabú. Además, a la gente le molesta porque, como no suele hablarse de ello, no saben lo que opinan los demás y no pueden copiarlo.

    El monopolio de la iglesia sobre los cuerpos, las mentes, los nacimientos y los óbitos. Mejor que se metan en lo suyo. Dios intervendrá en la vida de los creyentes, en todo caso. En quien se deje, vamos. Lo malo es que no respetan nada: intervención en el aborto, en la eutanasia... Respetaremos su religiosidad cuando ellos respeten nuestro ateísmo. Es lo justo, ¿no? Pues no parece que lo entiendan.

    Pero en el caso del suicidio voluntario, pienso que hay que tener mucha cautela porque hay gente deprimida que no quiere morir realmente sino salir del mal momento que está atravesando. Es una cuestión muy delicada y que se presta a muchas confusiones.

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  2. Un tema incómodo para muchos. En general, la muerte es tabú. Además, a la gente le molesta porque, como no suele hablarse de ello, no saben lo que opinan los demás y no pueden copiarlo.

    El monopolio de la iglesia sobre los cuerpos, las mentes, los nacimientos y los óbitos. Mejor que se metan en lo suyo. Dios intervendrá en la vida de los creyentes, en todo caso. En quien se deje, vamos. Lo malo es que no respetan nada: intervención en el aborto, en la eutanasia... Respetaremos su religiosidad cuando ellos respeten nuestro ateísmo. Es lo justo, ¿no? Pues no parece que lo entiendan.

    Pero en el caso del suicidio voluntario, pienso que hay que tener mucha cautela porque hay gente deprimida que no quiere morir realmente sino salir del mal momento que está atravesando. Es una cuestión muy delicada y que se presta a muchas confusiones.

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