miércoles, 2 de septiembre de 2015

Divagaciones acerca de lo sanitario y la vida sana




 PUBLICADO HOY EN HERALDO SANITARIO DE OREGÓN
¡Mira que no caer! ¡Mira que no darme cuenta de que el nombre completo de este sitio web es Heraldo SANITARIO de Oregón! Reconozco mi superficial mirada, acepto las correcciones fraternales de algún que otro lector. Me pongo manos a la obra para corregirme de inmediato. Me impongo atenerme a lo que me vaya ilustrando sobre este asunto el Diccionario de la Real Academia de la lengua Española.
Sanitario es lo “perteneciente o relativo a la sanidad” (vg. medidas sanitarias), a “las instalaciones higiénicas de una casa, de un edificio, etc.”, o “a las instalaciones de agua de mar empleada para limpieza y usos higiénicos”, al “individuo del cuerpo de Sanidad militar”, a “la persona que trabaja en la Sanidad civil”,  al “dispositivo o pila de higiene instalado en un cuarto de baño” (vg. la bañera, el bidé, etc.; de ahí que se hable de “aparatos sanitarios”). Por tal razón es normal y usual aplicar el término “sanitario” al auxiliar técnico, la ciudad sanitaria, el cordón sanitario, el cuarto sanitario, el servicio o servicios sanitarios, la toalla sanitaria…
No obstante todas estas aclaraciones y superando mi cortedad de miras, me percaté de que “sanitario” (del latín sanitas, -atis) proviene directamente de “sanidad”, por lo que no tuve más remedio que volver a acudir al Diccionario de la RAE. Así, “sanidad” equivale a “cualidad de sano” y de “saludable”, al “conjunto de servicios gubernativos ordenados para preservar la salud del común de los habitantes de la nación, de una provincia o de un municipio”, al “conjunto de servicios para preservar la salud de los habitantes de una nación, de una provincia”, a “sanidad gubernativa” o “que tiene establecidos sus servicios y los presta en las costas y fronteras nacionales” o “que ejerce su ministerio propio dentro del Estado o país” (vg. sanidad marítima) o  a la sanidad que es “parte de la exterior que radica en los puertos y atañe a la navegación”.
Habida cuenta de mi inveterada torpeza a la hora de aclararme ante un conjunto de elementos análogos y dispares al mismo tiempo, dejé al fin de perderme entre los numerosos árboles del bosque y fijar mi mirada en el bosque en su conjunto: sanitario y sanidad me condujeron a salud, común denominador e inspirador común de todas y cada una de las acepciones anteriores.
Pues bien, siempre gracias al Diccionario de la RAE, “salud” significa en primer lugar el “estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones”, así como aquellas “condiciones físicas en que se encuentra un organismo en un momento determinado”. Posteriormente, el Diccionario recoge derivaciones religiosas, corteses, sociales, etc. como “estado de gracia espiritual”, salvación o consecución de la gloria eterna”, “inmunidad de quien se acoge a lo sagrado”, “actos y expresiones corteses” (vg. beber a la salud de alguien”, “brindar a su salud”), precavidas (vg. curarse alguien en salud), etc.
Total, que concluyo pensando que en el Heraldo de Oregón, incluso en su específica identidad de Sanitario, cabe todo (eso sí, a condición de que lector y escritor sean personas de buena voluntad, cosa que no siempre se cumple) mientras se refiera a salud (buena o mala) o, en otras palabras a un cierto estado de bienestar o de equilibrio, ya sea percibido y expresado a nivel subjetivo o más o menos aproximado al objetivo. Salud puede contraponerse a enfermedad, sí, pero también puede fundirse con cuanto de bondad, utopía y deseo de libertad y felicidad hay en el ser humano.
Homo sum, humani nihil a me alienum puto” ("Hombre soy; nada humano me es ajeno"), dejó escrito Publio Terencio Africano en su comedia Heautontimorumenos (El que se atormenta a sí mismo”). Con ese mismo espíritu y con inmenso placer escribo en este Heraldo Sanitario de Oregón, también a sabiendas y en la conciencia de que sanitario viene de salud, que a su vez anhela incondicionalmente la felicidad y la solidaridad con los intereses y la problemática de todos y cada uno de los seres humanos del mundo, sean sanitarios, colombianos, japoneses, libios, extremeños, israelíes, canadienses, iraníes, afganos, bosnios, sirios, alemanes, ibicencos, esquimales, ugandeses, taustanos, argelinos, irlandeses, peruanos, serbios, chechenos, leperos, kurdos, de ultraderecha, de ultraizquierda, creyentes en Alá, en Yahvé, en la Virgen del Rocío, en el Juventus de Turín, en la Lotería Primitiva, en nada, en algo, homosexuales, heterosexuales, bisexuales, transexuales, asexuales, fóbicosexuales, adictosexuales, enanos, gigantes, chepudos, paralíticos, militares, monjas de clausura, disminuidos y discapacitados de todo tipo, con turbante, con cofia, con boina, con casco, con gorra deportiva, con cachirulo, calvos, con tupé, rubios, morenos, engolados, chorizos, gorrones, santos, héroes, artistas, canónigos, ciclistas, jardineros, y un sinfín más de hombres y mujeres pertenecientes a la extensa fauna y  flora humana, a los que deseo de corazón una buena y hermosa salud, una buena vida sana y una sana vida buena.







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