jueves, 31 de marzo de 2016

Diario de un profeflauta motorizado, 674. Desechos y basura del neocapitalismo.



Estaba desayunando cuando he escuchado en La Ser que, según la estadística Defunciones según la causa de muerte, publicada el miércoles pasado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el suicidio destaca como la principal causa (3.910 defunciones). Por hacernos una idea, las defunciones provocadas por accidentes de tráfico son la quinta causa externa, a pesar de toda la publicidad preventiva oficial: en 2014 fallecieron por este motivo 1.873 personas, 66 más que el año anterior. En otras palabras, casi 11 muertes diarias por suicidio (sin contar los casos de suicidio que se ocultan o maquillan por diferentes causas).

A renglón seguido una psicóloga, cargo relevante en alguna Organización del ramo, concedía poca importancia a la crisis como causa impulsora, y lo ha considerado como un caso de “patología mental”  motivado por la “crisis de valores”. Se me ha atragantado la galleta María integral al oír tales declaraciones y he apagado la radio a fin de no acrecentar el estado depresivo en que me había sumido la antedicha psicóloga. ¡Cuánta ideología hay detrás de supuestas afirmaciones pseudocientíficas! ¡Cuánto miedo a la muerte que no esté oficial y normativamente reglada!



Un solo suicidio por motivo de la crisis económica, de la penuria y la falta de horizontes debido a la maldita y eufemística “crisis”, y ese suicidio es una losa para toda la humanidad. Y es que se les ha ido la mano. Tan inteligentes que parecen y han calculado mal, quizá porque errar es humano, quizá por esa codicia que nunca conoce límites. Han querido configurar un mundo perfecto para sus planes e intereses, pero se han encontrado con un bolsón de bacterias que amenazan con reventar el orden establecido y que todo se pueda ir al carajo. El neocapitalismo es dios, providente, omnisciente y omnipotente. El neocapitalismo es un dios que no ha previsto los daños colaterales de su creación.

Querían que cada uno estuviera en su sitio: los ricos y los muy ricos, y después todos los demás: los directivos y gestores de sus riquezas que cuentan con una suculenta ración diaria de la tarta, y tras ellos los empleados y mano de obra en general que cumplieran obedientemente sus órdenes a cambio de vivir y sobrevivir bien, regular o mal, pero nunca muy mal. Sin embargo, los cálculos se han desmadrado y se encuentran con que no saben qué hacer con un enorme número de marginales y outsiders, que les sobran, pues no saben dónde meterlos y qué hacer con ellos.



Escribe Vicenç Navarro:  “El mayor obstáculo para resolver el grave problema actual no es económico, sino político, pues el cambio propuesto implica un enfrentamiento con grupos muy poderosos: en primer lugar, nos encontramos con el enorme poder del 1% de la población de más renta (los súper ricos), al cual hay que sumar, en segundo lugar, el 10 ó el 15% de renta superior, es decir, de la clase media de renta alta, la clase media profesional, que está al servicio de aquel 1%, gestionando los aparatos de la reproducción del sistema a través de la difusión de valores, percepciones, creencias, recursos e instituciones que sostienen el dominio político y la hegemonía ideológica cultural en tales países”.

Es decir, hay millones de desechos humanos industriales u orgánicos, que se entierran y se amontonan, pero 1.400 millones de personas que nada tienen, salvo una esporádica caridad o asistencia “humanitaria” son un peso muerto que necesariamente quedan fuera del sistema de producción y consumo. La cadena alimentaria mundial, los yacimientos naturales y petrolíferos de los países pobres, la fabricación y comercialización de armamento, etc. solo son rentables haciendo de ellos piezas de un enorme Monopoly donde siempre ganan los mismos, donde siempre pierden los mismos. El sistema neocapitalista –dicen- es creador de riqueza y bienestar, pero lo que no dicen es de quiénes están hablando: 1.400 millones de seres humanos están fuera del juego de los mercados. Salvatis salvandis, incluidos los 13.657.232 de personas en España pobres y en riesgo de exclusión (400.000 más que el año pasado).



Se les han ido de la mano los cálculos y no saben qué hacer con tantos millones de  superfluos. Trabajamos peor que sus máquinas y robots. Vivimos más años y mueren menos mujeres y niños por nacimiento. Somos demasiados. Sobramos. Una quinta parte de la población mundial sobra hasta tal punto que quizá piensan los señores del dios neocapitalista que estarían mejor muertos, pero como eso suena a políticamente incorrecto mantienen la desnutrición y la pobreza, la precariedad y la amargura, que no es poco precisamente. Después aparece la noticia y nos sorprendemos: el suicidio como primera causa natural externa en España. El hambre y la desnutrición, primera causa mundial de muerte al día. No tiene importancia. Lo realmente relevante son los encuentros en la tercera fase entre Pedro y Pablo, Pablo y Pedro.

