lunes, 9 de noviembre de 2015

Diario de un perroflauta motorizado, 601

Lunes. Niebla densa por la mañana y leve bajada de la temperatura.

Esta mañana el Parlamento catalán ha aprobado la declaración de independencia. Ya tenemos pasto más que suficiente hasta el 20-D.  Otra “justificación” más para omitir cualquier preocupación por los derechos y las libertades fundamentales. España puede ser una bandera o un frente unitario contra las tesis independentistas, pero sobre todo es los 46,5 millones de ciudadan@s cada vez más separados por una creciente brecha social entre ricos y pobres. ¿Olvidamos con el tema catalán la separación socioeconómica que el Gobierno del PP, obedeciendo fielmente las órdenes de la Troika, está perpetrando desde hace cuatro años?

Se me acerca, ya en las inmediaciones del portal de la sede del PP, una mujer y me dice: “Usted es un fanático”. Respondo: “¿No será, señora, que usted entiende por fanático a las personas que obstinadamente sostienen una opinión que no es la propia?”. Y prosigo: “Porque, si es así, ese fanatismo debe buscarlo, no aquí, sino muy cerca de aquí”. (Me quedo muy satisfecho de mi fanática argumentación, pero la señora hace ya un buen rato que se ha ido. Es decir, que no ha oído nada de nada (por lo que deduzco que mucho menos ha podido escuchar mis palabras).

Ya con Marisol, un hombre joven se nos acerca y dice con cierta parsimonia: “Esto que están haciendo ya lo hacían los alemanes en los años treinta: lo hacían con los judíos”. Nos hemos quedado estupefactos y también algo tristes, pues hemos visto reflejado en esta anécdota a ese país denominado Españistán.





Pasa por delante Serrat y le digo:  “¿Cantas, aquí, en plena Gran Vía, tu canción Utopía?”. Con mucho gusto, responde, con una sonrisa cordial.



Hasta mañana

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