Una asociación poco freudiana: ejército, himno, escudo, bandera, educación

Tengo atragantada desde hace más de un mes una noticia que pasó por los medios de comunicación como estrella fugaz a las cuatro de la madrugada de una noche invernal: el 4 de diciembre pasado los ministerios de Educación y Defensa firmaron un Convenio para el mejor conocimiento por parte del alumnado español del papel de las Fuerzas Armadas o de los símbolos como la bandera, el escudo y el himno de España en las aulas.

Antes de entrar en los contenidos mismos propuestos por los citados ministerios, me parece significativa la asociación misma de los mismos en un solo Convenio: ejército español, bandera española, himno español (¿también serán materia de estudio, por ejemplo, los mossos d’esquadra, la ikurriña, la senyera, El Segadors o el Eusko Abendaren Ereserkia?), unidos en una sola asignatura. Lagarto, lagarto…

Me viene a la mente ahora también la asociación que la LOMCE del PP perpetró entre la asignatura de filosofía y la formación del “espíritu emprendedor”, o –dicho de otro modo- entre el pensar racional y crítico y la ideología neoliberal acompañada de patatas a la pastora.  Freud ya insistió en la importancia de la asociación en la clínica psicoanalítica: saque usted sin orden, reglas o restricciones de ningún tipo todas sus ideas, recuerdos, prejuicios, deseos, fobias, y filias, para derribar todas las barreras conscientes, preconscientes e inconscientes. Ejército, escudo, himno, bandera, España. Asocie, asocie, apreciado/a alumna/o, todo junto, bien junto. Asocie, asocie, apreciado/a ciudadana/o del presente y del futuro.

Dejo ahora de lado al ex ministro de Educación Wert, acalladas –espero- ya sus pulsiones libidinosas, embajador -¡pobre!- ante la OCDE en París, residente en la lujosa Avenida Foch, 10.000 euros mensuales más gastos de representación; Wert puede aducir, en su descargo que mejor lo tiene aún la anguila más escurridiza de todo el Partido Popular: Federico Trillo, quien ha estado en busca de un mayordomo en Londres con contrato indefinido de 27.000 euros anuales. Ahora el ministro de Educación es don Íñigo Méndez de Vigo y Montojo, IX barón de Claret. Don Íñigo es ahora el encargado institucional de mantener con paso firme, sereno el ademán, todas estas  asociaciones patrióticas.

El PP se cargó Educación para la Ciudadanía (un Te Deum entonaron muchos obispos hispanos ese día), pero eso carece de relevancia. Lo importante es que el alumnado y la ciudadanía en general tengan claras y bien asociadas las ideas fundamentales: ejército, bandera, escudo, himno.

El 1 de abril del 2014 la Comisión de Defensa del Senado instó al Gobierno a facilitar a los alumnos información para que puedan llevar a cabo los derechos recogidos en el artículo 30 de la Constitución (“el derecho y el deber de defender a España”). Ya a las puertas de las elecciones generales del 20-D, los ministerios de Defensa y Educación ratificaron un convenio de colaboración para alcanzar este objetivo, así como para “mejorar el conocimiento que tienen los alumnos sobre seguridad y defensa”. Se cerró el círculo. De hecho, es excelente el conocimiento que el alumnado tiene sobre el derecho y el deber de trabajar, la vivienda digna, el salario digno y suficiente, la sanidad pública, la educación pública, la monarquía y la república, la atención a la dependencia, el sistema de pensiones, las Secciones 1ª y 2ª del Título I de la Constitución española (De los Derechos fundamentales y las libertades públicas), la libertad ideológica y de conciencia, la libertad de expresión y de reunión, etc.

La decisión final de añadir el temario del antedicho Convenio interministerial al currículo recae sobre los gobiernos autonómicos. El Ejecutivo del País Vasco ya se pronunció a los pocos días y se negó a incluir el material que elabore Defensa para el curso que viene. Todo un consuelo: aún queda gente con sensatez, cordura y sentido común. Con seny, com diuen els catalans, (con perdón).