No saben qué hacer con los escombros sociales; recuérdese el Sahel, Siria, Macedonia, Bangladesh, las mil y una guerras que menudean en el silencio (sus víctimas son pobres, no salen en nuestros telediarios). Menudean también las ONGs, la asistencia social, los parches sociales, a fin de que no piensen ni reivindiquen sus derechos, que no se subleven, que se conformen con los planes de asistencia, que no se harten y revienten todo.



¿Qué hacer? ¿Qué no hacer? El neocapitalismo no sabe qué hacer con los millones de desechos humanos y de basura humana que genera su sistema, pues de ellos no puede sacar plusvalía alguna. A fin de cuentas, el neocapitalismo ha resuelto que todos esos cientos de millones se busquen la vida por sí mismos, se mueran de consunción, se suiciden. Los especialistas buscarán mil causas para ocultar la causa principal: el problema es el propio sistema, el problema es político, el problema es un sistema piramidal en cuya cúspide están los más ricos y en la base sus servidores. Todos los demás sobran. O se mueren, o se matan o de momento se dedican a trabajos de subsistencia, trabajos inútiles, “improductivos” para el propio sistema, que mantienen para que no nos demos cuenta de que no tenemos lugar genuino en la cadena productiva. Sí, hay personas igualmente desechables que, de momento, incluso tienen empleo.

El secretario de Beethoven, A. F. Schindler, cuenta que el propio Beethoven “proporcionó la clave a estos profundos temas cuando un día, en la presencia del que escribe, señaló el principio del primer movimiento – el más conocido y universalmente famoso- y expresó con estas palabras la idea fundamental de su trabajo: “¡Así el destino toca a la puerta!”.

Toca ahora elegir el propio destino: la resignación o la rebelión.



miércoles, 30 de marzo de 2016

Diario de un perroflauta motorizado, 673. Yo mataré monstruos por ti


 Acaban de marcharse Guillermo, Yoko y Pilar. Murcia les espera. Han sido unos días tranquilos y llenos de cosas hermosas. ¡Qué bien!

La vida continúa más allá del horizonte familiar y hogareño. Me cabrea el juego de los partidos políticos (todos) haciendo campaña electoral mientras hablan de conformar gobierno. Me cabrea la nada de un país con gente buena y carencia de ideas. ¿Por qué el ser y no más bien la nada? –se preguntaba Martin Heidegger. La madre de todas las preguntas, a su parecer. La población de aquí tendría la respuesta rápida si pensara la pregunta (suele pensar poco): porque España es diferente. Me produce hastío esa diferencia.

La vida (la muerte) continúa también en Siria, Grecia, Macedonia, Calais, Sudán del Sur, BanglaDesh, Guatemala… ¿Por qué la (buena) vida (de pocos) a precio de tanta muerte? La población europea tendría la respuesta rápida si reaccionara, si se levantara: Europa es una mentira transformada en UE.

Leo, por último, que el Ayuntamiento de Huesca no permite que sus concejales asistan a actos religiosos (titulares y cabeceras en los medios aragoneses). Olvida la profusa propaganda oficial que no prohíbe que asistan como personas, sino en calidad de sus cargos (como concejalas). Está claro para quien quiera entender, pero este país cainita y este Aragón cainita no busca el acuerdo y la clarificación, sino la confusión y la gresca.

Ayer fui al Concierto mencionado recientemente aquí. Un Requiem de Mozart notable y un Carmina Burana rozando el sobresaliente. “In Trutina”, de Carmina Burana, siempre me ha acariciado especialmente el corazón.





martes, 29 de marzo de 2016

No ver, no oír, no hablar, y comprar



PUBLICADO el 25 de marzo  EN EL HUFFINGTON POST
Hace pocas semanas aparecía en los medios de comunicación la noticia de que algunas cadenas de ropa libraban una “guerra en el segmento de los precios más bajos” o –en plan aún más fino- en la comercialización de prendas  “en el segmento low cost más agresivo” o –ya de modo primoroso- “a precios más asequibles para seducir al target más joven”. Seguramente, algunas personas asociarían de inmediato la noticia a otras informaciones, menos distinguidas, acerca de las sobreexplotación y las condiciones de trabajo infrahumanas de millones de trabajadores (principalmente, trabajadoras) en los países productores (India, China y Bangladesh, a la cabeza). En previsión  de los izquierdosos aguafiestas de siempre, las cadenas de ropa empleaban eufemismos tales como “dirigir la mirada al público más joven” o “ganar cuota de mercado entre los adolescentes”. Un acto de altruismo, en fin, para nuestras desvalidas generaciones jóvenes de nuestro Occidente cristiano, democrático, libre y solidario.

Por aquellas mismas fechas leía en un libro más que recomendable un capítulo dedicado a Bangladesh, por lo que la mencionada noticia de la línea low cost  para gente joven, una vez lanzada la línea fast fashion para gente de posibles, hizo especial mella en mi maltrecha sensibilidad. Me limito a presentar a Fatema, una chica joven de Bangladesh, casada a los 13, lo cual inicialmente hasta le supuso un cierto alivio pues la pusieron a trabajar ya a los 7 en una fábrica textil.



Cuando se cuela la palabra fábrica en nuestro cerebro inmediatamente nos imaginamos una factoría similar a las existentes en nuestro mundo, pero el taller de Fatema “está en el quinto piso de un piso de ocho donde cada piso es una pequeña fábrica con un centenar de obreras que trabajan amontonadas en sus máquinas, sin ventilación, con escaleras angostas y oscuras”. “Como la luz se corta todo el tiempo, las terrazas están llenas de generadores que agregan peso que esas estructuras apenas soportan –o no soportan. Los incendios, los derrumbes son frecuentes. En los últimos cinco años, más de mil obreros murieron calcinados”.

El directivo de una de estas empresas de manufactura textil, haciendo frente a la creciente lluvia de críticas, afirmaba que una obrera bangladesí cobra un salario “digno”, equiparable al sueldo de un profesor (61 euros al mes). Aun admitiendo que ello se ajuste a los hechos, lo que no dijo es que, por ejemplo, Fatema (cobra 40 al mes) trabaja “trece, catorce horas por día, seis días por semana”, o que de cada jean low cost vendido por 60 dólares ” a Fatema le quedan entre 25 y 30 centavos, o que si un día no puede ir a trabajar le descuentan dos y si llega tarde tiene que trabajar pero no le pagan la jornada. Los cómplices son (somos) infinitos: “Dicen que en Bangladesh uno de cada cinco diputados nacionales es empresario textil y los que no lo son invierten en la industria o cobran sus sobornos: que nadie tiene el menor interés en cambiar nada”.



Solo en Bangladesh un cuarto de millón de mujeres, muchas de ellas solas, trabaja para acallar su hambre y la de sus hijos. A nosotros, bienvivientes en el Occidente cristiano, democrático, libre y solidario, Fatema y todas las demás nos importan, de hecho, un carajo. Tan poco como que las empresas vampiras afirmen que se limitan a optimizar costes con una política de compras centrada en economías emergentes. Eufemismos. Ropa barata. Negocio. Renovación de ajuar (¡uf, tenía prendas que se me caían a jirones!). No mirar. No escuchar. No abrir la boca.


Somos ciudadanos, pero sobre todo somos consumidores responsables, no tanto por comprar con responsabilidad, sino por comprar sin preguntar ni rechistar. El sistema lo exige, el orden mundial lo necesita. En nuestra cercanía miles de inmigrantes tiran de las sillas de ruedas de nuestros ancianos inválidos de las que no queremos tirar. En la lejanía globalizada millones de trabajadores producen mercancías baratas que otros millones consumen y que nunca jamás estarían dispuestos a trabajar por los salarios que muchos millones ganan para literalmente poder comer y sobrevivir.

sábado, 26 de marzo de 2016

Diario de un profeflauta motorizado, 672 ¿Es todo lo que han llegado a aprender?


El primer ministro del Gobierno federal belga, Charles Michel, confirmó el viernes que Bélgica mandará aviones F-16 para bombardear ISIS (como si ISIS fyese un pueblo o una zona, en lugar de personas entre personas civiles inocentes. Ojo por ojo. Muertos por muertos. Bombas por bombas. Eso es, al parecer, todo lo que han llegado a aprender nuestros paisanos belgas.

Estados Unidos anunciaba el jueves que ha matado al supuesto número dos de ISIS, Abd al Rahman Mustafa al Qaduli, “durante un ataque en Siria”. Las distintas versiones han hablado de “bombardeo”, de “fuerzas especiales”. Me temo que se trata, una vez más, del consabido dron guiado desde un despacho subterráneo en Arkansas. Tras Irak, Afganistán, etc. ya conocemos que ha llegado a aprender Estados Unidos desde el 11-S.



Continúan en Bélgica y Francia las detenciones de “terroristas”, que ahora aparecen como hongos. “Terrorismo”, “terroristas”, “atentados terroristas”, “bombas terroristas”, “redada antiterrorista”… Ya no sorprende contemplar el enésimo  bombardeo propagandístico del poder, también del mediático. Ayer escuché (en silencio, impropio de mí, pero por cansancio y agotamiento) una conversación sobre el asunto en una Farmacia: desolación, devastación de las mentes, aflicción en mi interior. “Crítica de la Razón Pura”, “… de la Razón Práctica”, resonaba en mis oídos. Kant me daba palmaditas en la espalda.

Hay terrorismo en ambas partes. Hay víctimas en ambos lados. El fanatismo crece en el mundo. 

El martes tendré el privilegio de estar en la Sala Mozart del Auditorio deleitándome con el Requiem de Mozart y el Carmina Burana de Carl Orff.